Rocío Carrasco ha ido relatando como su hija pasó de ser una preciosa niña de ojos azules a convertirse en un verdadero montruo. Incontrolable, siempre faltándole al respeto, Rociíto llegó a un punto en el que le pudo la desesperación e incluso les pidió ayuda a Olga Moreno y Antonio David.
Un gran error que solo sirvió para poner a Rocío Flores todavía más en su contra. «¿Te creías que Olga era tu amiguita? Me lo ha contado todo. No sabes la que te tienen preparada, la que os tienen preparada», asegura que llegó a decirle su hija tras sentirse traicionada.
Tras ver esa actitud, a Rociíto no le quedó de otra que plantarse e intentar por todos los medios que, aunque Rocío ya le había dejado muy claro que no la quería, al menos dejase de faltarle al respeto.
«Yo no te puedo obligar a quererme, pero a mi me respetas. Cuando tú recibes eso de tu hijo, a ti te bloquea. Yo aprovechaba los momentos buenos para acercarme a ella, pero Rocío no podía permitirse tener ningún sentimiento bueno para conmigo».
Además, Carrasco asegura que su hija empezó a odiar incluso a otros miembros de su familia, como a sus tíos. «Cambió la percepción de Rocío de su propia familia, a Rosa Benito cada vez que la veía en televisión la insultaba y gritaba a la pantalla 'hija de puta, que hablas de mi madre en televisión'».
De hecho, incluso llegó a pillarla de madrugada haciendo fotos a unos documentos privados con un móvil que su padre le había dado. Algo, tras lo cual incluso llega a darle cierta información falsa a su padre, como que había visto unas maletas en las puerta, lo que se termina filtrando a la prensa como que Rocío Carrasco se iba a separar de Fidel y que le había dejado las maletas en la puerta.
«Fidel no estaba en los momentos en los que Rocío me desafiaba. Solo una vez, que la castigué y empezó a gritarme: 'Muérete. Ojalá te mueras hija de puta'. Y ahí él ya interviene y le llama la atención», ha explicado acerca de la buena relación que existía entre Fidel Albiac y Rocío Flores.
«Rocío tenía buena relación con Fidel, y yo intentaba no contarle todos los problemas que tenía con mi hija o procuraba que no me viese llorar, o me encerraba en una habitación para que no me viese darme un ataque de pánico. Yo no quería que su relación cambiase», ha revelado al respecto.
Lamentablemente, lo peor llega en el verano de 2012, que terminó con la brutal agresión de la hija a la madre. «En el verano de 2012, a la niña le toca quedarse conmigo, y yo decidí que tenía que irse a un cursillo por las notas que había sacado. Yo había madurado mandarla a Estados Unidos, quería que tomara distancia y que viese mundo. Alejarla de todo ese ambiente tóxico».
Sin embargo, Antonio David consigue que su hija deseche la idea de irse al extranjero. «Ella me dice después de estar con el padre, que la estaba engañando, que no era verdad, que lo que quería era que se quedase conmigo».
En julio de ese año, el ex guardia civil plantea una nueva modificación de medidas para quedarse con la custodia total de su hija Rocío. «Lo que él pretende es quedarse con ella, mi hija había ido a una psicóloga y le había dicho que yo la maltrataba».
«Unos días antes, Rocío me dice: 'El día que vaya a hablar a un juzgado te vas a cagar'», explica Carrasco acerca de lo que posteriormente iba a suceder, y de lo que se enteró gracias a una abogado.
«El día 11 de julio por la mañana, entro a su habitación y la encuentro arreglándose. Y ahí yo le digo: 'Ha llegado tu gran día'. No me podía creer la sangre fría que tenía, porque ella sabía lo que le había dicho a la psicóloga, que era para quitarme la custodia».
«Yo pensaba que la custodia me la iban a quitar, por la edad que tenía, que había narrado hechos horrorosos como que yo la insultaba, que le decía que estaba gorda y la llamaba cerda, que la dejaba sin comer... Yo cuando el juez viese ese informe, me hacía a la idea de que me iba a quedar sin la custodia».
Pero, lo peor estaba todavía por llegar. «Cuando salimos de ese juzgado, si hubiesen podido, me matan. Antonio David me advierte: 'Rociíto, como mi hija me llame y me cuente que tiene algún problema contigo, no te salvan ni los GEO'».
Tras esa amenaza, Carrasco tenía pánico de llevarse a su hija a casa con ella, a pesar de haber ganado el juicio. «Yo tenía pánico, no me la quería llevar a casa. La niña había tenido intentos de hacerse daño anteriormente. Ella me amenaza: 'En septiembre, a esta casa que sepas que no me traen ni tu padre, ni tu madre que están bajo tierra. Maltratadora'».
«Empezó a decirme: 'Venga, pégame. Pégame Rociíto' y a encararme de forma violenta, empujándome. Hay un episodio con un cuchillo que yo dije que había sido sin intención, porque no quería ser la culpable de que le callesen más cosas», ha relatado acerca de ese infierno que vivió con su hija las últimas semanas que pudo pasar con ella antes de que se fuera a vivir con su padre.
«Hay otra ocasión en la que está fumando dentro de la habitación, y yo la reprendo. Entonces coge, apaga el cigarro en el colchón y me dice: 'la próxima vez lo hago contigo, y prendo fuego a la casa contigo dentro'».
Entonces, llegó el fatídico día 27: «Yo me levanto por la mañana a despertarla para ir al cursillo. Ese día quiere desayunar una nectarina, y yo lo único que hago es decirle que como estaba mal de la tripa, desayunase mejor unas ciruelas. Ahí se desencadena todo, me desafía guardándose la nectarina, y al ir a cogersela, me cruza la cara de lado a lado», ha empezado relatando.
«Yo no me creía lo que estaba pasando, y empieza a pegarme, pero mientras me pega ella va gritando: 'No me pegues, no me pegues, no me pegues'. Y yo la miraba y era ella la que me pegaba a mí, y a mi se me pasó por la cabeza toda una película. Yo sabía que eso obedecía a algo que no era norma».
«Entonces, me sigue agrediendo, y lo siguiente que recuerdo es a Fidel reanimándome, mirándome las pulsaciones. La niña se va, se monta en el coche diciéndole al chófer: 'Paco, mi madre. Paco, mi madre' porque se había asustado porque me había visto desplomarme en el suelo. Entra con un ataque de ansiedad en el coche. Y, de repente, dice que se transforma, saca un móvil y dice: 'Papá, ya está hecho'».