Vox ha experimentado un crecimiento sin freno desde que obtuvo por primera vez representación política en España. Era el 2 de diciembre de 2018 cuando la formación que preside Santiago Abascal entraba por primera vez en una cámara política en nuestro país: concretamente, el Parlamento andaluz. Aquella noche fueron los máximos protagonistas de la jornada después de que la candidatura liderada por Francisco Serrano —que ya no es diputado y que fue expulsado del partido— obtuviera 12 escaños gracias a casi 400.000 votos.
A partir de entonces, Vox no ha dejado de ir a más: 52 escaños en el Congreso, 3 representantes en el Senado, más de 500 concejales en toda España, 4 eurodiputados y 67 diputados en los parlamentos autonómicos de todo el país excepto en Galicia, la única región española donde Vox no ha conseguido acceder a la cámara autonómica. Su último éxito, Cataluña: el 14 de febrero, la formación liderada en esta comunidad por Ignacio Garriga accedía al Parlamento catalán con 11 diputados. ¿Hasta dónde puede llegar el crecimiento de los de Santiago Abascal? ¿Cuáles son los límites de Vox y, sobre todo, se encuentran cercanos en el tiempo o Abascal tiene aún mucho recorrido por delante para crecer?
El plan de Ayuso para frenar a Vox
Son preguntas que han copado muchas horas de tertulias televisivas y radiofónicas; y que han gastado miles de píxeles y ríos de tinta en la prensa digital y analógica de nuestro país. Es evidente que solo el tiempo lo dirá, pero las elecciones en Madrid pueden ser un buen termómetro para detectar si el crecimiento de Vox continúa marchando a la velocidad demostrada hasta hoy o, por el contrario, sus rivales saben contener a la formación de Santiago Abascal. En este sentido, la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, ha diseñado un plan para captar el máximo voto potencial del ámbito de la derecha y, en consecuencia, pararle los pies a Vox: una estrategia que, en caso de que funcione en Madrid, puede ser la herramienta ideal para frenar a nivel español el ascenso continuado del partido de Abascal.
Para su campaña para las elecciones autonómicas del 4 de mayo, Isabel Díaz Ayuso lo tiene muy claro: ha pedido no dedicar ni un minuto de declaraciones públicas a Vox. Ha dado la orden de ignorar al partido cuya candidata en Madrid será, de nuevo, Rocío Monasterio. La presidenta madrileña en funciones no ignora la alta probabilidad que existe de que, pasado el 4 de mayo, tenga que llegar a un acuerdo para gobernar con Vox, pero por ahora su objetivo es frenar al máximo el auge de Monasterio. De hecho, no es que Ayuso pertenezca al ala centrista del PP, por lo cual en alguna ocasión ha dejado entrever que no tendría problema en gobernar junto a Vox, pero por el momento ponen el ojo en su objetivo primordial de esta campaña: lograr una victoria lo más holgada posible para poder negociar con autoridad indiscutible —y con las mínimas condiciones— la investidura.
Es en este contexto en el que Isabel Díaz Ayuso tiene clara la estrategia de ignorar a Vox y no confrontar con la formación de Abascal. Así, pretende diluir la visibilidad del partido de Rocío Monasterio y atraer hacia las siglas del PP a sus potenciales votantes. Su plan es antagónico con el de Casado en las pasadas elecciones generales, cuando entró en el choque dialéctico con Vox y acabó pasando de los 137 escaños de 2016 a los 89 con los que cuenta a día de hoy, propiciando a la vez una importante subida de Santiago Abascal, con 52 diputados. Ignorar a Vox, restarles protagonismo y conseguir una victoria incontestable que impida que la formación de Rocío Monasterio pueda tener excesiva fuerza si tras el 4 de mayo conviene negociar un Gobierno: los tres pasos clave de Ayuso en las próximas semanas.
¿Una réplica nacional que frene a Vox?
¿Y si funciona, puede tener réplica a escala nacional? Si Isabel Díaz Ayuso obtiene éxito en su estrategia y logra frenar el crecimiento de Vox a costa de absorberle votantes, sin duda Pablo Casado importará la estrategia a nivel español. De entrada, supondrá una rectificación en toda regla respecto al rumbo que el PP ha tomado en los últimos meses, en que ha colaborado a dar cancha a Vox y a polemizar con la formación. Ahora, habrá que ver en la práctica si la estrategia contraria le da a Isabel Díaz Ayuso el resultado contrario en la Comunidad de Madrid.
Pero no hay duda de que, de ser así, Pablo Casado podría haber encontrado la fórmula idónea para salvar su liderazgo. En el corto plazo, supondría oxígeno para el PP, obteniendo una victoria clara y afianzando uno de los gobiernos autonómicos de más importancia en España, el de Madrid; mientras que a largo plazo, le permitiría cambiar de estrategia frente a Vox y tener una posible receta para frenar su crecimiento. Ante tal panorama, Santiago Abascal teme que su situación de gracia esté a punto de terminar. Pero habrá que ver en primer lugar si la estrategia es exitosa y sacar las conclusiones debidas a partir de la noche del 4 de mayo.