La vida de Javier dio un vuelvo el 25 de enero de 2020, cuando su exmujer Adriana y la madre de esta, Olga, mataron a su hija Carolina. La niña, de solo 5 años, fue sedada y asfixiada hasta la muerte en la habitación de un hotel en Logroño. Esta semana ha empezado el juicio contra la única superviviente.
Tras haber perpetrado el crimen, la abuela se suicidó tirándose al río Ebro y la madre lo intentó cortándose las venas. Pero Adriana Ugueto sobrevivió, y ahora se enfrenta a la prisión permanente revisable por haber asesinado a la menor. Javier, el padre de Carolina, ha declarado en el juicio esta semana.
El hombre ha venido a corroborar lo que afirman todos los vecinos y que se considera la hipótesis principal del caso: Adriana no asumía la separación. Por eso sometió a su ex a todo tipo de malos tratos, y no dudó en utilizar a su hija. El relato de Javier es la historia de un infierno que acabó en tragedia.
Los hechos: el crimen de la habitación 404
La muerte de Carolina es la consecuencia de un plan tramado por dos mujeres para huir de su miserable existencia. Adriana vivía angustiada por la separación de su marido, Javier, y su madre Olga había sido víctima de una estafa que la dejó en la ruina. Ambas decidieron desaparecer, pero cometiendo antes una venganza.
Adriana y Javier se conocieron en el gimnasio y poco después se casaron, se compraron una casa y tuvieron una hija, Carolina. Pero el carácter de Adriana había cambiado y cuando nació la niña, ya estaban en proceso de separación. La venganza consistía en arrebatar a Javier lo que más quería antes de suicidarse.
Adriana y Olga planearon matar a Carolina el fin de semana del 24 al 26 de enero, en su casa. Pero el hermano de Adriana se presentó de repente y tuvieron que buscar un plan alternativo. Alquilaron la habitación 404 del Hotel La Barca de Logroño, sedaron a la niña con tranquilizantes y la asfixiaron hasta la muerte.
Le hacía la vida imposible
Cuando la Policía entró en la habitación hallaron el cuerpo de Carolina cubierto con una manta en la cama. Adriana estaba en el suelo en medio de un gran charco de sangre, y horas después encontraron el cadáver de Olga en el río. Adriana, la única superviviente, fue arrestada y puesta a disposición judicial.
Dos años después del crimen, Javier ejerce la acusación particular contra la parricida. En sede judicial ha declarado que le hacía “la vida imposible”, un "infierno" con amenazas y denuncias. “Hacía cosas como quitarle las coletas porque yo se las había puesto”, ha explicado el hombre visiblemente afectado.
También ha recordado el episodio en el que su exmujer le rayó el coche, y ha asegurado que “mi pareja ha aguantado carros y carretas”. Dice que siempre le dejaba “de mal padre” y que “le rompía sus hábitos y no atendía a sus cuidados”. Por eso le denunció varias veces, para intentar quitarle a la niña.
Crueldad hacia su hija
En su relato, Javier ha explicado que al ver que Adriana no le entregaba la niña el lunes fue al colegio pero no estaba. Entonces empezaron a saltarle alertas en el móvil con la noticia de que habían encontrado a una niña muerta en un hotel. Su pareja intentó calmarle, pero al final le confirmaron que se trataba de Carolina.
“Era una niña que se daba a todo el mundo, lo decía su profesora que era todo amor”, ha recordado entre lágrimas. Según explica, cuando la madre le entregaba a la niña siempre estaba “cansadita, e incluso alguna vez vomitaba”. Aun así también ha asegurado que nunca pensó que sería capaz de llegar tan lejos.
La versión de la defensa
En el juicio han declarado también el padre y los hermanos de la acusada. Su hermana ha asegurado que era Olga quien manipulaba a Adriana, una versión que ha confirmado el hermano: “Pienso que está hecho y organizado por mi madre, porque mi hermana era una persona incapaz de hacer daño”.
De hecho, la estrategia de la defensa pasa por culpar a la abuela y presentar a la madre como una víctima más. Según explicó Adriana a su hermano, ella y Carolina se quedaron dormidas en el hotel viendo dibujos en la tele. “Luego sentí un ‘ras y ras’”, añadió, haciendo el gesto de corte en la muñeca.
Según esta versión, se despertó “vestida en el interior de la bañera, llena de sangre y con el agua hasta arriba”. Asegura no recordar cómo llegó hasta allí, y que cuando volvió a la habitación la niña ya estaba muerta. “Recuerdo que la vi con un color raro, la toqué y era como gelatina”, concluye.