Llegan malas noticias en la lucha contra la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, que lleva ya un año entre nosotros y que todo apunta a que se alargará todavía muchos meses más.
Las nuevas variantes que han aparecido en los últimos meses, conocidas como la variante británica, la sudafricana y la brasileña, han puesto en jaque a los gobiernos de medio mundo cuando todo el mundo pensaba que, con la llegada de las vacunas, la pandemia tenía los días —o meses— contados.
A la mayor transmisibilidad que han demostrado las tres cepas, mucho más contagiosas que las variantes que eran dominantes hasta ahora, se le sumó la preocupación por la posibilidad de que escaparan a la inmunidad de las vacunas, algo que, por suerte, no parece que vaya a suceder, por lo menos en el caso de la variante británica y la sudafricana.
Pero algunos científicos ya han revelado, según publica 'The Guardian', que las cepas sí se escapan a algunos de los tratamientos más prometedores que se estaban empezando a aplicar para luchar contra la enfermedad, una vez el paciente sí está contagiado.
Uno de los principales problemas del coronavirus actual es que no responde ante ningún tratamiento conocido de forma realmente eficaz, por lo que los médicos llevan meses ensayando diferentes tratamientos, unos con más éxito que otros, para dar con la tecla que permita que los pacientes que enferman puedan superar la enfermedad.
Uno de los tratamientos más prometedores era el que utilizaba fármacos fabricados a partir de anticuerpos monoclonales, y que se basan en clones sintéticos de los anticuerpos naturales que genera el cuerpo contra el coronavirus. Hasta ahora, estos tratamientos habían dado buenos resultados, e incluso Donald Trump, expresidente de los Estados Unidos, fue tratado con ellos cuando dio positivo.
Los fármacos no funciona contra todas las variantes
Según los últimos estudios, estos tratamientos no funcionarían contra todas las nuevas variantes, lo que complica, otra vez, el proceso de curación de los pacientes que se infecten con ellas. Según estos ensayos, los tratamientos principales, el Regeneron y los fármacos de Eli Lily y GlaxoSmithKline, fallan con al menos una de las tres variantes.
Nick Cammack, científico al frente del Acelerador Terapéutico Covid-19 (CTA), ha explicado que los tratamientos con anticuerpos tienen grandes ventajas. Se obtienen a través de la clonación de un glóbulo blanco humano e imita el sistema inmunitario de las personas, y además son tratamientos muy seguros porque están diseñados específicamente para atacar el virus.
Pero desde Navidad, los científicos se han encontrado con problemas para desarrollar estos tratamientos, especialmente con las cepas de Sudáfrica y de Brasil. «Los cambios que experimenta el virus en sus proteínas S desechan estos anticuerpos», lamenta Cammack, y sentencia que «básicamente, hemos perdido la mayoría de los tratamientos con anticuerpos contra la Covid-19».
El tratamiento de GlaxoSmithKline, en cambio, sí que funciona contra esas dos variantes, pero no con la británica. Aun así, el científico se muestra especialmente pesimista, ya que cree que tras los cambios que se han producido en el virus en tan poco tiempo, es probable que los fármacos que se utilizan actualmente contra la enfermedad no sean eficaces durante mucho tiempo.
Contra la cepa original sí que siguen funcionando, por lo que estos fármacos siguen utilizándose en Europa y Estados Unidos, pero es necesaria una secuenciación masiva del virus para saber qué variante domina y encontrar también las regiones que aún conservan las variantes anteriores.
Además, la llegada del coronavirus puede ayudar a que estos tratamientos, que en general son caros y difíciles de producir, puedan globalizarse y llegar a otros países y para otras enfermedades. De hecho, este tipo de fármacos se están probando ya en pacientes con enfermedades infecciosas, cáncer e incluso el VIH.