Valencia sigue consternada por el asesinato de la joven Cristina Blanch a manos de su pareja. Especialmente en su entorno, donde siguen sin entender cómo Alberto Luján, un abogado y profesor universitario, pudo cometer tal atrocidad. Las amigas de ella aseguran que eran el uno para el otro, y que se les veía felices.
En declaraciones a Levante-EMV, una amiga de la víctima recuerda que “yo misma le dije que me gustaba ese chico para ella, porque la veía muy feliz con él”. Tan feliz, que un día antes del crimen le confesó que se quería ir a vivir con él. El pasado viernes, él la mató de forma brutal con dos cuchillos y múltiples puñaladas.
Luego, Alberto quiso escapar por el patio interior de su ático de la calle Altea, en uno de los barrios más pudientes de Valencia. Pero resbaló, cayó y fue llevado al hospital, donde horas más tarde confesó el crimen. Al día siguiente encontraron el cadáver de Cristina, la víctima número 38 de la violencia de género en España en 2021.
Tres meses de relación
Sus amigos y compañeros aseguran que “Cristina era luz y alegría” y que “cuando entraba lo iluminaba todo con su sonrisa”. Así era esta joven valenciana con un currículum brillante y un futuro prometedor. “El ángel de la oficina”, dicen, alguien que “transmitía y contagiaba felicidad allí donde iba”.
Cristina y Alberto llevaban menos de tres meses de relación, pero a ojos de los demás eran la pareja perfecta. Ella, administradora de una empresa familiar con 30 años, y él, abogado en temas familiares y profesor de Derecho y Criminología de 35 años. Nadie detectó indicios de violencia machista anteriormente.
“Me voy a vivir con él porque paso más tiempo en su casa que en la mía”, le confesó el día antes de morir a una amiga. Las amigas de Cristina reconocen que Alberto “no era el típico novio controlador”, y por eso no saltaron las alarmas. Pero el profesor tenía un lado oscuro y violento que manifestó de forma trágica.
Eran noche y el día
Una posibilidad que barajan los investigadores es que Cristina hubiera decidido poner punto y final a la relación. Quizás descubrió algo de la personalidad de su novio, como algún tipo de adicción. Son hipótesis con las que trabaja la Policía, al descubrir que Alberto estaba totalmente arruinado.
Cristina “era una mujer muy independiente y liberal”, afirma un compañero de trabajo suyo. Según su opinión, “si se dio cuenta de que iba tras de ella por dinero, habría cortado la relación enseguida”. Cristina era una empresaria de éxito, mientras que él estaba ahogado por las deudas y tenía el patrimonio bloqueado.
En realidad, Cristina y Alberto eran la noche y el día también en el trabajo. Porque según se ha sabido, él había tenido problemas en alguno de sus puestos de trabajo. En un conocido bufete de abogados apenas llegó a trabajar seis meses porque “no rendía, parecía que iba todo el día medicado”.
El dolor por la muerte de Cristina
Cristina era una persona muy abierta y sociable, que “en las fiestas era la que llevaba la voz cantante”. En la consultora inmobiliaria y financiera donde trabajaba recuerdan que “nada más entrar se ganó a todo el mundo”. Allí guardaron un minuto de silencio como condena del crimen: “Cristina no está, pero su lucha seguirá”.
Otra concentración convocada por los amigos de Cristina recordó a la joven en la plaza del ayuntamiento de Valencia. Su trágica muerte ha causado también un profundo dolor en el mundo fallero, donde la joven había participado de forma activa. No hay un lugar por donde pasara donde no dejara un reguero de amor y amistad.
Aunque la investigación aún sigue en marcha, lo más probable es que el día de los hechos discutieran y él la matara. La juez ha decretado prisión provisional para el presunto asesino de Cristina. La muerte de Cristina se suma a la de su padre Arturo, un conocido empresario valenciano, en accidente de tráfico en 2012.