Santiago, un vecino de la localidad valenciana de Torrent, le propinó a su padre una paliza que le acabaría costando la vida. Acabó muriendo a los cuatro meses. Había descubierto que su progenitor abusaba sexualmente de su nieto de 8 años.
En el juicio celebrado estos días admitió que ese día perdió el control, "estaba fuera de mí". Escuchó un relato estremecedor de su pequeño que le obligó a actuar con inmediatez.
Cuenta Santiago que "el niño nos contó que el abuelo le tocaba, le obligaba a chuparle la cosita y le metía el dedo por donde se hace caca". A continuación se dirigió a casa de sus padres para pedirle explicaciones y "decirle a la cara que era un violador".
Asegura que el septuagenario "lo negó todo, se encaró conmigo y lo golpeé". Así lo detalló durante el juicio. Su padre acabaría muriendo a los cuatro meses tras permanecer 41 días en la UCI.
Ahora será un jurado popular el que decida. Deberá aclarar si falleció a consecuencia de los golpes, si fue un asesinato consumado o en grado de tentativa. La otra posibilidad es que el acusado no tuviera ninguna intención de matarlo y actuase motivado por el estado de obcecación.
Santiago veía a su padre como un ejemplo, un referente. "Era mi ídolo hasta que me enteré que había violado a mi hijo", explicó.
Ahora la Fiscalía reclama para el hijo del fallecido una pena de 9 años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa. Considera que su intención era acabar con la vida de la víctima. O al menos ese podía ser el resultado después de la paliza que le propinó tras conocer los abusos a su hijo.
El Ministerio Fiscal cree que los golpes se produjeron sin que la víctima tuviera posibilidad de defenderse. A ello se le une su delicado estado de salud y la edad. Eso sí, lo ve como intento de asesinato al no responsabilizarle de la posterior muerte.
En total había estado hospitalizado 54 días a consecuencia del ataque.
El fiscal aprecia dos circunstancias atenuantes, como son la confesión y el arrebato. Fue el propio Santiago el que se presentó en la comisaría nada más propinarle la paliza a su padre. Ante dos agentes de la Policía Nacional les detalló lo que había hecho.
En cuanto al arrebato, sostienen que en el "momento de los hechos tenía sus facultades cognitivas y volitivas levemente alteradas". La situación de estrés provocada por lo que le dijo su hijo le condujo a ello.
Santiago, con los hermanos en su contra
El juicio contra Santiago se está celebrando estos días en Torrent, pero los hechos datan de marzo de 2016. El procesado se desplazó a la vivienda de su padre, cerrando la puerta del comedor para que sus cuidadores no escucharan la conversación.
Explico que cree "ciegamente" lo que le dijo el pequeño, que no ve capaz de inventarse algo así. Relató, además, que sospechabas de algunas "desviaciones" por parte del fallecido.
La defensa del procesado defiende que su cliente tenía sus facultades alteradas. Los graves hechos narrados por su hijo a la salida del colegio le hicieron actuar de esa manera desproporcionada. Contaron que sufre epilepsia y que tiene "ausencias", durante las cuales no suele ser consciente de lo que realiza.
De ahí que pidan para él una pena de tres meses de prisión por un delito de lesiones. Tendría las atenuantes de confesión y arrebato.
Por contra, la acusación particular, que ejercen el resto de hijos de la víctima, sí aprecia vínculos entre la agresión y la muerte. Reclaman para Santiago una condena de 22 años y medio de prisión por un delito de asesinato consumado. Aprecian ensañamiento, abuso de superioridad y alevosía.