La Guardia Civil sigue buscando por tierra, mar y aire a Anna y Olivia, las niñas desaparecidas en Tenerife a quien su padre, Tomás, se llevó sin permiso de la madre, que era quien tenía la custodia de las pequeñas. El padre se las llevó y no se las devolvió, como estaba previsto, hace 23 días, y desde entonces no se ha sabido nada más de ninguno de los tres.
Aunque las autoridades siguen con esperanzas de encontrar a las niñas con vida, cada vez son más las voces que apuntan hacia la dirección contraria: que Tomás les quitase la vida para hacer daño a su exmujer, Beatriz, como represalia por haber iniciado una nueva relación con otro hombre mayor, de unos 60 años, y por quien el padre de las niñas sentía un profundo rechazo.
Esta semana se ha conocido la información de que la Guardia Civil tiene previsto ampliar la búsqueda de las pequeñas en el terreno marítimo, no solo en la superficie en busca de barcos o lanchas donde pudieran haberse quedado, sino ahora también en el fondo marino. Una de las últimas hipótesis que barajan los investigadores es que Tomás matase a las niñas en su casa, donde se encontraron grandes bolsas y tierra removida.
Esta teoría indica que tras quitarle la vida a las niñas, Tomás habría cogido los cuerpos de las niñas, los habría metido en las bolsas, y se las habría llevado a su embarcación. Esto explicaría que en las cámaras del puerto se viese a Tomás durante varios viajes, pero nunca se llegó a ver a las niñas. La línea de investigación apuntaría también a que, ya en mar abierto, Tomás habría lanzado los cuerpos de las niñas al agua y habría abandonado después su barco.
Por este motivo, y tras requerir autorización judicial, la Guardia Civil tomará prestado un sonar y un robot submarino del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que previsiblemente empezarán a utilizar la próxima semana, según han apuntado fuentes de la investigación.
En un principio, estas herramientas se utilizarán para buscar y rastrear el fondo marino de la zona donde se encontró la embarcación de Tomás Gimeno, que fue hallada a la deriva en aguas frente al Puertito de Güimar, una zona que cuenta con una gran profundidad y en la que ya han participado miembros del grupo de actividades subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil.
En esa misma zona, tras encontrarse la embarcación, se encontró también una silla de retención infantil que fue reconocida por la madre porque era que utilizaba su hija pequeña, Anna. Todos estos detalles hacen que las autoridades empiecen a creer que los cuerpos de las niñas podrían estar en el fondo del mar, aunque no hay ninguna pista sobre Tomás, que probablemente seguiría escondido en alguna parte, pero no saben dónde.
La última esperanza de la Guardia Civil
María Gámez, directora de la Guardia Civil, ya avanzó el lunes de esta semana que estaban trabajando en la cesión de este material para poder llevar a cabo las tareas de búsqueda por el fondo marino, aunque en ese momento todavía no habían recibido autorización del juzgado de Güimar, que es quien instruye la causa bajo secreto de sumario.
Poco más se sabe de la investigación, más allá de que el miércoles, 19 de mayo, los mismos perros especializados en el rastreo de restos biológicos que ya trabajaron en el cuarto registro de la casa de Tomás, estuvieron rastreando la lancha en busca de alguna pista que se les pudiese haber pasado a los investigadores.
Así, a medida que pasan los días, las posibilidades de encontrar a las niñas se van desvaneciendo. Ya han pasado más de tres semanas y la última esperanza de la Guardia Civil es poder cerrar el caso la próxima semana si se encuentran los cuerpos en el fondo del mar. Si no los encuentran quizás se recuperen las esperanzas de poder encontrarlas con vida, aunque entonces habrá pasado ya prácticamente un mes y su padre podría estar con las niñas en casi cualquier parte.