Ali Khouch, marroquí de 36 años, perpetró el pasado lunes en Sa Pobla (Mallorca) el peor crimen que se puede cometer: mató a su mujer embarazada de tres meses y a su hijo de 7 años. Un acto brutal que llevó a cabo a conciencia como venganza contra su ex pareja, una marroquí de 28 años. Ayer por la tarde, Ali envió un mensaje de Whatsapp a su cuñado: «Si quieres ver a tu hermana y a tu sobrino, están muertos en casa».
La policía cree que Ali mató a su mujer y a su hijo la madrugada del domingo al lunes, sobre la 1. El lunes, su hijo de 7 años no fue al colegio ni dio una justificación. El martes, al no presentarse tampoco, el centro dio la voz de alarma a la policía y les puso en conocimiento de que su madre había cursado una orden de protección contra su ex marido.
En un principio se creía que había sido la policía quien, alertada por la ausencia de la mujer y el niño, entraron en casa y descubrieron los cadáveres. Pero la última información señala que fueron los familiares los primeros en llegar. Al no poder entrar, uno de ellos se coló por un patio exterior y accedió a la vivienda. Una vez dentro descubrió los cuerpos, y llamó a la policía y a los servicios de emergencia.
Ella estaba en la cocina, ensangrentada y con un golpe en la cabeza. El cadáver del niño estaba en el comedor. Ambos fueron estrangulados. Según las primeras investigaciones, el hombre entró en el domicilio la madrugada del domingo al lunes, en torno a la una y media de la madrugada, y acabó con la vida de ambos.
Es en torno a aquella hora cuando Ali llamó muy alterado pidiendo un taxi para ir a Palma: «Pagaré lo que sea». Él y la fallecida son primos procedentes de Nador (Marruecos). Ella apenas salía de casa, y los vecinos solo la veían cuando llevaba el niño al colegio o cuando hacía la compra en el supermercado. Por eso no notaron su ausencia el lunes y el martes, y fue el colegio el que dio la voz de alarma a la policía.
Ali se había marchado a Marruecos a vivir un tiempo, pero en enero volvió a España ya que su familia le presionaba que que estuviera con su mujer y su hijo. Según informa Última Hora, el asesino confeso tiene problemas con las drogas y un carácter violento, algo que le llevó a cometer malos tratos contra su mujer. Ella le había denunciado en 2014, y solicitó una orden de protección que ya había expirado en el momento del crimen.
El asesino quiso dejar constancia de sus hechos, y con una gran frialdad envió un mensaje al hermano de la mujer asesinada. Este, que vive en Valencia, recibió el macabro texto y lo puso en conocimiento de sus familiares en Sa Pobla. Los temores se convirtieron en realidad cuando encontraron los cadáveres en el escenario del crimen.
Dolor por la muerte de Warda y Mohamed
El doble crimen ha sacudido la población de Sa Pobla, de poco más de 13.000 habitantes. A lo largo de las últimas horas se han sucedido los minutos de silencio para recordar a Warda y a su hijo Mohamed, víctimas de la violencia de género. La delegada del Gobierno también ha transmitido su tristeza por lo ocurrido, y ha pedido no desfallecer en la lucha contra la violencia machista.
Donde más se ha dejado sentir el dolor por la muerte de esta madre y de su hijo ha sido en su localidad, Sa Pobla. Cientos de personas han abarrotado la plaza mayor del pueblo, donde han estado presentes la delegada del Gobierno, Aina Calvo, el alcalde Llorenç Gelabert, el coronel de la Guardia Civil, Alejandro Hernández, y el vicecónsul marroquí.
La delegación se pronuncia ante el caso
Warda había pedido una orden de vigilancia y protección contra su marido, pero esta ya había expirado antes de producirse el crimen. Tras conocerse la tragedia se extendió el malestar por un posible caso de dejadez institucional. La mujer denunció dos veces a su marido, hecho por el cual se considera que el sistema de protección podría haber fallado.
Sin embargo, la delegación del Gobierno niega que se haya producido un fallo en el seguimiento y asegura que la víctima había vuelto a convivir con el hombre a pesar de las denuncias interpuestas en 2012 y 2018. Según ha avanzado la delegación, ella misma constató una «cierta normalidad» tras haber retomado la relación.
Según fuentes gubernamentales, fue la propia Warda la que renunció al programa de protección al notar que las amenazas y los malos tratos habían cesado. Aun así, se mantuvo una «contravigilancia» tal y como se hace en estos casos, por prudencia. Lo cual lleva a asegurar que los protocolos de vigilancia no fallaron.
En estos momentos, Ali se encuentra en dependencias policiales aunque se ha negado a declarar ante la policía, y está a la espera de pasar a disposición judicial. Se trata del décimo asesinato por violencia de género y la segunda víctima mortal menor de edad en lo que va de 2021 en España.