Un equipo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de los hospitales Clínico San Carlos de Madrid y Clínico de Valladolid han definido hasta cuatro tipos de dolor de cabeza o cefalea asociados al COVID-19.
Entre otras causas, dichos trastornos están vinculados a la tensión emocional o a la presión de mascarillas y pantallas de protección; aunque la mayoría desaparecen, en algunos pacientes pueden quedarse de forma crónica.
En el estudio, se ha determinado que hasta el 15% de los pacientes presentan dolores de cabeza, y en muchos casos, sin presencia de síntomas como la fiebre que se manifiestan en el ser humano a través de la deshidratación, sudoración, pérdida de apetito o dolores musculares.
A partir de encuestas realizadas a más de un centenar de profesionales sanitarios, principalmente de Madrid, los investigadores pudieron delimitar clínicamente los tipos de dolores de cabeza. Son cuatro: la cefalea propia del coronavirus; el agravamiento de la cefalea que ya padece el paciente; la producida por los equipos de protección individual como mascarillas o pantallas; y una relacionada con la tensión emocional.
¿Cuál es el más común?
El que predomina en la COVID-19 es de gran intensidad, y tiene la capacidad de afectar a toda la cabeza o a un lado. Además, es habitualmente opresivo y empeora con la actividad física y con los movimientos de la cabeza, describe Jesús Porta Etessam, jefe de sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos y profesor de Medicina de la Facultad de Medicina de la UCM.
Estos dolores pueden despertar al paciente por la noche y habitualmente causarán molestias los ruidos y en ocasiones las luces.
El investigador indica que, en el caso de la cefalea propia de la COVID-19, se procede al bloqueo anestésico y a los esteroides, si bien «no hay evidencias al ser un cuadro realmente reciente».
«La mayoría de las cefaleas ceden entre las primeras 24 horas y una semana, pero un pequeño porcentaje continuará con ellas y no responderá a los tratamientos habituales. Tenemos ya varios pacientes que, por desgracia, han desarrollado una cefalea crónica», reconoce el neurólogo.