Ariadna y Guillem, de 18 y 22 años, fallecidos en un incidente en Andorra

Ariadna y Guillem, dos jóvenes fallecidos juntos con un futuro brillante por delante

Ariadna estudiaba medicina en el extranjero y Guillem había hecho ADE y era voluntario en centros de mayores

Ariadna tenía 18 años y estudiaba para ser médico. Guillem tenía 22 años y era un brillante estudiante con vocación solidaria. Los sueños de estos dos amigos se truncaron el pasado sábado por la noche, cuando después de una fiesta se durmieron para no despertar nunca más. La causa: un generador eléctrico en mal estado.  

La noticia causó conmoción en Andorra, de donde los dos eran naturales y donde los dos murieron. La última vez que les vieron fue el sábado por la noche, y al día siguiente, al no dar signos de vida, la familia de Ariadna notificó su desaparición.

Empezó entonces una búsqueda que finalizó de forma trágica horas después, cuando la policía encontró sus cadáveres en una caseta para guardar ganado y maquinaria agrícola. No presentaban signos de violencia, y la autopsia confirmó después que habían muerto intoxicados por un generador en mal estado.

Ariadna tenía 18 años, era de Escaldes y era muy conocida en Andorra. Estudió en el Colegio Sant Ermengol y actualmente estaba cursando medicina en la universidad Pavol Jozef Safarik, en Eslovaquia. La muerte de Ariadna ha conmocionado a todo su entorno, sobre todo a su familia y sus amigos, que aún no pueden creer lo que ha pasado. 

Guillem también era muy querido en Andorra. Sus amigos le definen como un chico con ideales, decidido y entregado. Tenía una gran vocación de ayudar a los demás. Durante la pandemia había realizado tareas de voluntariado en un centro social y sanitario para ayudar a la gente mayor. Además, era un estudiante brillante que había hecho Administración y Dirección de Empresas en el Instituto Químico de Sarrià, en Barcelona. Allí hizo también un máster de gestión matrimonial y financiera.

Búsqueda agónica

Los dos tenían un futuro brillante por delante, y por eso su muerte resulta aún más dolorosa para familiares y amigos, que intentan entender qué sucedió. Cuando desaparecieron, la madrugada del sábado al domingo, su entorno pensó que se habían escapado y que volverían tarde o temprano. Lo mismo dijeron las personas que habían estado con ellos en la fiesta: no sabían dónde estaban, pero no les había podido pasar nada malo.

No podían ni imaginar que, en realidad, Ariadna y Guillem estaban muertos muy cerca del lugar donde se hizo la fiesta. Se desconoce si los dos jóvenes se conocían previamente, pero las primeras hipótesis apuntan a que ambos abandonaron la casa donde se celebraba la fiesta y se dirigieron hacia una caseta cercana, donde se quedaron dormidos mientras inhalaban el gas tóxico de un generador en mal estado.

La policía realizó una primera ronda de interrogatorios a los asistentes a la fiesta, pero no sacaron nada en claro. Algo, sin embargo, les llamó la atención: la joven se había dejado el bolso en la casa, y el coche de él seguía aparcado en el mismo sitio. Nada parecía indicar que los jóvenes se habían fugado voluntariamente.

Cuando encontraron sus cuerpos, Arianda y Guillem no presentaban signos de violencia y a su lado había un gran generador. Enseguida pensaron en una intoxicación, pero había que esperar al resultado de las autopsias. 

Durante toda la noche, el generador estuvo proporcionando electricidad a la casa donde se celebraba la fiesta. El aparato estaba dentro de una borda, una casa típica para el ganado y la maquinaria agrícola en Andorra. Por eso el resto de los asistentes a la fiesta no se intoxicaron. El único error de los dos jóvenes fue meterse en aquella caseta. El monóxido de carbono del generador les dejó inconscientes y acabó con su vida en pocos minutos.

Una muerte 'dulce'

El fallecimiento por intoxicación de monóxido de carbono (CO) se conoce popularmente como la muerte dulce porque es rápida y no causa dolor. La persona que inhala este gas siente una especie de borrachera acompañada de somnolencia, hasta que pierde el conocimiento. En ningún momento siente que se está ahogando. Sencillamente, no sabe que va a morir.

El CO, el gas que ha matado a Ariadna y Guillem, es muy peligroso porque solo se puede detectar mediante sensores. No tiene color, ni olor, y respirado en niveles elevados puede causar la muerte. Además, aunque la persona se dé cuenta no puede escapar de la trampa mortal, porque el monóxido de carbono provoca una parálisis en las piernas que impide salir corriendo.

La causa más frecuente de este tipo de intoxicaciones es la mala combustión de chimeneas, calderas, calentadores de agua y aparatos domésticos como estufas y hornillos. En estos casos, la mejor prevención es hacer una revisión periódica de la instalación eléctrica y los aparatos que tenemos en casa.