David Flores Carrasco, el hijo de Antonio David y Rocío Carrasco, vuelve a ser protagonista de la actualidad. Y todo porque en el episodio siete de la serie de su madre, emitido ayer, se dio a conocer una situación que aquel vivió en más de una ocasión.
En concreto, se trata de una situación que experimentaba cada vez que volvía de estar con su padre los días que le correspondían. Y es que esa dejaba en evidencia el cuidado que aquel hacía de él y de su otra hija, Rocío Flores.
El convenio regulador
En la entrega de ayer del documental, Rocío Carrasco ha contado todos los ataques que ha recibido su marido (Fidel Albiac) por estar con ella. Asimismo, ha hablado de la muerte de su madre (Rocío Jurado) y, sobre todo, del convenio regulador que firmó con su ex. Convenio, suscrito por ambas partes en 2003, con el objetivo de contar con la custodia compartida de sus hijos.
Ella ha reconocido que, aunque tenía la custodia total, tomó esa decisión de que cada progenitor los tuviera quince días. Así, pretendía que sus pequeños estuvieran con su padre también y que pudiera 'reinar' la paz.
Sin embargo, no todo salió como ella esperaba. En concreto, desveló que, a pesar de que suscribieron una cláusula de confidencialidad al respecto, Antonio David no la respetó. Tanto es así que le dio a Lydia Lozano la información sobre el convenio, aunque mintió. Y también mintió al ir de plató en plató diciendo que por firmar aquel había perdido dinero.
Mediante pruebas documentales dejó constancia de que Flores, como en tantas ocasiones como hemos podido ver, falseó la realidad.
Lo que desencadenó la custodia compartida
De la misma manera, Rocío Carrasco ha contado qué sucedía cuando sus hijos regresaban con ella después de estar con su progenitor. Y lo ha hecho diciendo: «Cuando volvían después de quince días era como si tuvieses hecho un castillo en la arena, en la playa, y hubiese venido una ola y se lo hubiese llevado y no quedase nada».
A eso ha añadido: «Yo empiezo a notar que los niños vienen muy cansados. Rocío menos, pero David me acuerdo que me costaba un día o dos que se adaptara y volviera a su rutina, a estar centrado en lo que tenía que estar».
En ese punto, además, ha recordado una situación vivida con su hijo: «David venía el lunes por la tarde, llegaba, se metía en la cama y estaba durmiendo hasta el día siguiente».
Y eso se debía a que «venían de no tener un horario a la hora de acostarse, de estar rodeados de gente mayor, de poder hacer, en buena forma, lo que les diera la gana. Mi hija desde los 9 años quería un móvil y yo no le compraba un móvil, pero en casa de su padre tenía móvil, se quería acostar a las tantas y en mi casa no. Allí se acostaban a las tantas y pico y mil».
Las consecuencias de esa situación
En el documental, en relación a esa situación, Rocío Carrasco ha manifestado que «mis hijos no estaban siendo conscientes, igual que yo cuando estaba en Argentona, del daño emocional que eso les estaba haciendo».
Y es que, como ha dejado claro, en contraposición a cómo estaban con su padre: «Yo con mis hijos hacía una vida normal e incentivábamos mucho el deporte. Lo digo en plural porque era, sobre todo, Fidel».
A eso ha añadido: «Me iba con Rocío y sus amigas y era la época de la goma y la comba. Me ponía en el parque a jugar con ellas. Era una cosa que disfrutaba, pero eso tarda muy poco en desaparecer. Mi vínculo con ellos es fortísimo hasta que mi madre fallece».
Asimismo, se le ha preguntado si se arrepiente de haber firmado ese convenio con su ex por sus hijos. Y su respuesta ha sido clara: «Quiero creer que obré con diligencia en el sentido de que era lo mejor para ellos. Mis hijos querían estar con su padre y yo no iba a tener en mi casa a dos niños privándoles de estar con su padre».
Eso sí, ha reconocido que «firmé el convenio creyendo que la hacía un bien a mis hijos y me arrepiento porque lo que he conseguido es ofrecerle y ponerle en bandeja más tiempo para que consiguiera lo que hoy ha conseguido». Es decir, que se arrepiente de haber favorecido que Antonio David, según ella, le haya 'quitado' a sus pequeños.