Jorge Ignacio Palma ha llegado esta mañana a la Audiencia Provincial de Valencia con la misma indiferencia que ha mostrado hasta ahora. Se enfrenta a tres condenas de prisión permanente revisable y más años de cárcel por violaciones. Los expertos le describen como un asesino en serie de manual.
Se trata de uno de los juicios más mediáticos, que durará cinco semanas y que contará con multitud de pruebas y testigos. Jorge Ignacio está acusado de los asesinatos de Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela. También de la tentativa de homicidio de otras ocho mujeres supervivientes.
Los hechos que se juzgan a partir de hoy fueron cometidos entre junio de 2018 y noviembre de 2019 en Manuel (Valencia). Marta Calvo, cuyo cadáver sigue sin aparecer, pudo delatar a su asesino y destapar el resto de casos. La justicia juzga ahora a uno de los asesinos en serie más despiadados de España.
Sus víctimas eran prostitutas
La fiscalía y las acusaciones, apoyados en la investigación, describen el modus operandi de este depredador letal. Jorge Ignacio administraba cocaína de alta pureza en la vagina de las víctimas hasta provocarles la muerte. Su objetivo era el placer de verlas morir tras intoxicarlas sin su consentimiento.
Sus víctimas eran prostitutas de las cuales podía obtener sus cuerpos sin oposición y sin riesgo de ser denunciado. Su plan fracasó precisamente cuando escogió como víctima a Marta Calvo. Esta había enviado a su madre la ubicación de la casa del asesino, lo cual fue clave para su detención.
El depredador convencía a sus víctimas para que consumieran cocaína, y una vez aturdidas les introducía la droga por vía anal y vaginal. Una de las chicas muertas tenía 19 veces más cocaína en el cuerpo que una dosis letal. Si las víctimas se resistían, conseguía su sumisión con éxtasis líquido.
Sus ataques se aceleraban
Los expertos Vicente Garrido y Juan de Dios Vargas han elaborado un informe criminológico con un perfil del acusado. La jueza lo ha rechazado al entender que supone un prejuicio ante el reo. En el informe, los criminólogos dejan claro que el objetivo del agresor era llevar a las víctimas a un cuadro convulsivo.
Según los expertos, Jorge Ignacio Palma es un depredador sexual letal que dejó un reguero de víctimas durante 15 meses. Entre la primera y la segunda víctima (ambas sobrevivieron) pasaron cinco meses. Y tres más hasta que consumó su primera muerte, la de Arliene Ramos, brasileña de 32 años.
Tres meses después tuvo lugar la segunda muerte, la de Lady Marcela Vargas, una colombiana de 26 años. A partir de entonces su actividad se acelera y a los quince días comete un nuevo ataque. Entre la sexta y la décima víctima el intervalo de los ataques se reduce a dos o tres semanas.
Ese rasgo, el de la aceleración de los ataques, es una conducta habitual en los psicópatas. Entre la novena y la décima hay apenas unos días, y la mayoría de las víctimas sobreviven de milagro. Muchas de ellas describen una sensación de terror paralizante al saber que iban a morir sin poder hacer nada.
Cegado por su sadismo
Jorge Ignacio no pudo ver morir a la primera víctima porque fue sorprendido en plena agresión y tuvo que huir corriendo. Sí consiguió su fin con la segunda, a la que pudo ver morir con una sobredosis mortal. A partir de entonces comete los ataques de manera más compulsiva.
La noche del 6 al 7 de noviembre de 2019, en vísperas del asesinato de Marta Calvo, intentó hacer lo mismo con dos mujeres más. Tras consumar el crimen, contactó con tres mujeres más para realizar una “fiesta blanca”. Solo la detención logró evitar que ampliara aún más su reguero de sangre.
La investigación ha destapado que mientras decidía qué hacer con el cuerpo de Marta, trató de cometer otros ataques. Lo cual significa que el agresor estaba totalmente fuera de sí, cegado por sus sádicas fantasías. A partir de su modus operandi, los criminólogos han elaborado su perfil criminal.
Asesino en serie de manual
Jorge Ignacio es “un depredador letal con compulsión por matar” que escenificaba el ataque “como un homicidio sexual sádico”. En esos actos, “la fantasía esencial era la obtención del control total sobre la víctima y saber que él ha causado la muerte que se está desarrollando ante sus propios ojos”.
Lo particular de este psicópata es el método del ataque, que sigue siempre un patrón y tiene como particularidad el arma homicida: la cocaína. Todas las víctimas supervivientes le describen como alguien extraño, que daba miedo. Los expertos tienen claro que responde al perfil exacto de asesino en serie.
“Lo que define al asesino en serie sexual o depredador letal es su compulsión por matar”, dicen los expertos. “El fin último”, explican, “es obtener una satisfacción sádica de naturaleza sexual, contemplar la agonía de la víctima”. El acusado les introducía la droga a uno o dos centímetros en la vagina o el ano.