Rocío Flores tiene motivos para sentirse muy orgullosa. Después de tres meses en Honduras aislada junto a sus compañeros pasando hambre y calamidades es finalista de "Supervivientes 2020", Muchos no lo han conseguido.
Con solo veintitrés años nadie va a discutirle el mérito. Pero si pensaba que una vez de vuelta en España todo iba a ser paz y tranquilidad estaba muy equivocada.
Susto en directo por no estar atenta
La gala en directo retransmitida desde el hotel en Madrid donde los finalistas se encuentran en estos momentos estuvo llena de instantes memorables. Uno de los más cómicos y divertidos ha sido el gracioso respingo que en un momento dado dio Rocío.
La hija de Antonio David no reaccionaba a la llamada de Jorge Javier Vázquez desde el plató del programa.
Entonces Jorge Javier alzó bruscamente el tono de voz y a ella le llegó el sonido de golpe. Esto es debido al desfase de tiempo que por razones técnicas se produce desde que la señal sale desde plató hasta que llega a sus oídos.
Luego fue la propia Rocío la que contó lo sucedido. Justificó su despiste diciendo que pensaba que en ese momento estaban en una desconexión publicitaria y que nadie la avisó de que la pausa había finalizado.
Distraída y pensando en sus cosas el grito de Jorge Javier la asustó porque no se lo esperaba. De ahí su cómico saltito.
El deseado reencuentro con su chico
La de ayer fue una jornada llena de emociones fuertes para Rocío.
Durante su estancia en la isla la joven no se ha cansado de decir lo mucho que echaba de menos a su novio y las muchas ganas que tenía de verlo. Incluso habló de la posibilidad de quedarse embarazada y tener un hijo.
Minutos después de su susto en directo se produjo el encuentro con Manuel Bedmar.
Pudieron verse y abrazarse mediante la "puerta de los abrazos". Tuvieron que meter los brazos en unos tubos de plástico transparente para poder tocarse con ellos puestos. Entonces Rocío volvió a emocionarse y sacó a relucir su carácter más espontaneo. Las reacciones y comentarios tanto en el plató como entre los espectadores en sus casas no se hicieron esperar.