La reina Sofía ha vivido una recta final del verano de lo más intensa. Aunque no en el buen sentido de la palabra, ya que se ha enfrentado a dos episodios muy trágicos que han marcado un antes y un después en sus vacaciones.
Mientras que los primeros meses de junio y julio destacaron por ser tranquilos, las últimas semanas de agosto han estado cargadas de momentos de tristeza, pena y nostalgia.
En un margen de muy pocos días, la reina Sofía ha vivido con angustia los incedios que azotaron su tierra natal y ha acudido al entierro de una persona muy querida. Dos sucesos que han dejado a la mujer de Juan Carlos I completamente tocada a su regreso a España.
Las vacaciones de la reina Sofía: un verano de luces y sombras
Este verano, Doña Sofía se ha enfrentado a unas vacaciones no exentas de controversia. Ante la ausencia del rey emérito, instalado en los Emiratos Árabes desde el pasado verano, la reina ha organizado su agenda estival a su antojo.
Durante el mes de junio, la reina Sofía quiso disfrutar de varios días de estancia en su Grecia natal, donde compartió momentos privados con su familia y amigos más cercanos.
No fue un único viaje, sino varios desplazamientos que hizo en compañía de su hermana Irene, que se ha convertido en su fiel compañera. Incluso ambas se dejaron ver en un concierto junto a otros miembros de su numerosa familia.
Además, ya en el mes de julio, la reina Sofía acudió como de costumbre a su cita en Palma de Mallorca. El Palacio de Marivent la volvió a recibir con las puertas abiertas y, un año más, se convirtió en su refugio veraniego.
Allí pudo disfrutar nuevamente de la agradable compañía de su hermana Irene, aunque también tuvo tiempo para pasar unos días con sus amigos Jean Henri Fruchaud y Tatiana Radziwill. También de una simbólica y entrañable velada junto a los actuales reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía.
Todos coincidieron a principios de agosto en la isla y no dudaron en posar ante las cámaras para dar una imagen de unidad familiar. Doña Sofía, muy sonriente, incluso nos dejó el momento más esperado del verano tras posar con su nieta Leonor ambas cogidas de la mano.
El incendio y el funeral que han dejado completamente desolada a Doña Sofía
Sin embargo, el verano de calma y tranquilidad que había vivido la reina Sofía llegó a su fin con los últimos coletazos de agosto.
Primero fueron los incendios de Grecia los que le causaron una gran preocupación y desolación. Las llamas llegaron hasta el palacio Tatoi, en el que pasó su infancia, e incluso alcanzaron el cementerio real en el que descansan los restos de sus padres y otros familiares.
Los daños materiales han sido devastadores y la pena por ver cómo el fuego ha calcinado gran parte de sus recuerdos ha sido inmensa.
Sin embargo, el final del verano de la reina Sofía se ha visto especialmente enturbiado por el fallecimiento de Marie de Liechtenstein. Una pérdida que ha afectado enormemente a la madre de Felipe VI.
De hecho, fue la propia abuela de Leonor quién quiso ejercer de representante de la Casa Real y acudió al funeral celebrado en la catedral de San Florián de Vaduz.
Las otras preocupaciones que rondan la cabeza de la reina Sofía
Además, tampoco podemos olvidar la difícil situación familiar que atraviesa la madre del rey Felipe VI. No solo por todos los escándalos que salpican al rey emérito y la polémica desatada por su huida al extranjero, sino por la reciente marcha de su nieta Leonor a Gales.
La futura heredera al trono empezará un nuevo curso escolar fuera de España, sumándose a la larga lista de familiares que la reina Sofía tiene a miles de kilómetros de distancia.
Por si fuera poco, una nueva preocupación podría estar rondando la cabeza de la reina Sofía. El estado de salud de su hermano Constantino de Grecia ha hecho saltar las alarmas dentro de la prensa del corazón.
Y es que su actual aspecto físico, algo desmejorado, no ha pasado desapercibido para aquellos que lo han visto posando junto a su familia con motivo de su último cumpleaños.