Desde que se estrenara el documental de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', el testimonio de Rocío Carrasco se convertía en una verdadera revolución social. Es más, muchas mujeres de diferentes ámbitos han mostrado su apoyo y sentido identificadas con su relato.
Empezando por Irene Montero, ministra de Igualdad, quien desde el primer momento se pronunciaba respecto a la importancia que había adquirido su historia incluso dentro de la política.
Algo, que se refleja en un brutal éxito de audiencia con cifras que alcanzan el 45% de share. Y, al mismo tiempo, también es un éxito digital. Así, semana tras semana, cada capítulo ha ido batiendo récords en las redes sociales, especialmente en Twitter.
Aunque, lo más importante, es que la valentía de Rocío ha servido también para que muchas mujeres rompan su silencio y se atrevan a denunciar a sus agresores. Un claro reflejo es el aumento de llamadas al 016 para víctimas de violencia machista.
En concreto, las llamadas han crecido casi un 42%, de 1.458 a 2.069. Algo, que se explica con el trato que los medios han hecho del tema. «Cuando los medios tratan esta cuestión, dando difusión a testimonios sobre violencia machista y, a su vez, informando de los recursos disponibles para las mujeres que la sufren, son un altavoz para llegar a todas las mujeres víctimas».
Así, justo al empezar su entrevista, Carrasco ha querido tener unas palabras para todas aquellas mujeres que se han sentido identificadas con ella. «Estoy orgullosa de las mujeres de mi país. Por haber tenido la oportunidad de hacerme escuchar, pero yo he tenido la oportunidad, ellas no. Me siento agradecida», ha afirmado emocionada.
El impacto del testimonio de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' ha sido tal, que en pocas semanas la hija de 'la más grande' se ha convertido en auténtico icono feminista. Un movimiento apodado como 'carrasquista', y que ya cobra vida con detalles como el traje fucsia, el pelo rapado a un lado o el tatuaje de un ave fénix como símbolo de renacimiento.
De esa forma, es inevitable que la propia Rocío se dé cuenta del valor que ha alcanzado su figura mediática y socialmente. «Estoy más serena, satisfecha con el trabajo que he hecho yo de dentro, con mi trabajo emocional. No quiero que lo que he pasado caiga en saco roto. Me estoy dando cuenta de que soy feminista», ha reconocido abiertamente.
Sin embargo, y pese a la gran valentía que ha mostrado al son de «ya no tengo miedo», ella misma reconoce que quedan muchas heridas que sanar. «Pronunciar el nombre del ser me provoca miedo, dolor, muchas cosas malas, demasiado malas como para nombrarlo. Creo que este documental me ha servido para liberarme», ha dicho acerca de Antonio David.
Pese a ello, asegura que se siente «en paz consigo misma, liberada y creída». Aunque, el tema de sus hijos sigue siendo una espina clavada en su corazón. «Quiero que ellos vengan, pero que tomen la decisión por si mismos. Espero que mis hijos piensen un poco mejor de mí, y si es así, pues un trozo de camino que hemos ganado».
Rociíto ha insistido en que la manipulación de sus hijos fue culpa suya, por no haber reaccionado a tiempo, pero nunca quiso envenenarles en contra de su padre. «Yo nunca les dije nada ni quise participar de eso porque me parecía horroroso. Yo lo he hecho con la mejor intención. Nunca me habría perdonado hacerles daño con la verdad, me importaban más sus mentes».
«Si yo hubiese hablado, se habrían dado cuenta de la clase de padre que tienen. Y yo no quería. Me equivoqué en la sobreprotección de mis hijos, pero nunca me hubiese perdonado hacerles daño con la verdad. Tengo esperanza en que la justicia me oiga, encontrar un juez que me crea».