«Que dé señales de vida, que vaya a comisaría o llame para decir que está bien». Es la petición desesperada de la familia de Anna Carrillo, la joven de 15 años desaparecida en Sant Miquel de Fluviá, Girona, el 14 de febrero. Casi tres meses después, lo que parecía una pataleta de adolescente se ha convertido en un caso lleno de enredos.
Hasta ahora, todos los intentos de la policía por dar con la menor han fracasado. En un intento desesperado de la familia por encontrarla, los Mossos d’Esquadra han apelado a la colaboración ciudadana a través de las redes sociales. Han colgado su foto con un mensaje: «Anna desapareció el 14 de febrero, ayúdanos a encontrarla».
Anna ya se había ido de casa en otras ocasiones, pero esta vez no volvió. Una semana después de desaparecer, la joven colgó en Instagram un vídeo de siete minutos en el que explicaba que estaba bien y que no la habían secuestrado. «Mi madre es la responsable de hacer creer a todo el mundo que estoy loca y soy problemática, solo por querer a una familia por encima de la mía».
En el vídeo acusaba a su familia de malos tratos y expresaba su necesidad de estar lejos de su madre. También mostraba unos papeles manuscritos por ella misma y aseguraba estar en casa de una amiga, sana y salva. Pero ninguna de sus amigas sabía nada de ella, y en su entorno cercano apuntaban a una persona, Rafa, mayor de edad.
La principal hipótesis es que Rafa estaba manipulando a la joven, así que la policía siguió este hilo y empezó a registrar las casas de sus amigos. El 7 de marzo, la pareja dio nuevas pistas al aparecer en el programa de Telecinco, Viva la Vida, para dar su versión. Pero ninguna de estas líneas ha servido para dar con el paradero de los jóvenes. Tiempo después de su desaparición, su madre empieza a temerse lo peor.
Anna necesita seguimiento médico
Aunque la menor asegura en el vídeo que no necesita ayuda ni es problemática, la joven requiere un seguimiento médico y psicológico. Desde su última aparición, la joven no ha vuelto a dar señales de vida y su madre teme que pueda estar muerta. Así lo ha asegurado Judit Clos, abogada de la familia: «La situación empieza a ser muy preocupante».
En la publicación del vídeo en Instagram, muchas personas aconsejaron a Anna abandonar su aventura y volver a casa. «Este tío no te va a querer toda la vida, tu madre sí», decía uno de los usuarios. «Ese no entiende que es mayor y puede hacer lo que quiera, pero tú eres menor y no puedes ir donde él te diga», decía otro.
Aunque Anna denunciaba en el vídeo malos tratos por parte de su familia, no existe ninguna denuncia de este tipo, ni ella aportó pruebas de las graves acusaciones. Según la abogada, a pesar de la imagen que ella ha querido dar de sus padres, «la familia está desesperada no, lo siguiente». Ahora buscan desesperadamente una pista que les acerque a ella, para saber por lo menos que está viva.
La principal pista para encontrarla
Los Mossos siguen adelante con la investigación, en la que también participa la Fiscalía de Menores. La pista clave para encontrar a Anna es precisamente el vídeo que publicó en marzo y con el que ahora están intentando rastrear la IP del dispositivo desde el que fue subido. La principal hipótesis sigue siendo que Rafa la manipuló para desaparecer juntos, aunque también se sospecha de otros mayores de edad que les estarían encubriendo. Inducir a una menor a que deje su hogar es un delito grave castigado con penas de cárcel de más de un año.
En paralelo a la investigación policial, la familia sigue pidiendo la colaboración ciudadana para poder localizar a Anna. Anna Carrillo, desaparecida el 14 de febrero en Sant Miquel de Fluvià, Girona, mide 1,60 metros de altura, tiene el pelo rizado, largo y castaño, y un piercing en la nariz. «Da igual dónde está ni qué hace, pero que avise de que está bien», pide en una última súplica la abogada de la familia.