José Manuel Calvo Ropero ha confesado ser el autor de la salvaje violación de Beatriz, a la que abandonó medio muerta en un descampado en Zaragoza. La víctima murió meses después a causa de las secuelas. Él ha sido condenado a 14 años de cárcel, siguiendo los pasos de su hermano Rubén.
José Manuel tiene 40 años y ha ingresado en la cárcel de Zuera, la misma en la que su hermano pequeño cumple condena por el asesinato de su expreja Katia. El mayor perpetró la violación el 11 de agosto de 2020, mientras que Rubén, de 31 años, cometió el crimen el 23 de mayo de 2021. Uno cumplirá 14 años, el otro está en prisión preventiva.
José Manuel y Rubén, Katia y Beatriz. Cuatro destinos cruzados de forma trágica con una relación de sangre, los dos hermanos, y un mismo trasfondo, la violencia de género. Ambos hermanos utilizaron una violencia salvaje contra sus víctimas.
Acepta 14 años de cárcel
El 11 de agosto de 2020, José Manuel Calvo, de 39 años, violó salvajemente a Beatriz y la abandonó medio muerta en un descampado del barrio de Valdespartera (Zaragoza). La víctima sufrió graves desgarros y secuelas psicológicas de las que nunca se recuperó. Murió meses después, habiendo identificado al hombre que se lo hizo.
Él negó ante el juez haber violado a la mujer, e incluso se atrevió a decir que no la conocía. Pero al ver que Fiscalía y acusaciones pedían para él 25 años, y ante la evidencia de las pruebas, ha decidido confesar. Fue durante la sesión celebrada ayer en la Audiencia Nacional, en la que el acusado aceptó 14 años de cárcel.
Fiscalía y acusación pactaron una rebaja de la condena a cambio de la confesión. Se le reconocen los atenuantes de trastorno mental transitorio y reparación del daño. Tendrá que pagar 31.000 euros, y cumplir una pena equivalente a la de un homicidio.
El infierno de Beatriz antes de morir
Beatriz, la víctima de esta salvaje agresión, contró a El Heraldo su infierno antes de morir. Despertó en el descampado sola, sin apenas poder moverse y sin saber cómo saldría de allí. Por suerte, el agresor no le había quitado el teléfono y pudo llamar a emergencias para que fueran a rescatarla.
Pero su calvario no acabó allí. La víctima pasó varias semanas en el hospital debido a las graves lesiones que padecía. Nunca más volvió a controlar los esfínteres, y su estado de salud junto a la depresión que padecía empeoró hasta provocarle la muerte.
Tras el fallecimiento de Beatriz, su madre decidió no rendirse y seguir con la acusación. Su hija había reconocido al agresor en foto y en una rueda de reconocimiento, y todas las pruebas señalaban al acusado. La madre de la víctima escuchó ayer la confesión de José Manuel a pocos metros de él, del hombre que destrozó literalmente a su hija.
Katia, víctima de un macabro crimen
José Manuel pasará los próximos 14 años en la cárcel de Zuera, donde cumple condena su hermano Rubén. Este tampoco escatimó violencia contra su víctima, a la que propinó hasta 64 puñaladas para acabar con su vida. Katia Carolina Altamirano tenía 35 años cuando murió, y había vivido un auténtico infierno.
Agresor y víctima habían mantenido una turbulenta relación durante años, y constaban denuncias por malos tratos y una orden de alejamiento. La noche del sábado 23 de mayo, Rubén llamó a su ex pidiendo ayuda porque no se encontraba bien. Era una trampa, pues al llegar a su domicilio la cosió a puñaladas.
El padre del agresor advirtió a Katia de que no fuera a verle, pero ella no le hizo caso: “No creo que me haga nada, hace tiempo que no me lastima”. Rubén la apuñaló hasta que no pudo más, y se lanzó por la ventana del quinto piso. Sobrevivió a las heridas de la caída, y ahora se encuentra en prisión provisional a la espera de juicio.
Piden 23 años de cárcel
Los vecinos escucharon gritos desgarrados, y luego unos lloros durante más de una hora que, de repente, desaparecieron. Cuando los investigadores llegaron, vieron a Rubén en el alféizar de la ventana. Intentaron convencerle de que se metiera dentro, pero él se negó: “Me van a caer 30 años, me van a cortar la polla”, gritaba.
“Decirle a mi padre que le quiero”, fueron sus últimas palabras antes de saltar al vacío. Con lo que no contaba Rubén es que sobreviviría a la caída, y que tendría que enfrentarse a su gran temor, la cárcel. En otro giro del destino, a él también le aplicarán el mismo atenuante por trastorno mental transitorio que a su hermano.
Fiscalía ha accedido a rebajar la petición de cárcel a 23 años por este atenuante. La última conversación de Katia por WhatsApp confirma que el joven tenía problemas con las drogas, y que sufría delirios y paranoias. Una circunstancia de la que fueron víctimas Katia y Beatriz, cuyas vidas se apagaron para siempre a manos de los dos hermanos.