Rocío Carrasco en su documental 'Contar la verdad para seguir viva'

'A Rocío Jurado la tenían que matar antes de que vieran un céntimo de ella'

La herencia de Rocío Jurado fue el principio del fin para el desencuentro familiar

El octavo capítulo de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' quizás sea uno de los más duros  que hemos visto hasta el momento, ya que además de abordar el tema de la herencia de  Rocío Jurado, Rociíto cuenta en primera persona la paliza que su hija le pegó en 2012. 

«Ella no se puede permitir tener un sentimiento bueno hacia mí, porque ella sabe que si lo hace, no va ser aceptada en casa de su padre, que es la persona a quien más quiere. Cuando el miedo te acompaña todos los días de tu vida, se convierte en pánico.

Ahora tengo miedo, pero ha llegado el momento de combatirlo contando la verdad», ha asegurado la hija de la más grande refiriéndose a su hija y a la manipulación a la que se veía sometida. 

Además, Carrasco también abordaba el tema de la herencia de su madre. Sin duda, la semilla de la discordia entre ella y su familia.

Después de ser nombrada heredera universal de su madre, Rocío  denuncia que el resto de familiares lo que hace es unirse a la persona que más daño le ha hecho «a su hermana en vida, a su mujer, a su sobrina, y a la hija de tu mujer». 

«El que va fardando de que lo quería mucho, que moría por él. La tenían que matar antes para que vieran un duro de ella», ha sentenciado acerca del lado del que se posicionaron muchos miembros de su familia tras la muerte de Rocío Jurado. 

«La albacea de mi madre, Ana, nos llama a todos y nos dice que estemos en casa de mi madre. Y fuimos mi tía Gloria y su marido, Amador y su mujer, Ortega Cano, la albacea y yo», ha contado acerca de ese día en el que se dio a conocer el testamento.

Acerca de ese día, Rocío ha explicado que: «estábamos los que teníamos que estar. Bueno... tampoco los que tenían que estar porque tendría que estar su hermano, su hermana, su marido y yo».

Además, ha enumerado las pertenencias que dejó a cada uno. «A Gloria le deja una finca, a  Amador otra y a mí me deja de heredera universal». Ha relatado dejando muy claro que ella hasta ese momento no tenía ni idea de lo que había decidido su madre. 

Y, no solo eso, sino que Rocío también ha contado el motivo por el que Rocío Jurado tomó la decisión de no dejar nada a sus nietos, Rocío y David Flores. «Era su última voluntad. Así se llama, ¿no? Acto de últimas voluntades, porque ella considera que no debe dejárselo», ha alegado con rotundidad.

«Rocío Flores por no tener, no tiene ni a la que la ha parido. Veo cambios en el colegio, en su actitud... con Fidel tenía una relación maravillosa. Yo me voy cuenta de que no estoy bien emocionalmente, y no solo por la muerte de mi madre. Me encontraba con situaciones que son antinatura». 

No queda duda de que el testamento fue el hecho con el que se inició el declive de la relación con su familia y así lo confirma la propia Rocío, afirmando que «después termina cada uno por un sitio. Bueno, algunos muchos juntos y otros por nuestro camino», ha zanjado.

Así, como mandaba la ley, un tercio del total correspondía de manera equitativa a los hijos de 'la más grande', Rocío Carrasco, Gloria Camila y José Fernando, otro tercio para Ortega Cano, y el restante para el resto de herederos. 

En concreto, al diestro le quedaba su parte de la finca de Yerbabuena y la ganadería de Sevilla, mientras que a los hermanos les quedaba la finca de Los Naranjos, además de la casa de Chipiona para Gloria, y una nave industrial para Amador y sus hijos 'dentro del matrimonio'.