Lo que está pasando en Ciudadanos ya lo hemos visto antes. Sucedió en 2014, cuando a medida que UPyD desaparecía, sus miembros se iban pasando en tromba a Ciudadanos, el partido de moda llamado a disputar el centro-derecha en España. Ahora está pasando lo mismo con partidos distintos, Ciudadanos y el PP, pero un mismo artífice: Fran Hervías.
Francisco Javier Hervías, hijo de un Guardia Civil andaluz destinado en Cataluña, llegó a Ciudadanos en 2006. Justo el momento en el que un joven Albert Rivera dio la sorpresa entrando en el parlamento con tres diputados.
Forjado en el ambiente hostil del nacionalismo catalán y vasco, Fran Hervías encontró en la formación naranja el proyecto definitivo para defender el unionismo. Su auge coincidió con la decadencia de un partido que había nacido con el mismo espíritu, UPyD, cuyos miembros empezaron a pasarse a Ciudadanos con la ayuda del propio Hervías.
[predef]espaadiario-631[/predef]
Él estuvo detrás del proceso de desguace de UPyD y de construcción de Ciudadanos como partido arrollador que estuvo a punto de gobernar España. No es extraño pues que haya sido el primero en abandonar el barco de Ciudadanos en pleno proceso de hundimiento, y quien está gestionando la fuga de los naranjas hacia el PP.
Pero la estrategia de Hervías, más allá de señalar el principio del fin de Ciudadanos, tiene otra derivada. Entre bambalinas y con mucha discreción se estaría fraguando el regreso de Albert Rivera a la política española. Rivera, antiguo líder de Ciudadanos y muy amigo de Fran Hervías, estaría preparando su vuelta a la política nacional, esta vez en el PP.
Albert Rivera guarda silencio
Por ahora, el catalán se mantiene en un segundo plano. En pleno terremoto por la crisis que sufre su partido, Rivera ha anunciado que dirigirá el nuevo Instituto de Liderazgo y Formación Política en la Universidad Complutense de Madrid. Su cargo ha sido propuesto por el ex consejero de Universidades de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia, que fue destituido junto con el resto de consejeros de Ciudadanos el pasado 10 de abril.
Pero el regreso de Albert Rivera a la política no es nada descabellado, y su enlace podría ser el propio Fran Hervías. Hervías fue secretario de organización de Albert Rivera y no da ningún paso sin su aprobación. Su fuga de Ciudadanos al Partido Popular coincide de lleno con la estrategia que están fraguando Albert Rivera y Pablo Casado para acabar unificando a los dos partidos en uno solo.
El objetivo es refundar el centro-izquierda para recortar terreno a Vox y plantar cara a Pedro Sánchez en las próximas elecciones generales. Y aquí entra en juego otro personaje clave: Teodoro García Egea. Él fue el primer señalado en su partido por la crisis de Murcia, pero también está siendo el encargado de recoger los pedazos rotos para reconstruir el PP.
Su estrategia pasa por absorber a Ciudadanos, y para ello necesita al sector crítico con la dirección actual. Teodoro García Egea, secretario de organización del PP, tiene una muy buena relación con Albert Rivera, hacia el cual se ha deshecho en elogios en las últimas horas: «Hablamos frecuentemente y tengo una buena relación con él. Ha hecho cosas muy buenas por España».
Y la llegada de Rivera al PP es un rumor que cada vez suena con más fuerza, y fuentes conocedoras del PP lo dan por hecho. Como Joan López Alegre, que fue diputado del PP en Cataluña y que en una emisora catalana en director ha lanzado su predicción: «Hervías no ha hecho nunca nada que no supiera Albert Rivera. Estoy convencido de que el paso de Hervías es el puente que está tendiendo para que Rivera vuelva a la política dentro del Partido Popular».
De la debacle a la ruptura
Ciudadanos es un partido fracturado en dos almas. La actual dirección, con Inés Arrimadas al frente, cree que la crisis viene de la estrategia errónea de Albert Rivera, cuando se negó a entrar en el Gobierno con Sánchez y se lanzó a la disputa del liderazgo de la derecha con el PP. Un error de cálculo que le costó el peor batacazo electoral de la formación.
Albert Rivera dimitió tras la debacle, y su sucesora Inés Arrimadas consideró que la mejor forma de sacar al partido de la irrelevancia política era devolviéndole su utilidad. Por eso se convirtió en el comodín de Pedro Sánchez durante el primer estado de alarma en España, hace un año, hasta consolidarse como un socio más del gobierno de izquierdas.
Esta estrategia, brillante para algunos, ha sido criticada por el sector conservador. Lo ven como una entrega al «sanchismo» y a los nacionalistas e independentistas que sostienen a Pedro Sánchez en el poder. En definitiva, una traición a los valores fundacionales de un partido que nació precisamente para hacer frente al nacionalismo.
La gota que colmó el vaso fue la moción de censura que Ciudadanos y el PSOE fraguaron contra el PP de Murcia. Otro error de cálculo, pero esta vez de Arrimadas, que no creyó que fuera a tener consecuencias a nivel nacional. Pero ha sido precisamente la excusa que necesitaba el sector riverista para iniciar el desguace de Ciudadanos.
Con las elecciones en el horizonte
Arrimadas está ahora aislada y acosada por la opa hostil del PP. Tras la marcha de Albert Rivera abandonaron el barco su núcleo duro: Juan Carlos Girauta, Fernando de Páramo y José Manuel Villegas. Con el adiós de Fran Hervías, el sector conservador manda un mensaje claro a los militantes: Ciudadanos ha dejado de ser un instrumento útil para disputar de tu a tu el Gobierno a la izquierda y los independentistas.
Durante todo este tiempo, Albert Rivera ha mostrado un sutil acercamiento hacia el PP. En marzo de 2020, sin ir más lejos, se incorporó al despacho de abogados Martínez-Echevarría para trabajar en el recurso contra la ley catalana de alquileres y la Ley de Educación de Celaá, que promocionó el PP.
De alguna manera, Albert Rivera y los suyos asumen que Ciudadanos es un proyecto poco útil para afrontar la nueva etapa política en España. Con Sánchez enrocado en el Gobierno y Vox conquistando cada vez más terreno, el espacio del centro-derecha se va reduciendo cada vez más. Pablo Casado tiene dos años para recomponer ese espacio, y la llegada de Albert Rivera podría suponer el impulso definitivo para llegar a la Moncloa.