Tras sufrir la ausencia de su hijo David en su boda con Fidel Albiac, Rocío Carrasco toma la iniciativa de recuperarlo pasado el verano. «Presento una reclamación en el juzgado y la resolución le obliga a devolverme a mi hijo, pero nunca lo hace. No sé el motivo por el que no se le obliga a que me lo devuelva», ha explicado.
Además, Rociíto ha contado el motivo por el que en ningún momento se plantea ir a buscar a su hijo. «No bajo a por mi hijo por miedo a que me rechace y porque no se lo que me puede preparar si sabe que bajo a por él. Si yo hubiera bajado, mi hijo hubiera tenido que elegir y eso hubiera sido una situación muy complicada para él, porque luego hubiera tenido que volver con su padre».
«Él no iba a venir de ninguna forma, poco después me entero de que él llevaba seis meses empadronado en Málaga a la fecha de la boda. Todo era una estrategia, el niño no iba a volver», ha acusado a Antonio David. «Ese día me doy cuenta de que he parido dos veces, pero que no tengo a ninguno de los dos», ha lamentado.
Carrasco ha querido explicar también lo que sucedió ese famoso día en el que no saludó a su hijo en los Juzgados, y que muchos han criticado. «El día del juicio el abogado me dice que me suba a la planta de arriba para no coincidir con esta persona en la antesala a la vista. Me dice, 'cuando tengas que entrar, te llamo y bajas'. A mi nadie me dio la opción de ver a mi hijo el día del juicio, como se ha contado. Yo no sabía que estaba allí», ha dicho al respecto.
«Cuando bajo, hay como un rellano con unas sillas para que la gente se siente mientras espera su turno, yo ando recto por el pasillo para meterme en el Juzgado y no veo al niño, que estaba sentado con Olga. El niño queda a mis espaldas, yo veo al padre que se va a meter a la sala».
Rociíto recalca que en ningún momento ve a su hijo, quizás debido también a los nervios del momento. «La juezga al entrar nos advierte 'cuidado con hacer una utilización del menor', pero a mi nadie me dice que puedo ir a saludar a mi hijo».
Eso sí, a la salida se topa cara a cara con Olga Moreno, quien no duda en provocarla e impedir que David vea a su madre. «Al salir, ahí ya sí que veo a David. Cuando abro la puerta, cruzo con la mirada de Olga, que me mira fijamente. Ella me ve salir de la sala, me mira, le coge la cara al niño y empieza a darle besos y le gira la cara para que no me vea».
En ese momento, Rocío relata que perdió el control y estuvo a punto de montar un escándalo. «Cuando pasa eso, yo iba directa a por ella. Podía pasar que hubiera algún problema y que alguna de las dos no saliera de allí. Yo, esta que está aquí, iba a por ella. Mi abogado me cogió de la manga y me dijo 'No Ro, tira que te metes en un problema'».
«Ella no deja que mi hijo me vea a mí, pero es mentira, como ha contado en el 'Deluxe', que se levante y me diga: '¿Enserio no vas a saludar a tu hijo?'. No tiene coño. No tiene lo que tiene que tener, para después de lo que ha hecho decirme a mí ni esto», ha arremetido con dureza contra la mujer de Antonio David, a la que tacha de cómplice de su marido a la hora de manipular a sus hijos.
«Cuando la vista termina, yo salgo llorando, porque el tío hace otro numerito», asegura en referencia a las declaraciones de su ex a la salida de los Juzgados: «Se me ha partido el alma, porque no se ha acercado a darle ni un beso a su hijo».
«Tú eres un sinvergüenza, y tu mujer una provocadora, y lo queríais era seguir llenando las arcas a costa mía, porque eso que yo vi ese día ahí, cualquier madre habría actuado de la misma forma que evitaron que yo hubiese reaccionado. Es mentira, madre coraje. Tú no te levantas de ningún sitio. Yo sé la reacción que mi hijo hubiese tenido al verme, y es una reacción que no habría gustado», ha sentenciado Carrasco.
«Él dice que es su hijo el que no quiere volver, que está en sus plenas facultades mentales, utilizándolo una vez más. Lo mete en el procedimiento, porque le echa la responsabalidad de algo que ha cometido él y solo él. No tenían edad de procedimientos judiciales ni de mentiras, de nada eso. Tenían edad de vivir y disfrutar, ni de preocuparse por lo que pusiese pasar».