Desolación en la Asociación Musical Iscariense (AMI) de Íscar, en Valladolid por la pérdida de dos de sus mejores músicos. Sergio González, de 31 años, y Fernando Domínguez ‘Junior’, de 47, murieron por enfermedad con un solo día de diferencia. La banda se encuentra consternada por este “duro mazazo”.
Su director José Luis Gutiérrez se lamenta por haber perdido a “dos grandes músicos” que eran “pieza clave” del proyecto. Sergio era trombonista y murió el viernes 14 de enero a causa de un cáncer de hígado fulminante. Al día siguiente, el sábado, un tumor cerebral acabó con la vida de Fernando.
Un fin de semana negro tras el cual la AMI no volverá a sonar igual. Con ellos se pierde a dos grandes músicos, pero también a dos personas excelentes para los que solo hay elogios. “Un corazón de oro”, como dice el presidente, que reconoce que les costará sobreponerse a un palo tan duro.
Sergio, futbolero y taurino
A Sergio González, de 31 años, le diagnosticaron un cáncer de hígado que ha acabado con su vida en apenas nueve meses. Su hermano Carlos describe su pesar en El Norte de Castilla: “Es durísimo, ha sido todo tan rápido que no te haces a la idea”. Según cuenta, los ocho primeros meses “fue todo de maravilla”.
Pero la cosa se complicó a partir del 3 de diciembre y el desenlace se produjo de forma rápida y dramática. Sergio era graduado en Comercio y un hincha apasionado del Barcelona y el Real Valladolid. Además era un amante de la tauromaquia, pasión que desde pequeño compaginaba con la música.
Con sólo ocho años cogió el trombón y ya no lo soltó. Su vida estuvo siempre ligada a la AMI y a las charangas, que eran su otra gran pasión. “Se ofrecía a todo, no ponía mala cara a nadie, estaba siempre muy feliz y así fue hasta el último momento”, cuenta su hermano Carlos.
Lo hace con emoción, pero también con la “tranquilidad” de ver la cantidad de personas que querían a su hermano. “Ha quedado demostrado que le quería, trabajó en un supermercado y tenía mucha facilidad para hablar con la gente y llevarse bien”, añade. Ahora guardarán su recuerdo y su instrumento “como oro en paño”.
Fernando, el charanguero
Fernando Domínguez, de 47 años y conocido como ‘Junior’, murió a causa del tumor cerebral que le diagnosticaron en 2006. La enfermedad le obligó a aparcar su actividad musical, y fue operado dos veces. “Le quitaron todo el daño que tenía, pero ya se quedó encamado y nos dijo que moriría en meses”, afirma su hermano Álvaro.
Sin embargo, encontraron un tratamiento experimental en Madrid que le salvó la vida: “No tenía ni rastro del linfoma”. Aunque su situación había mejorado, la cosa volvió a empeorar y finalmente la enfermedad se lo ha llevado. Fernando era el mediano de cinco hermanos y le recuerdan por su “bondad extrema”.
“120 kilos de buen humor y alegría”, así le recuerda su hermano, según el cual le conocían en todos los rincones de la provincia. Él fue uno de los impulsores de la Asociación Musical Iscariense, junto con otros amigos y cuando tenía solo 13 años. Además, era una persona muy alegre y la charanga formaba parte de su vida.
A Fernando le gustaba vivir la fiesta desde dentro: durante ocho años integró la charanga Cubalibre de Coca, y después estuvo en Sonido Ibérico. Además tocó en la agrupación musical Corco de La Rioja. “No contaba chistes, pero solo con su forma de ser y de decir las cosas nos moríamos de la risa”, explica Álvaro.
Dos personajes inolvidables
La muerte de Sergio y Fernando con horas de diferencia ha dejado consternada a toda la comunidad iscariense. “Fernando era muy divertido, le querían en muchísimos pueblos, y Sergio se hacía querer, tenía chascarrillos para todos”, cuenta el director. Según sus palabras, “eran superbuenas personas”.
Junior llevaba tiempo sin tocar, “pero mucho de lo que tenemos hoy en día se lo debemos a él”. Sergio nunca dejó de tocar “y le querían todos, de los mayores a los más pequeños”. “Te duele como si le pasa a un familiar tuyo”, añade, “porque el lazo que se crea en la banda es muy fuerte y pasas muchos ratos juntos”.
â¶ï¸ VÍDEO: Seis fallecidos en el incendio de una residencia en Moncada
Íscar está rota de dolor, y así lo ha manifestado también su alcalde, José Andrés Sanza: “Dejan una huella muy pronunciada”. En la localidad, de apenas 6.300 habitantes, todos se conocen y el vínculo entre los vecinos es muy fuerte. Por eso el dolor es también mayor, ya que “eran chicos muy activos y participativos en la vida social”.