Tras la notificación de la aparición de una cepa de coronavirus más contagiosa en Reino Unido, Francia cerró inmediatamente la frontera. La consecuencia fue que miles de transportistas, muchos de ellos españoles, quedaron atrapados en el puerto de Dover, a pocos días de la Navidad, sin poder llegar a casa para ver a sus familias.
La frontera reabrió hace tres días, pero Francia exige a los camioneros un test de coronavirus negativo para entrar en el país. Esto, sumado a la lentitud con la que avanzan los vehículos, hace que solo el 15% de los vehículos hayan conseguido salir del atasco.
Se calcula que hay unos 10.000 camioneros atrapados. Miguel es uno de ellos: «Hemos hecho la prueba y vamos saliendo poco a poco». Pero la evacuación es lenta. Muchos tienen hechas las PCR y esperan su turno, pero la cosa va lenta. «Pensábamos que en 30 horas se podría resolver, pero la realidad es que no, todavía quedan unas 24 o 30 horas más», asegura el director general de la Asociación de Transporte Internacional en Carretera, Ramón Valdivia.
Esta asociación representa a grandes empresas del sector. «Las cosas van muy despacio, de los que tenemos chequeados a las 12 de hoy habían salido el 15% de los que estaban», ha asegurado Valdivia. La cola es tan larga y el ritmo de salida tan lento, que muchos se hacen a la idea de que la cosa va a durar días, quizá incluso hasta después de Nochevieja.
Unos días que se hacen eternos por las difíciles condiciones en las que están viviendo los transportistas: «Muchos están comiendo y bebiendo de la caridad de los vecinos de la zona, que les llevan pan, queso, jamón, algunas conservas». Así lo asegura la Confederación Española de Transporte de Mercancías, que asegura que la situación va a durar días.
De hecho, los que consigan presentar la prueba negativa y salir del atasco van a tener que enfrentarse a nuevas retenciones para cruzar el Canal de la Mancha. Desde la confederación explican que «está tan sobrecargado que es imposible, las vías de comunicación están colapsadas, y luego tienes el cuello de botella y el ferry».
Pérdidas económicas
De los transportistas atascados calculan que unos 3.500 o 4.000 son españoles. Y de las 10.000 pruebas realizadas por el gobierno británico, solo 24 han dado positivo. «Han estado jugando con nosotros, somo transportistas, no héroes», aseguran.
Uno de ellos, Manuel, esperaba reanudar la marcha este sábado: «Nos hicieron anoche un autotest que nos proporcionaron los militares ingleses», cuenta este transportista, que culpa a la política y no al virus de la situación. «Queremos un respeto, se está jugando con el transporte, los chóferes, las familias. Ellos sí han estado con sus familiares en Nochebuena, nosotros no».
Además de la tristeza de no poder pasar las fiestas con sus familias, los transportistas sufren las consecuencias económicas. El atasco provocará pérdidas enormes, ya que según las asociaciones de transportistas, cada día que un camión está parado supone unos 600 o 700 euros de pérdidas.
Esto supone más bien poco para las grandes compañías, pero entre los camioneros atrapados hay mucha pequeña y mediana empresa para las que cuatro o cinco días pueden ser la puntilla definitiva a una situación ya de por sí difícil. En contra de lo que pueda parecer, ha sido un año también duro para el sector del transporte.
Piden más compromiso al Gobierno
En la confederación han echado en falta más apoyo del gobierno español: «El cónsul británico ha estado allí, pero hemos echado de menos una mayor implicación del Gobierno, desde el principio les hemos informado de lo que estaba pasando. Ahora los camioneros necesitan un poco de su Gobierno, pues no lo han tenido».
Mientras tanto, el ánimo de los afectados va empeorando. Llevan días a pocos grados y comiendo hamburguesas y patatas fritas de los establecimientos de comida rápida. Lázaro, uno de ellos, tiene claro que «han utilizado lo de la nueva variante del coronavirus como excusa, nos han usado para forzar a los británicos a firmar el acuerdo».
Los camioneros se desesperan ante la lentitud: «el compañero de delante ha avanzado un kilómetro y medio en dos días». Algunos prefieren optar por el optimismo: «Si no pasa nada, dentro de un par de días podemos coger el tren, tengo ganas de llegar a casa, a ver si hay suerte». Pero la sensación es de desánimo: «A este paso, ni en Nochevieja».