Risto Mejide se ha curado del coronavirus y ha vuelto a la carga en «Todo es verdad». Desde el espacio que conduce en el prime time de Cuatro, quiso agradecer al sector sanitario y en especial a la vacuna. Esa fue, precisamente, una de las protagonistas durante el programa.
Después de atravesar las dificultades del Covid-19, Risto quiso dedicar su programa a abordar la polémica con los negacionistas. El debate se centró en torno al CDS, una sustancia que algunas organizaciones venden como la cura milagrosa para numerosas enfermedades.
Para analizar la situación de cerca, la reportera Jéssica de Francisco se infiltró en un laboratorio clandestino. Allí pudo comprobar de primera mano la agresividad que se respira en esos lugares. La reportera fue sometida a todo tipo de presiones y recriminaciones.
Por ejemplo, le insistían con mucha intensidad que se quitara la mascarilla. Pero lo más incómodo fue cuando el vendedor le habló sobre la vacuna. “Es letal te quedan 2 años de vida si te vacunas”, le dijo de forma agresiva tras soltar un discurso negacionista.
Su mensaje seguía el argumentario habitual de las teorías negacionistas: “Con la vacuna te inyectan cantidades de metales en tu cuerpo como el grafeno. Vas a ser detectada con las redes 5G, te van a detectar mucho más fácil que si no te la pones”.
Ante la estupefacción de la periodista infiltrada, le diagnosticaba dos años de vida: “No se te ocurra vacunarte. Lo que tienes que hacer es dejarte de gilipolleces y centrarte en acercarte a Dios por medio de la iglesia católica”.
Testigos en directo de un delito
Jéssica de Francisco se hizo pasar por una contagiada de Covid-19 para infiltrarse en el laboratorio clandestino. Allí producen y venden la sustancia prohibida CDS (dióxido de cloro). La venden como cura milagrosa, pero está prohibida por ser peligrosa para la salud.
La reportera infiltrada pedía información para ella y para su abuela. El vendedor le decía que en un par de días “estaría tomando el sol por ahí”. Pero el producto que le vendía, el dióxido de cloro, se considera un tipo de lejía que no solo cura sino que puede matar.
Al final acababa pagando 80 euros por un frasco pequeño adornado con la imagen de la Virgen María. Esa escena surrealista fue seguida por las preguntas de la periodista, que desveló su verdadera identidad. El vendedor, acorralado, se defendía: “Es un purificador de agua, es legal”.
En el plató, Risto y sus colaboradores siguieron atónitos el reportaje y aseguraron estar ante una conducta delictiva. “Están comerciando con una sustancia ilegal y perjudicial para el organismo”, aseguraban. Pero aún no lo habían visto todo sobre los negacionistas.
Mareos, vómitos y sequedad
El programa de Risto Mejide, «Todo es verdad», contó con la presencia de Christian Constán, hijo de una víctima del dióxido de cloro. Su madre, enferma, contactó con la organización Dulce Revolución y le vendieron el producto. El joven contó en directo las consecuencias de su ingesta.
“Tras 15 días tomando el producto, empezó a tener sequedad, mareos, vómitos, y a quedarse ronca. Se están lucrando a base de pacientes que sienten una desesperación”, explicaba el hijo de esta víctima con artritis reumatoide. El remedio acabó siendo devastador para la salud de su madre.
En internet circulan varios vídeos de supuestos científicos que recomiendan la ingesta de este compuesto. Sin embarho, no está demostrado que sirva para combatir el coronavirus y otras patologías. De hecho, es peligrosa para salud, tal y como han confirmado varios expertos.
El dióxido de cloro es un fuerte oxidante que ataca al virus en una superficie inerte, pero que en nuestro organismo destruye todo a su paso. No distingue entre el virus y los tejidos del organismo, y a la larga resulta muy corrosivo. Puede provocar problemas graves de salud, sobre todo en las vías respiratorias.