Paciente de Covid intubado y atendido por dos profesionales de la sanidad vestidos de blanco, altamente protegidos

La secuela desconocida que sufren incluso los pacientes de Covid más leves

Uno de cada seis pacientes que ha tenido la enfermedad desarrolla dificultades persistentes para respirar y pérdida de voz

Paciente de Covid intubado y atendido por dos profesionales de la sanidad vestidos de blanco, altamente protegidos
Tanto los pacientes más graves como los más leves pueden acabar teniendo problemas en la voz | Unsplash

Aunque el coronavirus ya ha llevado a la muerte a más de 1,3 millones de personas en todo el mundo, la realidad es que el 80% de los pacientes que sufren Covid-19 se recuperan sin necesitar tratamiento hospitalario. Pero incluso los enfermos que sufren los síntomas leves corren el riesgo de perder la calidad de la voz.

Esta es la secuela del coronavirus desconocida por muchos. Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL), uno de cada seis pacientes de Covid-19 puede desarrollar un cuadro grave de dificultad respiratoria (disnea) y pérdida de la calidad de la voz (disfonía).

Se trata de efectos secundarios que afectan en mayor medida tanto a personas mayores como aquellos que sufren cualquier tipo de afección como enfermedades respiratorias, hipertensión, inmunosupresión, problemas cardíacos o diabetes.

El agravamiento de las dificultades respiratorias tiene como consecuencia la pérdida de la voz, una situación a la que tampoco ayudan las medidas de protección para evitar los contagios, tales como el uso de mascarilla o el mantenimiento de la distancia de seguridad. Estas complican el manejo de la voz a nivel social y profesional. 

Según los estudios realizados hasta ahora, al hablar expulsamos partículas a gran velocidad que pueden alcanzar los 160 km/h y los 12 metros de distancia. Al cantar se pueden llegar a expulsar 1.000 gotas microscópicas, que permanecen suspendidas en el aire hasta 8 minutos, hecho por el cual se considera a los coros un notable foco de infecciones. 

También se ha demostrado que la saliva expulsada al toser o estornudar puede cubrir un área de 7 metros cuadrados, hecho por el cual la mascarilla y la distancia de seguridad son medidas imprescindibles para frenar la propagación del virus causante de la Covid-19. 

Por otro lado, las autoridades sanitarias han establecido como síntomas comunes la fiebre, la tos seca y la dificultad para respirar, además de síntomas secundarios como fatiga, náuseas, dolor de cabeza, congestión y pérdida de gusto y olfato. Pero además, se ha comprobado que hay una serie de secuelas a largo plazo: el «covid persistente».  

Durante el contagio, los días posteriores e incluso durante semanas y meses, se pueden manifestar dificultades respiratorias que, a su vez, afectan a la calidad de la voz produciendo una disfonía. En estos casos se produce una pérdida de la calidad de la voz, junto con fatiga respiratoria, dolor al hablar, y sensación de presión en el pecho o cansancio. 

También es común la ronquera o pérdida de brillo en la voz, el habla entrecortada o seca, el dolor laríngeo y pectoral, sensación de rigidez en la garganta, dolor en el cuello o disminución de la escala tonal.

El aire, la clave de la voz

Esto sucede porque la voz no es más que aire que el aparato fonador sonoriza y amplifica. El órgano que se encarga de hacerlo es la laringe, formada por cartílago, músculo y membranas mucosas localizadas entre la tráquea y la lengua. Cuando las cuerdas vocales vibran a partir del aire exhalado que pasa a través de ella, se manifiesta el sonido.

Por lo tanto, la clave de la voz es el aire: sin aire, no hay sonido. Y si la capacidad respiratoria disminuye también se modifica la voz, dando lugar a la disfonía, que es la alteración de la voz en cualquiera de sus cualidades aunque principalmente el timbre.

La tos frecuente durante el Covid-19 une con fuerza los pliegues vocales para permitir la expulsión fuerte del aire y limpiar cualquier mucosidad de los pulmones y la garganta. Sucede que, cuando la tos es continuada, puede provocar la inflamación de las cuerdas vocales, que se vuelven más rígidas y pierden flexibilidad. Entonces la voz adquiere un sonido más seco y profundo, en muchos casos convirtiéndose en un susurro.

Acudir a un logopeda

La ayuda de un logopeda puede ayudar mucho en estos casos, y su actuación dependerá del tipo de síntomas y el alcance de la secuela. Cuando los síntomas son leves, la rehabilitación y la práctica respiratoria son suficientes para recuperar los parámetros anteriores. En casos más graves, como las personas que han requerido intubación, el daño es mucho mayor.

La logopedia se encarga del estudio, la prevención, la evaluación y el tratamiento de la voz y la comunicación. También se dedica a la audición, el lenguaje y las funciones orales no verbales, como la respiración, la masticación, la succión y la deglución.

Los expertos recomiendan aprender a manejar la voz en determinadas situaciones, como por ejemplo al usar la mascarilla, que dificulta la acción de respirar, articular y resonar. La Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología pone a disposición materiales científicos de apoyo para estos problemas.