El 13 de febrero de 2018, Paz Fernández Borrego fue asesinada a golpes con un rodillo de amasar en Gijón. Los investigadores sospecharon desde el primer momento de Javier Ledo, amigo de la víctima. El 1 de octubre del año pasado, fue condenado a 24 años de cárcel por el asesinato.
Desde entonces, el asesino de Paz no ha dejado de buscar una rebaja de la pena para salir cuando antes de la cárcel. Su deseo puede verse cumplido muy pronto, ya que el Tribunal Supremo ha pedido la revisión del caso. El condenado pide que se elimine el agravante de violencia de género.
Javier Ledo ya recurrió la sentencia, pero esta fue ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA). Después recurrió ante el Tribunal Supremo, que ha accedido a revisar el caso. Colectivos feministas desconfían de las intenciones de los magistrados y han convocado varias protestas.
Si finalmente se elimina el agravante de violencia de género, el asesino de Paz saldría a la calle el año que viene. De momento, la decisión de revisar el caso se ha topado con la oposición de la calle. Las organizaciones feministas y de izquierdas dejan clara su intención: “No lo vamos a permitir”.
“No vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras la justicia patriarcal utiliza esta artimaña misógina y antidemocrática para dar voz al asesino”, dicen desde Libres y Combativas. Acusan a la “justicia de patriarcal” y a los jueves de “tufo franquista”. Y amenazan con más movilizaciones en la calle.
El crimen de Paz Fernández
Paz Fernández tenía 43 años y compartía con su amigo Javier la pasión por los caballos y el trabajo en la hostelería. También tenían hijos de edades similares. Él aseguraba que solo eran amigos, pero una foto le delató, ya que aparecen los dos dándose un beso en la boca.
Es evidente que la relación entre ambos se había ido estrechando y compartían algo más que una amistad. Solían dormir juntos en la caravana con la que ella recorría los parajes naturales de la zona. Javier fue la última persona que la vio con vida.
Los vecinos de Navia les vieron juntos en dos locales de la población. Paz tenía reservada una habitación en uno de esos establecimientos, y pensaba volver a Gijón a la mañana siguiente. Pero a partir de entonces se le perdió la pista y denunciaron su desaparición.
Su cadáver apareció tres semanas después en el embalse de Arbón, con la misma ropa con la que había desaparecido y con la cabeza rota. Los golpes recibidos y las heridas de autodefensa hacían pensar en una disputa que había acabado en una muerte violenta. Era evidente, Paz había sido asesinada.
El asesino había atado el cuerpo a un saco de piedras para lastrarlo hacia el fondo del agua. Los investigadores sospecharon de Javier, amigo íntimo de la víctima y con antecedentes delictivos. En 1994 estuvo implicado en un homicidio, y en su pueblo era conocido por cometer pequeños hurtos.
Las artimañas de Javier Ledo
El sospechoso intentó despistar participando activamente en la búsqueda de la joven. Pero su frialdad llamaba poderosamente la atención de los agentes. Cuando fueron a buscarlo tenía una coartada preparada que relató con mucha tranquilidad pero que no creyeron.
La sentencia final considera probado que el día de los hechos la víctima y el acusado quedaron para cenar en casa de él. Ella llegó después de haber tomado gran cantidad de alcohol y de haber gastado mucho dinero en las tragaperras. Javier siempre sostuvo que discutieron por el dinero y ella cayó por las escaleras.
Sin embargo, la sentencia considera que el acusado mató a la víctima por celos ya que ella recibió varios mensajes de su ex durante la cena. Javier Ledo intentará ahora volver a demostrar que no fue un caso de violencia de género. Con la rebaja de la pena y los permisos, podría pisar la calle mucho antes de lo previsto.
¿Violencia de género?
La violencia de género se considera como un agravante que amplía la cantidad de años de la pena del condenado. Para ello tienen que concurrir las circunstancias propias de la violencia de género, ejercida por los hombres contra sus parejas. Este agravante se aplicó en la condena de Javier Ledo.
Según la sentencia, "Javier Ledo, movido por los celos, teniendo un sentido de posesión respecto a Paz Fernández Borrego, cogió un rodillo de cocina y la golpeó de forma sucesiva". Lo hizo, dice, "de forma sorpresiva, con el rodillo envuelto en una bolsa así como varias piedras".
La golpeó "de forma sucesiva, repetida y desmesurada en los brazos, la parte izquierda de la cara, la cabeza y el hombro izquierdo". El jurado considera probado que entre ellos había una relación sentimental, y que esto justifica la aplicación del agravante de violencia de género.
Además, concluye que el asesino actuó con intencionalidad de matar a Paz y deshacerse del cadáver arrojándolo desde un puente del embalse de Arbón. Luego volvió a casa y trató de eliminar todas las pruebas que le incriminaban. Montó una coartada e intentó engañar a la policía.
Sin embargo, la defensa sostiene que el condenado y la víctima solo tenían una relación de amistad y que esta se cayó por las escaleras. Según su versión, esta le pidió 400 euros a Javier y empezó una discusión que acabó en tragedia. Asegura que las heridas de autodefensa son la demostración de esta hipótesis.