Laura Fa es una de las colaboradoras de Sálvame que más está dando que hablar estas últimas semanas.
La periodista ha conseguido levantar la polémica necesaria para destacar en el espacio gracias a sus supuestas críticas a Lydia Lozano. Antes ya se había enfrentado con Rafa Mora, con Kiko Matamoros e incluso con la dirección del programa. Además, ha ganado también números defendiendo a Rociíto, en la vertiente más feminista del tema.
La aventura de Sálvame era una incógnita para esta profesional del periodismo nacida en Badalona. Podía salir bien o mal; de momento, aguanta, que ya es mucho. Es consciente que está en una carrera de fondo que requiere de springs puntuales para no perder posiciones.
Laura Fa desconcierta a la mayoría de sus compañeros de plató. Sabemos los motivos de su modo de actuar y tienen mucho que ver con sus inicios televisivos y en la prensa del corazón.
Te lo contamos todo a continuación.
Laura Fa, tertuliana destacada con Alfonso Arús en Cataluña
Es difícil comprender el enfoque que le da Laura Fa a Sálvame sin haberla visto en acción unos años atrás.
Los que la seguimos desde hace tiempo la vimos en su salsa en el programa que la dio a conocer. Era antes de su paso por Cazamariposas.
Laura formó parte del equipo de Arucitys durante 8 años. Se emitía en 8TV, la televisión catalana del Grupo Godó y allí compartía plató con Alfonso Arús y su mujer, Angie Cárdenas.
También estaban entre los contertulios del espacio, Víctor Amela, Óscar y David Broc, Andrés Torres o Lorena Vázquez. De hecho Lorena y Laura, tienen aún hoy un videoblog en ‘Lecturas’, donde rajan de todo y de todos, simulando que nadie las escucha. Esto de los podcasts es más de modernos y en Telecinco no se sigue mucho.
Las dos comparten un pasado de agencia - micro en mano y a perseguir famosos -. Eso se les nota y se agradece entre tanta estrellita sin más currículum que el de los realitys.
En Arucitys, aquello era un despiporre. Como el programa de Arús en La Sexta pero con el triple de libertad a la hora de criticar y reírse de todo el mundo.
Laura estaba en su salsa y en su punto justo. Conocía el percal del famoseo, podía hablar de él desde la distancia necesaria y sin preocuparse por rajar más de lo debido. No era famosa y no había réplicas.
Recuperar cortes de la época y pasarlos a los directores de Sálvame para que le monten la polémica de turno, le daría temas para un año. Mira, ¡una idea que le lanzamos para preservar su silla al lado de Jorge Javier Vázquez!
Fin a una etapa profesional para incorporarse a ‘Sálvame’
Laura Fa guarda especialmente buen recuerdo de Cazamariposas. El programa con el que Mediaset experimentó con nuevos formatos desde Barcelona logró un nombre y estilos únicos.
Núria Marín, Nando Escribano y Germán González eran las caras visibles del programa. Laura Fa, Rocco Steinhäuser o Carmen Alcayde, algunos de sus colaboradores estrella. Aquello era el arte de crear contenidos prácticamente de la nada y con bloques de publicidad casi más largos que el propio programa.
El buen rollo que había allí era su principal baza. Más que los contenidos, casi. Se lo cargaron de la noche a la mañana, lo copiaron con más dinero y menos gracia con Socialité y aprovecharon el talento de Marín o de Laura Fa entre otros.
Aquí llega el momento de la gran decisión profesional de Laura. Seguir en la periferia catalana estando sin estar en el meollo o meterse de lleno en el barro.
No fue barro, fue nieve. Con el invento de la Sálvame Snow Week para escoger colaborador, Laura se gana su silla en Sálvame. Y hasta hoy.
Laura es el azote de los colaboradores desde la distancia
Laura Fa vive en su propio Sálvame. Como independentista declarada que es, ha intentado crear su Sálvame particular, dentro del programa. Una especie de ‘república de Fa’.
Tiene claro que esto es un trabajo y lo ejerce con frialdad y precisión. Sin contemplaciones, amigos ni conocidos. Hasta que dure.
Que hay que criticar, se critica. Que hay que pelear, entra al trapo sin problemas y con el aire sarcástico e incisivo que la caracteriza Llega, ejecuta su papel de lady killer y se cierra el telón.
Eso le ha traído problemas, enemigos y pocos amigos. Principalmente entre las viejas glorias del programa. Los históricos no quieren perfiles como el de ella o el de Kiko Jiménez, que vienen a matar para cobrar y si te he visto no me acuerdo.
Marta López ,Chelo García-Cortés, María Patiño o hasta Kiko Hernández se toman lo que pasa en plató como algo personal. Por no hablar de Belén Esteban o de Anabel Pantoja, que aquello sí que es más intenso y dramático que una zarzuela escrita por Shakespeare.
Laura se lo mira todo desde la distancia del incrédulo y del que conoce todas las trampas. Se mete en la lucha más como francotiradora de disparo rápido y certero que bajando al barro a luchar. Coge el AVE cuando termina la función y se vuelve a Barcelona o a Port de La Selva a desconectar y a hacerse selfies familiares.
Ni cenas, ni copas, ni vida social madrileña, donde se cuece todo y donde salta la noticia. A Laura todo esto le da pereza y se le nota. Ella no forma parte de este mundillo y vive demasiado bien alejada de él como para gastar el tiempo y el dinero necesario para que la acepten en estos círculos.
Los directores la echan en directo de ‘Sálvame’
Esta falta de empatía con la función diaria que se ejecuta en Telecinco le ha traído algún que otro disgusto.
El más reseñable, cuando sacó a relucir lo que todos intuimos, pero pocos verbalizan sobre como se orquesta el show diario.
Laura acusaba a Alberto Díaz, uno de los directores de Sálvame, en medio de un rifirrafe en directo de ‘inflar la cabeza a Belén Esteban’. ‘Y si quieres, ya no vengo más’, le espetó.
Automáticamente la echaron del plató ante tal falta de respeto a la dirección, algo que los que más tiempo llevan en el programa, tienen claro que no conviene hacer.
La cosa no llegó a más y Laura volvió. Fue el mejor ejemplo de que le cuesta seguir el juego para que todo salga según lo previsto y para que el espectador no asome la cabeza demasiado en las bambalinas.
Parece que Laura añore la libertad de otros tiempos. Corre el riesgo de quedarse a medio camino entre la outsider que quiere ser y el personaje que no quiere llegar a ser. Y las medias tintas en un lugar como ‘Sálvame’ no acostumbran a ir acompañadas de éxito y longevidad televisiva.
Que se vaya preparando que pronto tendrá sobre la mesa otra prueba de fuego definitiva en forma de participación en algún reality. Cuando ocurra, tocará decidir qué quiere ser de mayor.