Este pasado domingo el programa 'Cuarto Milenio', de Cuatro, ha vivido uno de sus días más especiales. Y es que su presentador, Iker Jiménez, no ha dudado en sincerarse y en hablar de uno de los momentos más duros que ha tenido en su vida hasta este momento.
Se ha abierto con sus espectadores de forma directa y clara para contar que, de un día para otro, se quedó sin nada a nivel profesional.
El presentador abre su corazón
El periodista quiso hablar a su público del duro laboral que atravesó hace un tiempo. Y comenzó exponiendo que «Hace 20 años tuve un momento de esos de perder de un plumazo mi estatus y lo que había logrado con bastante esfuerzo».
Así, añadió que cuando eso sucedió «llevaba cinco años siendo protagonista de un montón de andanzas con un estatus o rol dentro de este mundo del misterio y que ya prácticamente no existe». Sin embargo, reconoció que «perdí todo eso. Me fui. Me dijeron que me fuera».
A pesar de eso, Iker no dudó en manifestar que «a partir de ahí tuve una fe tremenda. No me lamí las heridas en ningún momento y ahí comenzó un caminar que quizás me ha traído hasta aquí». Y a ello expuso que le había ayudado, en cierta medida, viajar hasta la localidad de Sigüenza, que, según su punto de vista, le ayudó a recargarse de energía.
Tal y como contó, viajó hasta la mencionada población, concretamente hasta su Castillo de los Obispos y reconoció que «ahora me pregunto a santo de qué. No tenía relación familiar ninguna. Mucho tiempo después descubrí que estaba en el plató natural de Félix Rodríguez de la Fuente. (…) Bajé cinco o seis días. No tengo ni idea del motivo, pero tuve la sensación de que esto me iba a traer suerte».
Reflexión sobre el fracaso y la sociedad actual
Además de contar a sus espectadores, el momento tan complicado que sufrió hace años, Jiménez ha querido acabar su intervención realizando una reflexión acerca del fracaso y de la sociedad en la que vivimos.
Así, ha expuesto que «Estamos en una sociedad que cuando lo pierdes todo, en vez de considerarse que es muy interesante el aprendizaje para regresar o para levantarse, se demoniza un poco a esas personas. (...) Lo importante es el valor de que eso puede ocurrirte y volver a caminar».