El asesinato de Pedro, un hombre de 80 años que murió el 21 de junio del 2019, podría estar cerca de tener un final. Un jurado popular tiene que valorar ahora la última llamada que podría haber hecho la víctima para saber la verdad.
Los hechos ocurrieron aquel 21 de junio del 2019 en el barrio de Babel, en Alicante. Pedro, que tenía 80 años, se había desplazado a su piso de la capital alicantina para disfrutar de las fiestas de Hogueras.
Su fecha prevista para volver a Madrid, donde residía habitualmente, era el 25 de junio, pero Pedro nunca apareció. Su familia, preocupada, alertó a las autoridades, que se trasladaron hasta su domicilio de Alicante y se encontraron con la escena.
Cuando entraron en la casa, los agentes se encontraron con el cuerpo sin vida de Pedro. Estaba tirado en el suelo de una de las habitaciones, donde había estado los últimos ocho días.
Ahora, un joven rumano de 28 años está acusado de su muerte y se podría enfrentar a una pena de prisión permanente revisable. La Fiscalía sostiene que Pedro conoció al acusado y a un amigo suyo en la estación de autobuses de Alicante.
Al parecer, a Pedro le gustaba realizar paseos desde la playa de El Postiguet hacia esa zona. Después de entablar conversación con los dos jóvenes, les invitó a su piso, donde él acabaría muriendo a manos, supuestamente, de uno de los jóvenes.
Según las acusaciones, Pedro murió asfixiado en el suelo del dormitorio mientras los asaltantes intentaban inmovilizarlo. Al parecer, intentaron atarle con la abrazadera de una cortina, pero el hombre murió al faltarle el aire para respirar.
La llamada de Pedro antes de morir
Una de las claves del caso es una llamada de teléfono que Pedro habría hecho en los últimos instantes de su vida. Se trata de una llamada muy breve y en la que prácticamente no se distingue nada.
La acusación cree que Pedro se llamó a sí mismo para fingir una llamada de sus familiares diciendo que venían a casa. Creen que el anciano pudo recurrir a esta estrategia para asustar a su atacante y que se marchase de la casa, aunque él terminó falleciendo.
Lo que el abogado de la familia tiene claro es que Pedro realizó esa llamada. Pedro tenía hasta cuatro teléfonos en su casa, por lo que utilizó uno de esos teléfonos para llamar a otro, quedando la conversación grabada.
"Mi sobrino está aparcando", les dice Pedro a sus atacantes, haciéndoles creer que acababa de tener esa conversación. Una voz de fondo le replica que no sabe lo que significa la palabra sobrino. Lo importante, ahora, es saber si la voz que se oye de fondo en esa grabación es la del acusado.
La acusación cree que sí, que se trata del joven rumano de 28 años, y pide prisión permanente revisable. La Fiscalía, por su parte, se mantiene en su petición inicial y pide 14 años de cárcel por un delito de asesinato.
Cabe destacar que Pedro llevaba un anillo y un crucifijo que no estaban con él cuando hallaron su cuerpo. Así que el joven también está acusado de un delito de robo por el que la Fiscalía pide otros 3 años de cárcel.
La defensa del joven insiste en que su cliente es inocente y que no hay nada que pruebe que él fue el asesino. Admiten que el chico estuvo en el piso con Pedro, pero señalan que se marchó de allí cuando él todavía estaba vivo.
Así, defienden que el acusado no tuvo nada que ver con su muerte y piden que quede libre de cargos. El joven, con antecedentes por robos con violencia, podría ser condenado si el jurado concluye que él fue el autor del crimen.
Los investigadores creen que había dos personas en el piso
Los investigadores creen que el crimen fue cosa de los dos jóvenes con la intención de robarle. El problema es que solo faltaban la cadena con el crucifijo y el anillo. Ni la tarjeta de crédito ni la libreta bancaria que estaban en el piso fueron sustraídas.
Además, el acusado asegura que solo él estaba en la casa, ya que han aparecido muestras biológicas con su ADN allí. También han aparecido muestras de otra persona, pero no ha podido ser identificada, quizás porque la otra persona no tiene antecedentes.
Se da la circunstancia de que el acusado viajó a Granada el mismo día que ocurrieron los hechos. Allí compró un billete hacia Madrid, y desde allí se trasladó a la ciudad de Marsella, donde estuvo varios meses. El 4 de octubre volvió a Granada, y allí fue detenido por la policía.