Carolina nació el 28 de diciembre de 2014: habría cumplido hoy 7 años. Sin embargo, el 26 de enero de 2020 la menor apareció muerta en un hotel de Logroño, su madre en la ventana con las venas cortadas y el cadáver de su abuela en el río.
Hoy empieza a escribirse el último capítulo de esta macabra historia.
El Ministerio Fiscal ha pedido la prisión permanente revisable para Adriana Ugueto, y todo está listo para que empiece el juicio. En su escrito de acusación, la fiscalía ofrece un relato completo de los hechos que pone los pelos de punto. El juicio arrancará el 31 de enero y finalizará el 17 de febrero, con jurado popular.
La conclusión es que la pequeña Carolina murió asfixiada a manos de su madre y su abuela como último acto de posesión. Por ello, la madre se enfrenta a cargos por homicidio con parentesco y alevosía, con el agravante de la edad vulnerable de la víctima. Esto es lo que sucedió en la habitación 404 del Hotel Los Bracos, aquel 26 de enero.
Un matrimonio fracasado
Adriana nació en 1984 en Venezuela pero se trasladó a España con 13 años con sus dos padres Olga y Ramón, también venezolanos. En el gimnasio conoció a Javier, un profesor de Educación Física. Los dos se enamoraron e hicieron planes de futuro: compraron una casa y, tiempo después, tuvieron a una niña a la que llamaron Carolina.
En Hario, localidad donde vivían, aseguran que los dos eran muy buenas personas, pero que ella cambió tras el nacimiento de la niña. Por aquel entonces ya estaba en proceso de separación con Javier. Tras la batalla judicial, el juez le dio la custodia al padre, y a ella le tocaba los fines de semana.
Y ahí empezaron los problemas. La madre y la abuela de la niña montaban escándalos cada vez que tenían que entregar a la niña, denunciaban al padre, le amenazaban, le rallaban el coche a su nueva pareja. La situación se convirtió en un polvorín, que acabó estallando de forma trágica en enero de 2019.
Adriana fue la única que sobrevivió
El 25 de enero por la mañana, Ramón se dio cuenta de que su hermana Adriana, su madre Olga y la niña, Carolina, no estaban en casa. Tras buscarlas desesperadamente llamaron a la Guardia Civil y empezó la búsqueda. Horas después, el propio Ramón encontró siete folios manuscritos donde las mujeres dejaban claras sus intenciones.
Lejos de allí, en un hotel de Logroño, la imagen de una mujer sacando el cuerpo por la ventana llamó la atención de los transeúntes. La patrulla que se dirigió hasta allí encontró a una niña muerta y a una mujer con las venas cortadas. Después aparecería el cuerpo de la abuela, sin vida, en el río.
Los investigadores empezaron a reconstruir el rompecabezas para esclarecer el misterio de la habitación 404. Dos años después, y a las puertas del juicio, el escrito de acusación del Ministerio Fiscal no deja lugar a dudas. Su contenido revela el maquiavélico plan de las dos mujeres para acabar con la vida de Carolina y suicidarse.
Dos mujeres en la miseria
Según la Fiscalía, la muerte de Carolina se enmarca en un plan trazado “durante semanas” por la madre de la niña, Adriana, y la abuela, Olga. Las dos mujeres buscaban escapar de la miserable existencia en la que ambas vivían por diferentes motivos. Pero antes de irse de este mundo cumplirían una venganza terrible.
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Según el auto de acusación, la abuela había sido víctima de una estafa a través de internet que le llevó a la ruina. Adriana, por su parte, estaba consumida en la frustración desde que la justicia le quitó la custodia de la niña. Además, “estaban muy unidas y compartían todo lo que les sucedía a cada una”.
Adriana le confesó a su madre que tenía pensamientos suicidas, y esta le dijo que también tenía intención de acabar con su vida. Fue entonces cuando Adriana le propuso incluir a la niña en el macabro plan de suicidio colectivo. Lo hizo “como último acto posesivo, en venganza y resentimiento hacia el progenitor”.
Qué pasó en la habitación 404
La fecha de la venganza sería el fin de semana entre el 24 y el 26 de enero. Tenían planeado hacerlo en casa, pero el hermano de Adriana se presentó de forma inesperada para pasar el fin de semana con ellas. Tuvieron que maquinar un plan alternativo, y fue entonces cuando reservaron la habitación del hotel en Logroño.
El 25 por la noche salieron de casa sin hacer ruido, junto con la pequeña. Madre y abuela le suministraron una dosis elevada de Noctamid (pastillas para dormir) y esperaron a que durmiera profundamente. Cuando la niña ya estaba indefensa la asfixiaron tapándole la boca y la nariz con ayuda del chupete.
Luego, la investigación contiene algunas lagunas sobre cómo actuaron las dos mujeres. Todo indica que lo hicieron de forma impulsiva, sin pensar: la abuela culminó su objetivo de morir, pero Adriana no.
Según el informe del fiscal, Olga fue hallada muerta en el río Ebro junto a su bolso, que contenía una caja de Noctamid, dos cuchillos y dos memorias USB. Adriana se hizo cortes de 6 y 4 centímetros en las muñecas y heridas superficiales en la pierna derecha y en la izquierda. No fueron suficientes para morir, pero sí para llenar la habitación de sangre.
Las cartas de despedida: 'Necesito descansar'
El escrito de acusaciones contiene también el historial de búsquedas de los teléfonos móviles de las dos asesinas. “Comprar veneno, comprar cianuro, mata ratas, muribrom, bromadiolona, cortarse las venas, asfixia de una persona, cuánto tiempo tarda en morir una persona que se corta las venas, un veneno fácil de encontrar”.
También constan las cartas de despedida de la madre y la abuela. “Esto es una carrera de fondo y mi meta llegó ya, ha sido larga y con mucha resistencia”, escribe Adriana a una amiga, “Sólo siento paz, necesito descansar de todo esto”. A su padre le dice: “Ahora tengo a Carolina a mi lado y veo que es lo correcto”.
“Solo espero que algún día me puedas perdonar, mi vida es un infierno”, escribe Olga a su marido. A su hijo Ramón le dice: “No dejes de luchar, donde están los dólares está también lo que tengo”. Las cartas fueron encontradas el día 26 de enero, horas después de que Adriana y Olga cumplieran su macabro cometido.
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