El brutal asesinato de una española de 60 años en su casa ha trastocado la tranquilidad del barrio de Victoria, en Málaga. Rosario fue abordada en el rellano cuando volvía de hacer la compra el pasado 28 de abril. Le dieron una paliza que la dejó en estado grave, hasta que acabó muriendo el pasado jueves, 18 de noviembre.
La mujer pasó más de seis horas malherida en el suelo hasta que fue rescatada por los servicios de emergencia. Estaba tirada en el suelo junto a las bolsas de la compra, pero no había ni el móvil ni el bolso. Siete meses después, siguen sin saber quien dio una paliza de muerte a esta vecina.
No hay testigos ni cámaras de seguridad que puedan aportar pistas sobre lo ocurrido. La víctima no tenía mucho dinero y, de hecho, le acababan de otorgar el ingreso mínimo vital. Este pasado domingo la enterraron, y entre los asistentes al funeral flotaba la misma pregunta: ¿Quién ha matado a Rosario?
La última vez que la vieron
Según ha desvelado el Diario Sur, La última vez que vieron a Rosario con vida fue a las 11:30 de la mañana, cuando se cruzó con una vecina. La vio con un par de bolsas en la mano, y tenía prisa por llegar a casa. La llamaron un par de horas después, pero ya no cogió el teléfono.
Rosario acababa de cumplir 60 años y vivía sola en su casa, hecho por el cual cada día solía llamarla un familiar. Ese día lo hizo pasadas las tres de la tarde, pero no respondió. Dos horas más tarde había quedado con otro vecino, y no se presentó a la cita, lo cual hizo encender todas las armas.
Dos hijos de un primo hermano que siempre estaban pendientes de ella se acercaron al piso de la mujer. Llamaron a la puerta, y al ver que no abría llamaron a emergencias. Al llegar la policía, pasadas las ocho de la tarde, encontraron que tenía la cerradura puesta y tuvieron que llamar a los bomberos para acceder al piso.
'Tenía la cara destrozada'
Con la ayuda de una escalera entraron en el piso desde el balcón. Dentro estaba Rosario, con los ojos abiertos pero sin articular palabra. Las bolsas de la compra estaban en el suelo desparramadas, y la casa presentaba signos de haber sido forzada.
En declaraciones a Diario Sur, un vecino desvela que “yo no quise verla pero según decían tenía la cara destrozada”. Fue llevada al hospital con doble fractura de mandíbula y un traumatismo craneal. Entró en estado de casi vegetativo, del que no se pudo recuperar.
Los vecinos están consternados por el sufrimiento de una persona tan buena y querida. “Si la hubieran matado aquel día, habría sido mejor, nadie se merece esta agonía”, dice una de sus más allegadas. Ella ha estado al lado de Rosario en el hospital todos estos meses.
Sus últimos meses con vida
Rosario era una persona sana, sin enfermedades previas y que solo tomaba paracetamol de vez en cuando. No tenía hijos ni sobrinos directos, y aunque su familia es de un pueblo vecino, ella se instaló en Málaga con su madre y su hermano hace más de 30 años. Desde entonces vivía en el barrio de la Victoria.
Cuidó de su hermano enfermo de cáncer hasta que murió, y luego de su madre, que murió ya muy anciana. Rosario se quedó sola, pero siempre estuvo muy arropada por sus vecinos. En especial por Arancha, madre de tres hijos y con un negocio que, sin embargo, siempre sacaba tiempo para ella.
Según ha revelado al periódico andaluz, “le hicieron una traqueotomía y le pusieron una sonDa nasogástrica”. Explica que “no podía hablar ni expresarse, intentaba quitarse las vías y tuvieron que atarla”. Durante estos meses ha sufrido una neumonía y tres ictus, “provocados seguramente por los traumatismos”.
Una vecina muy querida
Todo el personal del hospital se volcó con ella, “era muy querida y estaban todo el día mirándola y dándole cariño”. Su amiga cree no fue consciente del todo de lo que pasó, ya que apenas tenía momentos de lucidez. Preguntaba continuamente qué le había pasado, por qué estaba ingresada.
Ahora, tras su muerte, sigue flotando en el aire la duda de qué pasó. Rosario no llevaba joyas ni vestía ropa cara, y estaba pensando en vender el piso para ir más desahogada. Por eso no entienden que acabara muriendo precisamente víctima de un robo.
En el barrio de la Victoria echarán mucho de menos a una persona tan especial. Rosario solía saludar siempre a todos los vecinos desprendiendo bondad y buen humor. En estas épocas solía traer fruta del pueblo y hacía membrillo que después repartía entre los vecinos.
En el vecindario cuentan que no era reservada, pero sí muy asustadiza. Su gran temor era precisamente que le atracaran, y finalmente su pesadilla se hizo realidad. “Debieron de verla entrar en el banco a sacar dinero y la siguieron”, especulan en el barrio.
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