«No las volverás a ver con vida», le dijo Tomás Gimeno a su ex mujer antes de acabar con la vida de sus hijas Anna y Olivia. «Tienes lo que te mereces», escribió Cristina Rivas a su ex pareja antes de asesinar a su hija Yara.
Los casos de Anna y Olivia y de Yara han conmocionado a la sociedad española en las últimas semanas. Por desgracia, no es nada nuevo. En los últimos años han aumentado en España los casos de menores asesinados por uno de sus progenitores.
Muchos ven en el crimen de las niñas de Tenerife un claro paralelismo con el parricida por excelencia, José Bretón. Pero estos también ha salido a la luz el caso de Yaiza. La pequeña, de solo 4 años, murió asesinada por su madre.
Los casos en los que el asesino es la madre de la niña son menos, pero existen. Uno de los más crueles fue el caso de Sergio, un niño de 7 años asesinado por su madre. Ana María Baños le estranguló, le sentó en el coche y trató de esconderlo.
Los hechos se remontan al 10 de octubre de 2019, en Huércal de Almería. Tras una larga batalla judicial, el padre de Sergio logra retirar la custodia del niño a su madre, Ana María, por malos tratos. El mismo día, la mujer se cobra su venganza de forma terrible.
Sometido a malos tratos constantes
El relato de los malos tratos que sufrió Sergio es escalofriante. «Sergio no quería nunca ir con su madre porque le tenía miedo», cuenta uno de los tíos. Sus padres, Ana María y Sergio, habían roto su relación dos años antes.
Ambos tenían un hijo en común, Sergio. El juez dio la custodia a la madre y un régimen de visitas para el padre. El progenitor recogía a su hijo todos los jueves a las dos de la tarde y lo devolvía a su madre a las nueve de la mañana del viernes.
Ana María denunció a su ex por malos tratos, pero todas las denuncias fueron archivadas. Mientras, seguía cuidando del menor en el piso del matrimonio. Pero la separación había hecho mella en ella, tanto física como psicológicamente.
Empezó una conducta obsesiva de acoso y amenazas contra su ex marido. Los malos tratos se trasladaron también al niño. «Sergio nos contaba que le pegaba en la cara, que a veces no le daba de comer y no le llevaba al colegio», dice su tío.
En una ocasión, el niño explicó que su madre le había intentado asfixiar con una almohada en la cara. Entonces, Sergio decidió luchar por su hijo y recuperar su custodia. El jueves 10 de octubre de 2019 se celebró la vista para decidir la custodia del pequeño.
El crimen del pequeño Sergio
El juez decidió quitarle la custodia a la madre y dársela al padre. Ese día, Ana María tenía que llevar a su hijo al colegio pero no lo hizo. Lo estranguló a sangre fría, y lo sentó en el asiento trasero del coche con su mochila de colegio para que pareciera que estaba vivo.
Hizo todo el trayecto con el niño muerto y amoratado desde Huércal de Almería hasta El Ejido, a 44 kilómetros. Su intención era colocar el cadáver del menor en casa de Ana, la pareja sentimental de su padre.
«Ayúdame a sacar al niño del coche que viene mareadillo», le dijo. Viendo que algo iba mal, la mujer telefoneó a la Guardia Civil mientras la parricida se daba a la fuga. En su huida fue interceptada por un coche patrulla, desde donde le dieron el alto apuntándole con la pistola.
Ana María fue detenida como sospechosa de la muerte de su hijo. Mientras los agentes de la llevaban solo repetía una frase: «Si no es para mí, no será para nadie». El 22 de marzo de 2021, hace tres meses, fue condenada a prisión permanente revisable.
Consternación en el pueblo de Alcolea
Ana María y Sergio son naturales de Alcolea, un pueblo de 500 habitantes en la Alpujarra. Su hijo era un aficionado a las Fiestas de Santa Rosa de Viterbo. Los vecinos aseguran que esto se venía a venir porque «ella tenía problemas mentales serios».
«Una noche la vimos buscando en los contenedores, otra caminando sola por la carretera, decía que su marido la quería envenenar», aseguran. La propia Ana, pareja de su padre, le había comentado que su hija no estaba bien.
Sin embargo, no consta que padeciera ningún trastorno mental. De hecho, la mujer intentó utilizarlo para rebajar la pena, pero el juez consideró que fue consciente en todo momento de lo que hacía. Por eso recibió la permanente revisable.
Indignación con la justicia
En la familia del pequeño Sergio quedó una sensación agridulce. Por un lado, la satisfacción de que se ha hecho justicia. Y por otro lado, la indignación de pensar que se podría haber evitado si las autoridades hubieran protegido más al menor.
El caso de Sergio generó una gran controversia, porque el padre había denunciado varias veces la situación. Parece que algo falló en el protocolo de protección. Y cuando el juez tomó la decisión esperada, ya era demasiado tarde.
La muerte del pequeño Sergio destrozó también la existencia de su padre, que se enteró de la noticia estando en el trabajo. Su historia se repite ahora con la muerte de otros pequeños a manos de sus progenitores, como los de Anna y Olivia y de Yaiza.