Casi 30 años después de su desaparición, Antonio Anglés sigue siendo la pieza clave para completar el rompecabezas del crimen de Alcàsser. Considerado como el autor material del asesinato de Miriam, Toñi y Desiré, el 13 de noviembre de 1992, Anglés burló todos los controles policiales y consiguió escapar en un barco hacia Irlanda.
A partir de entonces se le perdió la pista y nunca más se supo de él. Durante su ausencia, su acompañante la noche del crimen, Miguel Ricart, pasó 21 años en la cárcel. Pero la policía siempre ha creído que Ricart fue en realidad un cómplice, mientras que Anglés fue el verdadero cerebro del secuestro y asesinato de las adolescentes. Tras muchos años parada, su búsqueda se activó de nuevo en enero de este año.
Antonio Anglés llegó a estar detenido a bordo del barco en el que quería fugarse, pero antes de llegar a su destino desapareció y solo se encontró un chaleco salvavidas flotando en el mar. Tres meses después apareció el pie izquierdo de un hombre, y un año más tarde la segunda pierna. Todo ello llevó a pensar que el delincuente se podría haber ahogado.
La Agencia Nacional Contra el Crimen del Reino Unido se hizo cargo de la investigación, pero en todos estos años no había conseguido identificar los restos humanos. En la misma zona habían aparecido hasta 12 cadáveres sin identificar, y la justicia autorizó el análisis y comparación del ADN de los restos con el de Antonio Anglés.
Los resultados son negativos: el ADN descarta que las piernas halladas en el mar sean de Antonio Anglés. Se trata de una muestra más de que el asesino de Alcàsser no murió ahogado en el mar, pero no la última ni la definitiva. La hipótesis del ahogamiento sigue abierta, con la posibilidad de que sus restos aún no hayan sido encontrados. Sin embargo, la Guardia Civil y la Policía Nacional siguen buscándole como si estuviera vivo.
Se cierra así otro capítulo del enrevesado crimen de Alcàsser, el primer gran caso mediático de la crónica negra de España y también uno de los que sigue dejando más dudas. El año que viene se cumplirán 30 años de la muerte de Míriam, Toñi y Desiré, pero los errores cometidos durante la instrucción del caso han dado pie a todo tipo de especulaciones y teorías conspirativos sobre lo que pasó realmente aquella noche.
Sigue la búsqueda de Antonio Anglés
Lo que se sabe es que las tres adolescentes, de 14 y 15 años, se dirigían desde Alcàsser a la discoteca Coolors de Picassent (Valencia) y mientras hacían autostop fueron recogidas en un coche por Anglés y Ricart. Pero en vez de dejarlas en el local siguieron su marcha hasta la Romana, una casa abandonada en el monte donde Anglés solía ir cuando se escondía de la policía.
Allí fueron violadas y torturadas durante toda la noche, y finalmente, ejecutadas de un tiro en la cabeza y enterradas. Semanas después aparecieron los cadáveres, y todas las sospechas se centraron en Antonio Anglés, un delincuente habitual que ya había emprendido una huida hacia Portugal, y de allí hacia Irlanda.
Con un pasaporte falso, Anglés embarcó en el buque mercante «City of Plymouth» y se lanzó al mar tras ser descubierto. Desde entonces no se sabe nada de él, y sigue figurando en el listado de criminales más buscados de la Interpol.
En enero de 2021, la Audiencia Provincial de Valencia ordenó reactivar la búsqueda del principal sospechoso del caso Alcàsser. Además, una asociación de criminólogos ha solicitado el análisis del coche en el que viajaban la noche del crimen para asegurar la acusación contra Antonio Anglés en el caso de que aparezca.
Las nuevas pruebas con la que trabajan los investigadores demuestran que Antonio Anglés sigue siendo la pieza clave para acabar de resolver el crimen. Aun así, sigue coleando otras teorías sobre el caso Alcàsser, como la que sostiene Fernando García, padre de una de las niñas, y que apunta a políticos y empresarios que utilizaron a las niñas para asesinarlas y grabar una película snuff.