Gloria Martínez pertenece a aquella época de los 90 cuando los casos de desapariciones de adolescentes barrían la península. Su caso ocurrió un mes antes que el de las niñas de Alcàsser, pero a diferencia de ellas, Gloria jamás apareció.
La última vez que se la vio fue en la clínica Torres de San Luis en L´Alfàs del Pi, Alicante, de la que nunca volvió. Su imagen, la de una adolescente de 17 años, inundó el país y su extraña desaparición continúa siendo un misterio.
Han pasado cerca de 30 años y familiares y amigos siguen esperando una pista que les aclare lo ocurrido. Sin embargo, ni las llamadas que aseguraban haberla visto ni la investigación que se alargó años, lograron resultados.
La extraña desaparición de Gloria Martínez
Gloria era una joven apasionada del piano que no llevaba una vida fácil. Con tan solo 14 años padecía problemas de insomnio y ansiedad que le llevaron a visitar a una psiquiatra. Fue ella la que recomendó a sus padres, Isabel y Álvaro, que la ingresaran en un centro psiquiátrico.
Hasta allí acudieron los tres la mañana del 29 de noviembre de 1992. Nada les hacía pensar que sería la última vez que la verían. La clínica Torres de San Luis era uno de los centros con más prestigio de Alicante que prometía la cura de Gloria.
Un par de semanas bastarían para que la joven superara sus problemas de sueño y volvería a casa. Sin embargo, jamás fue así. Gloria Martínez desapareció el mismo día que ingresó sin dejar rastro.
Tras conocerse su desaparición, su madre contó que quiso pasar esa primera noche junto a su hija, pero no se lo permitieron. "Contravenía las normas de la clínica", explicó, por tanto Isabel y Álvaro se marcharon con la angustia sobrevolando a ambos.
A Gloria la instalaron en el bungalow B1 atendida por los profesionales que la trataban desde hacía años. Entre los cuales estaba su psiquiatra que, además, era directora adjunta y accionista de la clínica. Horas más tarde, junto a la joven se encontraban una enfermera y una auxiliar.
Gloria tuvo que ser inmovilizada
A medida que pasaban las horas, Gloria comenzó a experimentar algunos cambios en su comportamiento. Durante la tarde y al principio de la noche estaba algo inquieta, por lo que decidieron administrarle tranquilizantes e inmovilizarla, atándola a la cama.
El objetivo, según explicaron, era evitar que la joven se autolesionara. No fue hasta la medianoche cuando la liberaron para que pudiera ir al baño. Pero Gloria seguía estando nerviosa y no ayudó ver que la enfermera se acercaba a ella con una jeringuilla.
Fue entonces cuando pidieron la ayuda de una pareja búlgara encargada del mantenimiento y la cocina del centro. En medio del caos reinante, aseguran que Gloria se escapó. Una teoría que llama mucho la atención teniendo en cuenta el estado que presentaba la joven.
Estaba bajo el influjo de los potentes tranquilizantes, en pijama, sin deportivas y sin sus gafas, las cuales necesitaba dado su alto número de dioptrías. Además era de noche y no conocía el centro ni su entorno.
Desde la clínica apuntaban que Gloria saltó el muro en plena noche, prácticamente descalza, sin ropa de abrigo a pesar de que era noviembre. Corrió por el terreno agreste situado en medio de la nada y huyó a toda velocidad sin dejar rastro del camino que tomó.
La clínica no tenía autorización como centro psiquiátrico
Ocho horas después de la supuesta huida de Gloria, el centro llamó a sus padres para informarles que su hija se había escapado. Los investigadores solo tenían la versión de la clínica y sobre ella trabajaron si hallar pruebas que determinaran que la joven huyó.
Tampoco se encontraron indicios de que otra cosa ajena a la fuga pudiera haber ocurrido. Simplemente, Gloria se desvaneció. Sin embargo, la Fiscalía se conformó con esa versión a pesar de que el estado de la joven no casara con su escapada de película.
Solo la Guardia Civil jamás dio el caso por cerrado a pesar de que judicialmente lo está. "Durante mucho tiempo aprovechábamos cualquier pista que nos llegara, por peregrina que fuera, para pedirle al juez que reabriera la causa", explican.
Durante la investigación se supo que la clínica no estaba autorizada para operar como centro psiquiátrico. Su función era ser un centro de reposo para superar el estrés. No tenía instalaciones ni personal cualificado para atender a Gloria.
Algo que su psiquiatra y directora conocía a la perfección. Tampoco debían haber sedado y atado a la joven como método para tratar la crisis que padecía. Por todo ello, la clínica fue sentenciada a indemnizar a los padres de Gloria con 60.000 euros por falta de seguridad.
Nada se sabe de los responsables y el centro ahora es un geriátrico
Tiempo después de conocerse el suceso de Gloria, la clínica se convirtió en un geriátrico. La enfermera y la auxiliar presentes aquella noche borraron todo paso por allí y se les ha perdido la pista. Igual que la pareja búlgara encargada del mantenimiento y que ayudó a tranquilizar a la joven, que volvieron a su país.
La vía penal se agotó dado que no se hallaron indicios de criminalidad y el caso fue cerrado. Sin embargo, 30 años después, todavía sigue siendo una incógnita la desaparición de Gloria Martínez.
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