Una pequeña británica de 2 años fallecía tras ingerir una pila del mando a distancia a finales de junio. Ahora, su progenitora quiere evitar que nadie más tenga que vivir su situación.
El trágico suceso ha hecho reflexionar a la madre
Han pasado cinco semanas desde el terrible desenlace y la progenitora de Harper-Lee Franthorpe todavía se está haciendo a la idea. Lo que tiene claro es que luchará hasta el final para cambiar la legislación. Algo así no puede volver a ocurrirle a nadie.
"No dejaré que mi bebé muera por nada", ha sentenciado Stacy-Maria Niklin, haciendo alusión al caso de su hija Harper.
La pequeña se despertó como cualquier otro día y se puso a cantar y bailar. Ese era el hobby de la niña, que después pidió que le pusieran Peppa Pig en la televisión.
Como cada día, su madre se marchó al trabajo y su hija se quedó con sus hermanas en casa. Al rato, Stacy-Maria Niklin, que trabaja en la misma calle en la que reside habitualmente, recibió una llamada alarmante.
Algo no iba bien en casa y sus hijas optaron por hacerle una videollamada para enseñarle lo que estaba sucediendo. Al coger el teléfono móvil, vio a su hija de 2 años tumbada en el sofá llena de sangre.
Cuando se recompuso y llegó hasta la vivienda, los sanitarios se estaban haciendo cargo de la niña y estaban a punto de trasladarla al hospital.
La doctora Anna Piggott le dijo a la madre que los médicos querían insertar una cámara en el cuerpo de su hija. De esta forma, podrían ver de dónde provenía la sangre.
Niklin cuenta que la pequeña estaba “muy pálida, tenía presión arterial alta y todavía vomitaba sangre". No obstante, estaba consciente y le pedía de nuevo ver los dibujos en la televisión.
Su madre la acompañó hasta las puertas del quirófano mientras le decía que “la amaba y que la vería pronto”. Las últimas palabras de Harper fueron: “Mamá, te necesito”.
A las dos horas, un médico le preguntó si la niña se había tragado algo. Fue entonces cuando la progenitora se enteró de que podría haberse comido una pila de botón del mando a distancia. Se lo contarón sus otras hijas.
Horas después, un sanitario se acercó hasta ella para decirle “lo siento”. En ese preciso instante, la madre no podía creerse lo sucedido y se desmoronó.
Su hija había fallecido porque la batería de botón le había causado daños irreparables en la zona del esófago. Además, se había visto perjudicada gravemente una importante arteria.
Una dura pérdida que no va a ser en vano
“Las últimas cinco semanas han sido una tortura absoluta", ha señalado la progenitora de la niña británica fallecida al diario Itv.
"Me siento perdida. La extraño mucho. Ella era como mi pequeña sombra. Dondequiera que iba Harper estaba detrás de mí. Ni siquiera podía bañarme sin que ella saltara, completamente vestida", ha explicado.
Ahora, la madre de la pequeña no piensa rendirse. Ha decidido sacar fuerzas de donde haga falta para que la muerte de su hija no haya sido en vano. Piensa pelear todo lo que sea necesario para que ninguna otra familia tenga que vivir lo mismo.
Por eso, ha estado investigando sobre las muertes causadas por estas pequeñas baterías. Ha descubierto que comenzaron a darse a finales de los años 70 y que todas las víctimas, como su hija, era menores de 2 años.
Estas pilas se encuentran en diferentes juguetes y también en aparatos de uso cotidiano. Si su pequeña pudo sacarla del mando a distancia, otro pequeño puede hacerlo también.
Ahora "trabajaré y trabajaré para sí no verlos prohibidos, entonces para verlos más seguros. No dejaré que mi bebé muera por nada", ha sentenciado. Y es que ella ya ha perdido a su hija y no quiere que la historia vuelve a repetirse.