El testimonio de Nuria es un ejemplo más de la violencia obstétrica, que ejercen algunos profesionales de la salud a las mujeres embarazadas. La vida de esta murciana cambió cuando a las 24 semanas de gestación notó que su bebé no se movía. La tragedia de la muerte de su hijo aumentó por el trato recibido en el hospital.
En su centro privado de salud le hicieron una ecografía y le dijeron que el corazón del bebé no latía: “La doctora me dio un abrazo, me dijo que lo sentía muchísimo y que tenía que ir al hospital para que el bebé naciera sin vida”. Allí empezó su calvario, una sucesión de descuidos y mala praxis que la ha dejado marcada.
Aun así, Nuria se queda con lo bueno y destaca a los profesionales que hicieron bien su trabajo y la ayudaron. “Hay protocolos, pero depende de cada sanitario el que lo siga o no”, matiza. Nuria ha contado a La Opinión de Murcia su experiencia en el Hospital Virgen de la Arrixaca, de la capital murciana.
Mateo murió en el vientre de su madre
Mateo tenía que nacer trece semanas después, pero murió en el vientre de su madre. Nuria se puso en manos del equipo de Maternidad, para el que tiene buenas palabras. Sin embargo, también hubo errores: “Llegué a las nueve de la mañana, y no me atendió nadie hasta las cuatro de la tarde”.
Dice que nadie se presentó ni le explicó cómo sería el proceso, “solo te dicen que estás ahí para interrumpir el embarazo”. Según su relato, le dijeron que sería doloroso, ella pidió la epidural y se la negaron. “No me bajaron al paritorio, tuve que parir en la habitación”, añade.
Cuenta que estuvo cuatro horas de parto y entraron dos o tres veces a verla, con comentarios como: “No llores, que vas a tener fuerza para empujar”. “Yo les decía que eso me dolía muchísimo”, continúa, “y me pusieron paracetamol en gotero a muy bajas dosis”. Entonces llegó el momento más duro: “Mi hijo nació porque lo sacó mi marido, porque yo estaba sola”.
'Nadie me dijo no estás sola'
Solo cuando se puso a gritar “vinieron todos corriendo”, pero la pareja vivió un momento muy traumático: “Imagínate el panorama para mi marido, tener que sacar a su hijo muerto”. Nuria se queja del trato humano, porque “nadie me puso la mano en el hombre y me dijo ‘no estás sola’, nadie te trata como una persona”.
En cambio, si quiere resaltar el trato recibido por una enfermera, que le hizo una pequeña cruz en la frente al niño y le dijo: “No te preocupes, que ya está bautizado”. Otra matrona les dio las huellas del bebé, lo pesó y les dejó estar con él una media hora. A ella también le agradece su actitud humana.
Nuria tampoco tuvo suerte con el postoperatorio. La pusieron al lado de otra mujer a la que acababan de hacer una cesárea y que estaba con el bebé en brazos. Apenas unas horas después “ya me estaban echando de la habitación, me estaban dando el alta”.
El trauma de volver a casa
Entonces llegó “lo duro de verdad”, que fue llegar a casa. “Ver la cuna montada, el carro, el cambiador, su ropita”, recuerda emocionada. A pesar de vivir el peor momento de su vida, “te tienes que incorporar al trabajo porque no hay ninguna baja, no hay más que una baja por depresión, eso es todo”.
Tiempo después pudieron reunirse con el jefe de Maternidad del hospital: “se le caía la cara de vergüenza, me decía que ojalá pudiese hacer algo, fue muy amable”. Nuria no denunciará, pero quiere que esto no le vuelva a pasar a ninguna madre. Ha conseguido superar el duelo gracias a la Asociación de Psicología Perinatal de la Región de Murcia.
Día Internacional de la muerte gestacional
Hoy se celebra el Día Internacional de la muerte gestacional, neonatal y de la infancia temprana. Se considera muerte gestacional cuando el feto tiene más de 22 semanas, como el caso de Nuria. Si el bebé muere entre las 28 semanas y la primera semana de vida, se considera muerte perinatal.
La mayoría de las pérdidas se producen antes de las 13 semanas de gestación, pero la baja de maternidad solo se reconoce a partir de los seis meses. Otra mamá, Claudia, ha emprendido una lucha para que se reconozca la pérdida gestacional. Ella ha tenido que pasar por esa traumática experiencia hasta dos veces: “Es urgente que se regule”.