Ya no hay ninguna duda: Ayuso es un terremoto político. Un terremoto capaz de cambiar en pocos meses el curso político en España, ya que si en enero la euforia colmaba el Gobierno de Pedro Sánchez, ahora el optimismo se encuentra en la derecha. Una nueva derecha que se prepara ya para asaltar la Moncloa.
2021 no podría haber empezado mejor para Pedro Sánchez. La campaña de vacunación, el plan de recuperación económica y el fortalecimiento de las alianzas parlamentarias con la aprobación de los presupuestos llamaban al optimismo. Parecía entonces que el «sanchismo», construido en torno al gobierno de coalición y los partidos nacionalistas e independentistas, había encontrado la llave para gobernar largo tiempo.
Pero Moncloa cometió un error: subestimar la posición de la derecha. En el entorno de Sánchez, con Ivan Redondo y Féliz Bolaños al frente, creían que la derecha estaba suficientemente debilitada como para intentar una arriesgada operación: enfrentar a Ciudadanos con el PP presentando una moción de censura en Murcia. Pero no contaban con el huracán Ayuso, que aguardaba agazapada en la Comunidad de Madrid.
Desde el inicio de la legislatura, Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en el azote del Gobierno de Pedro Sánchez. Sus modelos diametralmente opuestos en la gestión de la pandemia han convertido a la presidenta de la Comunidad de Madrid en la encarnación de la nueva derecha, que azuzada por el radicalismo de Vox, saca a pasear el viejo ideario neoliberal aznarista con nuevas formas y un nuevo impulso.
La convocatoria de elecciones anticipadas fue una jugada maestra de Ayuso, que ayer recogió sus frutos. Su apabullante victoria supone el primer gran revés para la estrategia de Pedro Sánchez, que había planteado las elecciones madrileñas en clave nacional, e insufla un chute de moral en el PP. La euforia se desató ayer en la sede de los populares, donde Pablo Casado y su entorno vieron por primera vez la posibilidad real de asaltar la Moncloa.
El ambiente que se respiraba ayer conectaba al PP de Pablo Casado con los tiempos de Aznar: «¡Por fin una victoria así! ¡Ya era hora, no recordábamos algo así desde Aznar!», decían desde la planta noble. Era el primer paso para la consolidación de la estrategia de Casado, que pasa por una «refundición» de la derecha para desbancar al sanchismo.
Una cadena de éxitos
El éxito arrollador de Ayudo en Madrid se ve en Génova como una cadena de éxitos: el PP se fortalece en Madrid, Ciudadanos desaparece, Vox queda frenado y el PSOE hundido. En clave nacional, se ve como un voto de castigo a Sánchez y a su gestión de la pandemia, y como el inicio del cambio: «La gente ya está cansada del Gobierno, hoy comienza el cambio», decían en la cúpula del PP ayer.
Con la cabeza más fría, los estrategas del PP, liderados por Teodoro García Egea, justifican la euforia al recordar que siempre hay una correlación entre el voto conservador en las autonómicas y en las generales. Es decir, que lo que pasa en las autonómicas suele ser el precedente de lo que sucederá después en las generales. Y por eso creen que la victoria de Ayuso y el hundimiento de la izquierda es la antesala de lo que pasará en España.
Pablo Casado resumió en su discurso de ayer la importancia moral de la victoria de Ayuso para el futuro de Ayuso: «Ha ganado la libertad, ha ganado Isabel porque se ha ocupado de lo importante: de la salud, de los impuestos, de cuidar a la gente. Ha perdido la crispación y ha ganado la concordia». Y esa victoria moral permitió a Casado desafiar a Sánchez: «Hoy Madrid ha hecho una moción de censura democrática al sanchismo. Hoy Madrid es el kilómetro cero del cambio en España, un punto de inflexión».
Unir al centroderecha
Casado también dejó entrever su estrategia para desbancar a Sánchez de la Moncloa: «Uniendo a todo el centroderecha y al constitucionalismo se puede ganar a Sánchez. En la Moncloa tienen los días contados». Sus palabras son, además, el aval para la ayusización del PP, es decir, la consolidación de la deriva derechista del principal partido del bloque conservador: la derecha de Aznar, sin complejos, actualizada al siglo XXI.
Hay que recordar que Pablo Casado proviene del sector ideológico más duro del aznarismo y que fue él quien apostó por Isabel Díaz Ayuso. El PP de Madrid es el que más se parece al PP de Casado, y este es un motivo más para creer que lo de ayer acerca un poco más a Casado a la Moncloa. Ayer, a puerta cerrada, él y su equipo se daban golpes en el pecho: «Ayuso ha cogido el voto de centro. Acertamos de pleno al ir a por el voto de Ciudadanos y no a por el de Vox, porque el suflé de Vox ya no da para más».
La derecha tiene ahora dos años para recomponerse, pero el PP tiene las de ganar. Las elecciones de ayer demuestran que Vox no tiene espacio para crecer, y que será decisivo en la formación de gobierno en Madrid, pero sin entrar en las instituciones. Y demuestran también que el proyecto de Ciudadanos ha acabado, y que el éxito del PP en los próximos dos años debe consistir en canalizar el voto de centro. Todo parece llevar de forma natural a la estrategia de Casado: unir al centroderecha para desbancar al sanchismo.