Joaquín Prat ha seguido los pasos profesionales de su padre. Las comparaciones siempre han estado ahí, y más compartiendo nombre.
Es posible que las nuevas generaciones no hayan conocido a su progenitor, muy conocido por su carrera como comunicador en radio y televisión.
Falleció hace casi 27 años, prácticamente en un plató de televisión. Mientras grababa ¿Cómo lo veis? se sintió indispuesto y fue traslado a un hospital. Había sufrido un infarto de miocardio y pasaría dos meses en coma hasta que falleció en junio de 1997.
Cuando murió apenas tenía 68 años. Joaquín Prat era una persona muy familiar, muy unido a su segunda esposa Marianne, con la que tuvo cuatro hijos. Sin embargo, pocos recordarán el calvario que sufrió para poder contraer matrimonio con la danesa.
En primer lugar había estado casado con una irlandesa de nombre Anne McKiernan. Pasaron por el altar en 1973 y fruto de la relación nacerían Anabel y Susana. De los primeros años de felicidad y alegría se pasó al infierno, confesaba hace años su amigo Manuel Román.
Por su profesión tenía prácticamente la obligación de acudir a fiestas, estrenos y todo tipo de saraos, algo que su primera esposa no entendía. Durante esa época estuvo sometido a su rigidez, siempre a merced de los criterios de ella. En más de una ocasión les había asegurado que vivía "un auténtico infierno".
En vista de todo aquello estimó que lo más conveniente era separarse. Consideraban al locutor una persona muy noble y comprensiva, al que le costó mucho tomar aquella decisión por culpa de las niñas. Sin embargo, se encontró con una serio problema.
McKiernan no estaba dispuesta a ponérselo fácil. Cuando se le solicitó el divorcio ella se negó en varias ocasiones alegando su fe católica. Sus problemas matrimoniales habían avinagrado a un hombre simpático y con mucho sentido del humor.
Pero un buen día se cruzó en su camino Marianne Sandberg, con la que tuvo a Joaquín Prat y a otros tres hijos. Era una azafata danesa a la que conoció en un viaje en avión y de la que se enamoró al instante.
No fue una relación nada sencilla. Tuvieron que hacer frente a unos cuantos obstáculos.
Los padres de ella no dieron el visto bueno al idilio. Él estaba separado, con dos hijas de un anterior matrimonio y la diferencia de edad era de más de 20 años.
Tuvieron que ingeniárselas para verse. En aquella época era todo más complicado. De hecho, el actual presentador de El programa de Ana Rosa y una de sus hermanas nacieron en suelo danés.
De haberlo hecho en España, el padre hubiera tenido muchos más problemas al no tener oficializada su separación. Durante muchos años sus abogados pleitearon con la irlandesa hasta conseguir el deseado divorcio en 1984.
Joaquín Prat siempre se fijó en su padre
Los que conocen a Joaquín Prat aseguran que es muy parecido a su padre. Una persona sencilla, simpática, con sentido del humor y muy amigo de sus amigos. Su carrera profesional se asemeja bastante a la del conocido locutor.
El progenitor será recordado por su paso por la radio, pero también por la televisión, donde llegó a marcar una época. Presentó Un millón para el mejor, Galas del sábado y El precio justo, donde estuvo cinco años y donde será recordado por su mítica frase de "¡A jugaaaar!".
Era un comunicador de primer nivel, que estuvo trabajando hasta el final de sus días. La televisión era el espacio en el que se encontraba más cómodo.
Joaquín Prat ha adquirido en los últimos años un sello propio que le permite distinguirse de su padre. Lleva con mucho orgullo ese nombre y apellido, convirtiéndose en uno de los presentadores de referencia de Mediaset.