Las tarjetas de débito acostumbran a generar más confianza, pero ¿y si eso no fuera del todo cierto? La realidad es que tanto las tarjetas de débito como las de crédito cumplen con el mismo objetivo: permiten a sus titulares extraer una determinada cantidad de dinero de sus cuentas bancarias.
Sin embargo, el método que usan para hacerlo es totalmente diferente. Las tarjetas de débito suelen transmitir más seguridad porque solo permiten acceder al dinero que el titular tiene en su cuenta.
De esta manera, el titular se asegura que no gasta más dinero del que tiene y, sobre todo, que no contrae ninguna deuda innecesaria con su entidad bancaria.
Las tarjetas de crédito, en cambio, dan la posibilidad de que el titular pueda tener a su disposición más dinero del que realmente posee en su cuenta bancaria. Es decir, la entidad bancaria le cede una determinada cantidad de dinero.
No obstante, debemos tener en cuenta que esta cantidad de dinero deberá devolverse, ya sea a través de intereses, cuotas fijas o porcentaje.
Como hemos visto, ambas tarjetas cumplen con la misma función, pero utilizan mecanismos diferentes. Estos dan al titular la posibilidad de tener el tipo de tarjeta que se adapta mejor a sus necesidades económicas.
El tipo de tarjeta que te conviene más
En un principio, parece que las tarjetas de débito cuentan con más beneficios. Al usarlas, nos libramos de pagar cualquier tipo de comisión y nos aseguramos de no contraer una deuda con nuestro banco. Pero si nos interesa mantener nuestra cuenta bancaria a salvo de intrusiones ajenas, las tarjetas de crédito nos ofrecen un mejor mecanismo de seguridad.
De esta manera lo explicó el experto en tarjetas bancarias de ‘LendingTree’, Matt Schulz, en sus declaraciones en la cadena de televisión ‘CNBC’. En ellas, aseguró que “si una persona obtiene información sobre tu tarjeta de débito y la usa de forma fraudulenta, está robando dinero de una cuenta real”.
En cambio, si alguien consigue acceder a los datos de tu tarjeta de crédito y llega hasta tu dinero, la realidad es que “no se saca el dinero directamente de la cuenta”, en su lugar se hace “un cargo en la misma”.
Dada esta situación, tenemos la posibilidad de reclamar y denunciar para que no nos retiren el dinero de nuestra cuenta bancaria. Y, además, podemos investigar y eximir en el caso de que haya sido un uso fraudulento.
¿Estás tan protegido como crees?
Hoy en día las tarjetas cuentan con mecanismos de seguridad para evitar estas situaciones, como los códigos CVV, CVV2 y CSC. Estos nos permiten tener el control sobre nuestra cuenta bancaria. Pues se encuentran en la misma tarjeta de crédito y son necesarios para completar diversas operaciones financieras, sobre todo en compras Online.
Gracias a estos códigos, podemos confirmar que quién utiliza la tarjeta de crédito es el mismo titular de la cuenta bancaria. Así logramos evitar que usurpen nuestra identidad para acceder a nuestra cuenta y, sobre todo, con la seguridad de que nuestros datos están protegidos en todo momento.
Las tarjetas de débito cuentan con el código CSC (Card Security Code), el cual consta de tres números.
En definitiva, ambas tarjetas cuentan con sus propios mecanismos de seguridad que protegen nuestra cuenta bancaria de operaciones fraudulentas. Sin embargo, en el caso de que alguien consiga traspasar estos mismos mecanismos, tenemos que tener presente que las tarjetas de crédito nos ofrecen una protección que va más allá y que nos permitirá recuperar nuestro dinero más fácilmente.