El 11 de marzo de 2004, entre las 07.36 y las 07.40 de la mañana, se produjeron diez explosiones en cuatro vagones de trenes de cercanías de la línea Alcalá de Henares-Atocha. En los atentados del 11-M fallecieron 193 personas y hubo más de 2.000 fallecidos. Lo que pasó en las horas posteriores, cambió para siempre la historia de España.
El mayor atentado terrorista de la historia de España cambió el signo de las elecciones que se celebraron tres días después, y dio pie a una serie de teorías de la conspiración sobre la autoría. ¿Quién estuvo detrás del 11-M? ¿Cuál es la verdad, quién mintió y por qué?
En el juicio del 11-M se investigó a 116 personas, de las cuales solo 28 se sentaron en el banquillo de los acusados. La Audiencia Nacional condenó a 21 de ellos, pero luego el Tribunal Supremo absolvió a cuatro y condenó a otro. La justicia marroquí condenó a otras cuatro personas. En 2020, 18 de los 26 condenados ya estaban libres.
La sentencia consideró culpables de la autoría material a los miembros de una célula terrorista de tipo yihadista, aunque no encontró pruebas para condenar de la autoría intelectual a los miembros de una red de Al Qaeda. Pero lo más importante es que la Audiencia Nacional descartó la participación de ETA en los atentados.
Esto fue clave, porque se habían lanzado una serie de teorías de la conspiración para atribuir los atentados al entorno de ETA y negar la autoría yihadista. Influyentes medios de la derecha trataron de sembrar la duda, pero una serie de evidencias dejaban claro que el ataque había sido motivado por la participación de España en la alianza de la invasión de Irak.
Quién estuvo detrás del 11-M
En 1994, la organización terrorista islamista Al Qaeda fundó una célula en Madrid. Este grupo creció hasta tener treinta miembros. En 2001 fue desmantelada tras conocerse su vinculación con los terroristas de los atentados del 11-S en Estados Unidos. Fue el golpe más duro contra Al Qaeda en Europa. Pero no se pudo detener a todos sus integrantes, y los que quedaron libres empezaron a tramar una venganza contra España.
En diciembre de 2001, uno de ellos, Amer Azizi, formó en Pakistán el núcleo de lo que sería la red del 11-M. Entre 2001 y 2002, esta célula contactó con otros grupos yihadistas para montar el plan de un atentado a gran escala en España. Uno de estos grupos, con sede en Bruselas, fijaron por primera vez una fecha para el ataque: 11 de marzo de 2004.
La invasión de Irak en febrero de 2003 proporcionó un contexto ideal para relanzar el plan, que se acabó ejecutando un año después. Siete de los terroristas se inmolaron en un piso de leganés, otros se fugaron a Irak, y una parte fueron detenidos. Entre ellos estaba José Emilio Suárez Trashorras, el ex minero que facilitó los explosivos a los terroristas. Fue condenado a 34.715 años de cárcel, la condena más alta de todas.
Lo que sorprende de los atentados del 11-M es que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado conocían a buena parte de los autores y sus intenciones. Entonces, ¿qué falló? En primer lugar, por aquel entonces aún había un conocimiento muy limitado del yihadismo global. En segundo lugar, los cabecillas se habían entrenado en las técnicas más avanzadas para ocultar sus intenciones. Finalmente, tampoco funcionó la colaboración internacional, ya que la mayoría de los implicados eran viejos conocidos de los servicios de inteligencia de Marruecos, Francia o Turquía.
Teorías de las conspiración del 11-M
Al conocerse los atentados, la sociedad española quedó conmocionada y el Gobierno de José María Aznar se adelantó con un mensaje claro: había sido ETA. Aznar en persona llamó a los directores de los medios para decirles que había sido ETA, y Ángel Acebes, ministro de Interior, hizo una comparecencia con ese mensaje. Sin embargo, pronto aparecieron evidencias que apuntaban a un atentado islamista, y la gente empezó a culpar al Gobierno por su participación en la invasión de Irak.
La reacción de la gente fue tal que cuatro días después, y contra todo pronóstico, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones. Pero incluso después de las elecciones, un sector de la derecha siguió manteniendo que había sido ETA.
El bulo de la tarjeta de Mondragón
Detrás de las teorías de la conspiración había varios directores de periódicos influyentes como El Mundo. En 2006, publicaron que la furgoneta del 11-M tenía una tarjeta del Grupo Mondragón en el salpicadero. El PP hizo suya la teoría, aunque lo que se había encontrado dentro era una cinta de cassette de la Orquesta Mondragón.
Más tarde, El Mundo y La Cope trataron de vincular el 11-M con ETA a través del ácido bórico. La Audiencia Nacional concluyó que el ácido bórico encontrado en dos casas de los autores no había tenido ninguna relevancia en los atentados.
También intentó sembrar la duda Agustín Díaz de Mera, director general de la Policía con Aznar en el Gobierno. Este afirmó que habían ocultado al juez un informe con pruebas de la conexión de ETA con los islamistas. Pero nunca reveló su fuente y no lo pudo demostrar. Finalmente apareció el informe, y decía justamente lo contrario: que no había conexión.
El bulo de la mochilla de Vallecas
Otro bulo fue el de la mochila de Vallecas. El propio Mariano Rajoy preguntó dónde estaba la mochila y quién la puso ahí. Exigió una investigación y anular el sumario. Esta teoría defendía que la mochila no estaba entre los objetos que la policía encontró, pero los agentes declararon ante el juez que todos los efectos encontrados en el tren habían sido custodiados.
La gran «prueba» de las teorías de la conspiración que vinculaba el 11-M con ETA eran los explosivos. Pero el informe final concluye que los restos de dinamita eran de Goma 2 ECO, el mismo tipo que la que fue robada en la mina de Asturias y vendida a los islamistas. El DNT, explosivo habitual de ETA, suponía menos del 1% utilizado en el 11-M.
Pablo Casado siembra la duda
El Mundo también se hizo eco de una supuesta vinculación de Jamal Ahmidan, El Chino (uno de los autores del atentado) con el entorno de ETA. Esta afirmación la realizó José Emilio Suárez Trashorras y desató la teoría de que el 11-M fue un golpe de Estado encubierto. Pero el diario El País publicó unos audios en los que Trashorras confesaba a su familia que el diario El Mundo le había dado dinero y que lo dijo para crear confusión.
El PP trató de vincular a ETA con los atentados de Madrid hasta el último momento, pero todas sus teorías fueron cayendo una por una. Hoy en día ya pocos dudan de que el yihadismo estuvo detrás de los ataques, aunque Pablo Casado volvió a sembrar la duda en 2019 al decir que no se detuvo a todos los responsable y que los españoles merecen saber la verdad.
11-M, las incógnitas que quedan abiertas
17 años después del 11-M, quedan pocas dudas de que fue un ataque perpetrado por los islamistas. Pero aún quedan algunas incógnitas abiertas, como quienes llevaron las mochilas hasta Alcalá de Henares en una furgoneta y las colocaron en los trenes. Otra incógnita es quién fue el octavo fallecido en el piso de Leganés.
Sigue sin estar claro si se trató de un grupo de lobos solitarios o respondían órdenes de una estructura superior. Hay sospechas fundadas de que la acción se organizó desde un centro de operaciones en Karachi (Pakistán) por parte de Al Qaeda. Pero no existen pruebas de ello, ni tampoco si fue en respuesta al desmantelamiento de la célula de Al Qaeda en España o como castigo por la invasión de Irak. O todo junto.
El juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, admitió años después que no se conocían muchos de los detalles del atentado del 11-M, y que seguramente no se sabrán jamás. «Pero es absurdo pretender conocer cada detalle de un atentado. No se sabe ni en este, ni en otros como el de Hipercor o la muerte de Kennedy».