Foto de las víctimas en blanco y negro

Teresa y Ana María: 12 años de silencio y dos asesinos en la calle

A pesar de las pruebas abrumadoras contras sus respectivas parejas, los dos casos siguen sin resolver años después

«A tu madre no la vas a volver a ver». Es lo que dijo el marido de Ana María Fernández, Francisco José, al hijo de ambos. Más de doce años después del crimen, el cadáver sigue sin aparecer y el presunto culpable en la calle a pesar de los indicios en su contra.

Un caso similar al de María Teresa Troncoso, cuyo cadáver emergió desde el fondo del mar enrollado en redes de pesca. Todos los indicios apuntaban a su ex, con quien tenía una niña de tres años. Pero a fecha de hoy, el caso sigue sin resolver y el presunto asesino en la calle.

Los sucesos de Ana María y María Teresa parecen historias paralelas. Sucedieron en 2008, y desde entonces sus familias esperan justicia. A pesar de las abrumadoras pruebas que incriminan a los presuntos asesinos, nadie ha pagado su precio por ello. 

El crimen de María Teresa

María Teresa Troncoso Comesaña vivía tranquilamente en Nigrán, un pequeño pueblo en la provincia de Vigo, con su madre y su hija de tres años. Desapareció el 8 de noviembre de 2008, y desde entonces, su familia guardó la esperanza de volver a verla con vida. 

Su cadáver hubiera permanecido para siempre en el fondo del mar, si no fuera porque las corrientes lo levantaron hacia la superficie. Fue así, de milagro, como los pescadores descubrieron su cuerpo enredado en unas redes y del todo irreconocible.

Un colgante de oro permitió identificarlo como el cuerpo de María Teresa, empleada de una empresa de limpieza que había desaparecido meses antes. Entonces se puso en marcha una investigación. La familia ofreció información clave para poner el foco en el sospechoso.

La madre de la víctima reveló a la policía que su antiguo compañero sentimental y padre de su hija pequeña, José Zapatero, la maltrataba. No existían denuncias previas. Pero ella dejó claro que le hacía la vida imposible: «una vez, hasta llegó a rajarle el coche». 

La pareja se había separado poco después de nacer su hija, pero habían acordado un régimen de visitas de forma cordial. La pequeña pasaba un fin de semana cada quince días con su padre. Su madre la dejaba en un centro para que pudiera recogerla.

Fue allí donde vieron por última vez a la mujer, y todo apuntaba a que José era la última persona que la había visto con vida. Él mismo reconoció ante la policía haber visto a su ex pareja aquella noche. Pero desde el principio negó su participación en el crimen. 

José llegó a estar acusado de homicidio y pasó por la cárcel de forma provisional. Tiempo después, y a pesar de que existían pruebas suficientes contra él, salió en libertad. El caso quedó archivado hasta el día de hoy, y la familia de la víctima ya ha arrojado la toalla.

En el momento de fallecer, María Teresa tenía 43 años. Su cadáver presentaba un gran número de cuchilladas, lo que hacía pensar en un crimen pasional. Un asesinato que ha tres niños huérfanos y que ha quedado impune.

Ana María Fernández: caso sin resolver

Pocos meses antes del crimen de María Teresa, también en 2008, desapareció sin dejar rastro una mujer viguesa de 37 años. Ana María Fernández fue vista por última vez en la autovía A-52. Volvía a su casa de Cádiz con su marido y su hijo de 10 años.

El principal sospechoso, su marido, cambió su declaración inicial hasta en cuatro veces e incurrió en continuas contradicciones. Pero a fecha de hoy el cuerpo de la joven sigue sin aparecer, y el presunto culpable está libre y sin cargos. Otro crimen sin resolver.

Ana María Fernández era natural de Vigo pero vivía en Barbate (Cádiz) desde hacía años. Su marido era de allí, y los dos tenían un hijo a punto de cumplir once años. Tenían trabajos esporádicos, y se habían conocido en un centro de desintoxicación.

Ella había tenido problemas con las drogas tiempo atrás, pero había conseguido superarlo y era una persona muy querida en la localidad. Aseguran que nunca se hubiera marchado por su propia voluntad, y menos sin su hijo. Él era su razón de ser y de existir.

Por eso cuando el marido argumentó que se había ido por su propio pie, los investigadores empezaron a desconfiar. El 1 de abril de 2008, mientras los tres volvían a casa, ella se esfumó. El niño declaró que sus padres habían discutido y que él la había pegado.

A la semana siguiente, el hombre empezó a vivir con otra mujer en el domicilio de la pareja. El sujeto dio hasta tres localizaciones distintas del lugar donde vio por última vez a su ex. Además, las horas no coincidían con el tiempo desde que salieron de Vigo.

La Guardia Civil estuvo mucho tiempo buscando a lo largo de ochenta kilómetros de la citada autovía. Pero a fecha de hoy el cuerpo sigue sin aparecer, y sin cuerpo no hay delito. Por eso, a pesar de todas las pruebas en su contra, Francisco José sigue libre.

En 2015 apareció un cráneo en la zona donde creen que desapareció Ana María. Pero las pruebas forenses determinaron que no era compatible con el ADN de la viguesa desaparecida. El misterio sigue sin resolver doce años después.