La fiscal del caso no recuerda nada parecido en sus 33 años de experiencia. En agosto de 2019, Silvia A. M. asestó 53 puñaladas a su bebé, lo metió en una mochila, lo tiró a un contenedor de basura y se fue de vacaciones. La joven lo ha confesado todo en el juicio que ha arrancado hoy en la Audiencia Provincial de Gijón.
Silvia lleva en prisión preventiva desde que fue arrestada el 21 de septiembre de 2019. Las pruebas de la investigación le señalaban directamente a ella, aunque hasta ahora culpaba a su ex pareja Daniel, que finalmente ha sido exonerado. En el juicio, Silvia se ha declarado culpable de un crimen realizado a sangre fría, de forma calculada. Por pura maldad.
El 2 de agosto de 2019 encontraron a un bebé asesinado en un contenedor en Nuevos Roces, Gijón. Según la autopsia, tenía 53 heridas de arma blanca repartidas por todo el cuerpo. Recibió la mayoría de las puñaladas cuando aún estaba vivo, y murió desangrado. El arma fue un cuchillo de cocina con mango de madera y dientes de sierra.
Para cometer un crimen así hay que tener una personalidad fría y psicopática. Silvia, la madre del bebé, sufre inestabilidad emocional, agresión social e interpersonal, impulsividad, intolerancia a la frustración y ataques de genio y egoísmo. Este es el cuadro psicológico de la asesina, que sin embargo, ejecutó su acto de forma consciente y planificada. Mientras salía la noticia por la tele, Silvia comentaba: «Mira qué hijos de puta hacer eso, acabar a puñaladas con un bebé. ¿Quién habrá sido, tú crees que lo descubrirán?».
Casi dos años después y ante el tribunal que la juzga, Silvia ha reconocido los hechos y no ha querido responder a las preguntas de la acusación. Piden para ella la prisión permanente revisable. La fiscal ha hecho su relato visiblemente sobrecogida. Ha confirmado que el bebé era hijo de Silvia y su pareja sentimental, y que murió «desangrado y sin nombre» tras recibir 53 puñaladas con un cuchillo.
Según la fiscal, la vida de Silvia era normal hasta que se quedó embarazada y ocultó el embarazo a todos. No lo sabía ni la pareja sentimental, ni la familia, ni amigos ni vecinos. No fue al ginecólogo e hizo el parto en solitario. En la investigación, encontraron en su ordenador centenares de búsquedas de cómo prepararse para el parto. «La fotos son impresionantes. Después de matarlo lo mete en una mochila, lo baja a un contenedor, y a los días se va de vacaciones»,destaca la fiscal.
Un crimen cruel y despiadado
Fue un crimen ejecutado por una mente malvada y con una gran frialdad, así que cuesta hacerse a la idea de los motivos de tal salvajada. La fiscal apunta a que fuera un hijo no deseado, pero también añade que hubo alevosía porque el bebé, que tenía el cuerpo formado, no pudo defenderse y murió desangrado. La madre no tenía ninguna enfermedad mental, sino que «es de una maldad tan extrema que es capaz de matar a su hijo recién nacido de esta manera».
El ministerio público ha concluido que era perfectamente consciente de lo que hacía, y ha advertido que es muy injusto que el bebé ya no pueda volver a la vida mientras que ella disfrutará algún día de permisos. La acusación particular, ejercida por el padre de la criatura, asegura que no le mueve «ni el ánimo de venganza ni el odio», sino la necesidad de hacer justicia para un bebé que no pudo ni defenderse.
Como muestra de su verdadera motivación, ha declarado que donará el dinero de la indemnización al Patronato de San José, que cuida de los menores. La versión de la acusación particular es que fue un acto calculado fríamente, de forma despiadada, como lo demuestra que fuera arrojada a un contenedor como un desperdicio más. «Escogió la forma más vil», aseguró, «al dar a luz en casa, arrojarlo y al día siguiente preparar un cumpleaños y sugerir ir de vacaciones, de forma fría, para evitar ser identificada».
El relato de los hechos
Según el ministerio Fiscal, la mañana del 1 de agosto de 2019, Silvia A. M. estaba sola en la viviendo que compartía como su compañero sentimental. Dio a luz a un bebé varón que pesó 2.670 gramos de peso. El mismo día, antes de las 7 de la tarde, la acusada asestó al bebé 53 puñaladas en distintas partes del cuerpo con un cuchillo de cocina. Después lo metió en una mochila y lo tiró en un contenedor de basura en su misma calle. A las 7, su pareja volvió del trabajo sin saber lo que había ocurrido.
La pareja desconocía que ella estaba embarazada y al ver la sangre, Silvia le dijo que fue causa de un sangrado masivo por un quiste en un ovario. Ya detenida, a la acusada le practicaron un examen ginecológico que descartó la existencia de ningún quiste ovárico. Todo fue una sucesión de mentiras en torno a un crimen perpetrado fríamente.
Por todo ello, la Fiscalía le atribuye un delito de asesinato con alevosía, al ser la víctima especialmente vulnerable a causa de su edad. También se le añade un agravante de parentesco, y piden para ella la prisión permanente revisable y el pago de los costos del juicio. También una indemnización de 50.000 para el padre.