Mientras Pedro Sánchez se esfuerza en transmitir optimismo sobre la salida de España de la pandemia, el malestar aumenta entre una población cansada y golpeada por la crisis. Los sindicatos mayoritarios recogen este malestar y amenazan al Gobierno con un 1 de mayo caliente y una movilización permanente en las calles.
Los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, han advertido al Gobierno de que si no cumple sus compromisos convertirán las calles en un infierno. Piden la derogación de la reforma laboral y de las pensiones, y la subida del salario mínimo interprofesional. Sino habrá, dicen, «maldición bíblica».
Los sindicatos tienen la intención de mantener las manifestaciones que celebran el día 11 de cada mes, pero amenazan con ir más allá si el Gobierno no acomete las reformas sociales prometidas. La última se celebró este fin de semana ante el ministro de Economía, y los líderes sindicales han lanzado un mensaje inequívoco a Sánchez.
Pepe Álvarez, representante de la UGT, ha dicho: «El Gobierno tiene que ser consciente de que esto va a subir, de que habrá más movilizaciones. No pararemos, no es ninguna broma. Alguien puede pensar que es una amenaza, pero será una maldición bíblica. Cada mes nos seguiremos movilizando porque la negociación sin movilización no funciona».
Su gran oportunidad para mostrar el descontento será el 1 de mayo, jornada reivindicativa que quieren convertir en «una explosión de manifestación para cerrarle la boca a todo el mundo, incluida la extrema derecha». En este sentido, ha recordado que la mejor manera de combatir a la extrema derecha son las políticas, y han hecho un llamamiento: «Que nadie tenga miedo a manifestarse el 1 de mayo, se hará en condiciones de seguridad».
Sindicatos y Gobierno, tensión en aumento
El descontento de los sindicatos con el Gobierno de Pedro Sánchez viene de lejos y va aumentando a medida que se retrasan las prometidas reformas sociales. El primer motivo fue el fiasco de la negociación por el aumento del salario mínimo interprofesional. El ministerio de Trabajo que dirige Yolanda Díaz impulsó una nueva subida en diciembre, pero el ministerio de Economía que dirige Nadia Calviño, junto con los empresarios, lo frenó.
Se abrió entonces un intenso período de negociaciones que duró varias semanas y que finalmente acabó en nada. En la misma línea de lo que decían los empresarios, el Gobierno decidió congelar los salarios a la espera de una mejora de la economía. Pero los sindicatos recuerdan a Sánchez que subir los salarios fue un compromiso de legislatura y que es además una medida de justicia social con los trabajadores en plena crisis.
La otra gran reivindicación de los sindicatos es la derogación de la reforma laboral, que está en los acuerdos de la legislatura pero que también se está retrasando por la difícil coyuntura económica. El principal obstáculo, en este caso, son las exigencias de Bruselas en materia de mercado laboral y pensiones a cambio de entregar a España los 140.000 millones de euros de los fondos de recuperación.
La reforma de las pensiones ha sido la gota que ha colmado el vaso. Los sindicatos acusan al Gobierno de opacidad, y en concreto, señalan al ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Dicen que está llevando las negociaciones con poca transparencia y que sospechan que quiere aprobar una reforma perjudicial para los trabajadores por la vía de los hechos consumados.
Las peticiones de los sindicatos
Ante todos estos agravios, los sindicatos se han manifestado una vez más este mes de abril bajo el lema «Ahora sí que toca». UGT ha avisado al Gobierno de que no aceptarán medias tintas y que quieren la derogación completa de la reforma laboral de 2012: «Sin eso, la negociación colectiva es una entelequia, porque no hay posibilidad de negociar convenios dignos». También piden que el salario mínimo suba este año y que se derogue la reforma de las pensiones de 2013.
Por su lado, CCOO ha aconsejado al Gobierno que deje las batallas políticas con la derecha y se centre en hacer políticas para la clase trabajadora. El líder del sindicato, Unai Sordo, ha considerado que «los eslóganes guerracivilistas que toman a la gente por idiota, como si estuviera en juego la libertad, dando a elegir entre libertad o comunismo, son idioteces». También ha arremetido contra algunos hosteleros que, dicen, le están haciendo la campaña electoral a Isabel Díaz Ayuso: «Les ha permitido tomarse esto de la pandemia como una broma donde el derecho a poner cardamomo en el gintonic es equiparable a tener o no tener una sanidad pública».