Desde el rechazo de suegro, Don Juan Carlos, a las críticas de los amigos del rey Felipe, queda claro que la reina Letizia no lo ha tenido nada fácil.
Para empezar, el emérito nunca terminó de aceptar que su hijo se fijase en una plebeya sin sangre real.
"Al rey Juan Carlos no le gustó porque le parecía que eso era rebajar el nivel de una familia real", aseguran aquellos que le conocen.
De hecho, "llegó a pedirle a su hijo que se divorciara de Letizia". Ella era, en opinión del emérito, "el principal obstáculo para que Felipe reinase" e incluso llegaban a mantener una conversación bastante seria respecto a este tema.
Poco después, no le quedaba de otra que abdicar, ya que su hijo le dejaba muy claro que no estaba dispuesto a ceder a sus exigencias.
A partir de ese momento, Letizia se convertía en la reina que hoy en día conocemos y a la que nadie se atreve a rechistar, aunque el camino ha sido largo.
Durante mucho tiempo, la reina se convertía en el principal objetivo de la prensa "y hacia ella se dirigían todos los dardos".
Eso, mientras su suegro se permitía el lujo de hacer todo lo que quería sin que nadie le exigiese explicaciones. "Lo sabía y no tenía ningún arma para defenderse".
Tanto es así, que incluso se planteaba tirar la toalla varias veces. "No por las infidelidades de Felipe, incapaz de la más mínima deslealtad, sino por la campaña que se había desatado en su contra".
"Se la acusaba de todo: de ser una frívola interesada solo en los modelitos y en las operaciones de estética, de tratar mal a su suegra, de llevarse mal con las cuñadas, de tener problemas de anorexia, de no educar bien a sus hijas...", enumeraba Pilar Eyre.
La reina Letizia y los motes que le han impuesto en La Zarzuela
Sin embargo, Letizia siempre se ha mantenido firme, y ya durante su pedida de mano dejaba caer que contaba "con el ejemplo impagable de la reina Sofía para llegar a hacerlo bien".
Fueron su profesionalidad a la hora de ejercer de periodista y su fuerte carácter los que terminaron conquistando al rey Felipe.
"Él decía que la presentadora trabajaba bien, que tenía clase, la iba elogiando poco a poco y entonces su madre se dio cuenta de que se había enamorado de la locutora", señalan en el documental dedicado a los Borbones.
Pero una vez que entraba a formar parte de la familia real, se topaba con una realidad muy diferente. La tímida periodista descubría de primera mano lo duro que podía resultar vivir en un mundo lleno de apariencias y falsas sonrisas.
Motivo por el que en cuanto puso un pie en la Zarzuela se dedicó a absorver, como si de una esponja se tratase, todo el aprendizaje posible respecto al protocolo y a los modales.
Aunque eso no pudo evitar que muchos amigos del rey Felipe se la tomasen a risa e incluso le pusieran un mote.
Al parecer, la reina tenía la mala costumbre de decir con cierta frecuencia la palabra 'jolines'. Tanto es así, que gente próxima a su entorno empezó a llamarla 'la jolines'.
Algo a lo que ya hacía frente durante su etapa como periodista, cuando sus compañeros de TVE se referían a ella como 'la ficticia', mientras que en los pasillos de palacio ahora se la conoce como 'la jefa'.
Sus detractores, aquellos que jamás han tolerado que Felipe se haya casado con una plebeya, eran mucho más duros y llegaban a referirse a ella como 'la chacha'.
Pero gracias a su fuerte carácter y personalidad ha conseguido demostrarles que el papel de reina le viene como el anillo al dedo.