'Jesús por Mariñas, memorias desde el corazón', así se llama el libro que promete convertirse en la peor pesadilla de Rocío Carrasco. Un libro en el que a lo largo de varios capítulos, el periodista del corazón hace un recorrido por sus 60 años de profesión.
Mariñas habla sin tapujos acerca de Rocío Jurado, la verdadera mujer, y no la artista. Algo, que no le ha hecho nada de gracia a su hija, sobre todo porque se ha atrevido a poner en duda la sexualidad de 'la más grande'.
Y, mientras Carrasco se prepara para el 'second round' contra su familia, ahora recibe un nuevo golpe de parte del enemigo más inesperado.
De hecho, parece decidida a llevar a Mariñas ante los tribunales por las insinuaciones que ha hecho sobre su madre, y también sobre Ortega Cano.
En el adelanto de las memorias que ha ofrecido el tertualiano en exclusiva al diario 'La razón' pueden leerse algunos fragmentos más que polémicos.
«Visitaba a menudo a Rocío Jurado. En la casa de La Moraleja me recibía peinada y con un juego de brazos teatral y espléndido», comienza relatando.
«Rocío Jurado era como mi hermana»
«Apenas pasados unos minutos, la estrella se deshacía en madre: lo que interesaba a Rocío Jurado no era que la asumiera como artista, que ya lo sentía, sino intervenir por su hija. Fue mi hermana. Es uno de esos personajes que enhebra los años setenta con el siglo XXI y que sigue viva después de muerta», destaca sobre su carácter.
Sin embargo, la polémica llega en el momento en que pone en duda su verdadera sexualidad.
«Rocío era un personaje aparentemente encantador con muchas aristas, perdida en sus contradicciones no asumidas, quizá por su propia sexualidad», señala Mariñas.
«Las estimulaba, las alimentaba y las creaba, posiblemente porque no le interesaba dar a conocer cuál era su verdadero yo. Daba una imagen de mujer imponente, cuando realmente era tímida e insegura. Estábamos ante una figura con luces y sombras, sobre todo por las relaciones íntimas».
Esta habría sido la confidencia que ha conseguido enfurecer a Rociíto, ya que ella no permite que nadie ponga en duda a su madre.
«Su hija está en todo su derecho de defender el honor de su madre», opinaba Ana María Aldón en 'Viva la vida'.
En sus memorias, Mariñas tampoco duda en hablar acerca de las relaciones que llegó a entablar 'la más grande'. Primero, de su matrimonio con Pedro Carrasco, y posteriormente con Ortega Cano.
«Tanto ella como Pedro Carrasco se metieron en jardines. No digo que no se enamorasen, pero también les interesó social y profesionalmente estar juntos», dice al respecto de la unión entre la artista y el afamado boxeador.
«Al final, Rocío y Pedro se separaron. No lo precipitó ninguna infidelidad, la convivencia se les hizo insoportable. Soportable de cara al público, pero íntimamente imposible».
«Por una infidelidad no se suele romper. Si interesa la otra persona, acabas echándotela a la espalda, dices: 'Bueno, ha sido un desliz, un tropezón lo tiene cualquiera'. Aunque el amor de la vida de Rocío fue Pedro, a pesar de todo».
A Ortega Cano todavía debe durarle la resaca
Respecto a Ortega Cano, señala que La Jurado «llegó a imponerle la boda porque sabía que al torero le apetecía casarse con ella para presumir y alardear de estar unido a la más grande».
Además, no duda en sacar a relucir sus problemas con el alcohol. «La resaca debe durarle todavía».
Del diestro, asegura que «Ortega estaba deslumbrado por la estrella, como lo estábamos todos. También se les acabó el amor de poco usarlo. Iban a separarse poco antes de que supiera que estaba malita. Al final, no fueron ellos, se encargó la enfermedad y la muerte».
El periodista reconoce que La Jurado llegó a ser una gran amiga para él, y muy querida, «con la que acabé a matar por culpa de lo que escribía sobre el que fue su yerno. Veía el aprovechamiento que le sacó él a aquel emparejamiento: empezó a colaborar en las televisiones y a ser noticia», arremete contra Antonio David.
«Y en eso llegó Fidel Albiac, un personaje que mueve sus hilos en la oscuridad», sentencia atacando también al actual marido de Carrasco. De él, asegura que ha sabido manipular a Rociíto y no para nada bueno.
«Resulta increíble comprobar cómo viven de la teta de la matriarca. Todos. Seguirán explotando la leyenda, y a lo mejor la auténtica leyenda no es la que cuentan», apunta refiriéndose a toda la familia.
«Rocío Jurado y yo encontrábamos cualquier pretexto para telefonearnos tres o cuatro veces al día. Como a tantos otros, la conocí después de criticarla en varias ocasiones por sus desfases y exageraciones al actuar, que no al cantar. Tuvimos nuestras palabritas», reconoce Mariñas.