Dos años después de que la investigación se hubiera situado en punto muerto, la jueza del caso reactiva el mismo con nuevas pruebas de ADN y de la trayectoria de las 89 puñaladas proporcionadas a la joven.
Miriam Vallejo Pulido fue asesinada el 16 de enero de 2019 con apenas 25 años en un descampado del barrio madrileño de Meco. Tiempo después, la juez encargada del caso en Alcalá de Henares dejaría en libertad al único imputado y presunto asesino al considerar no probado el vínculo entre él y el crimen por el ADN localizado en sus prendas de ropa.
Cuatro declaraciones habían sido las que se le realizaron al acusado y en ninguna de ellas hubo confesión, por lo que es aquí cuando la magistrada le dio el visto bueno a la tesis de la defensa.
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Actualmente, la acusación particular ha solicitado un nuevo análisis que constaría en el estudio del ADN de las ropas (especialmente, de la etiqueta del chándal de Miriam) que ‘situaría al sospechoso en el lugar del crimen’. Y un análisis de las trayectorias de las heridas, en el que se haría especial hincapié en la profundidad de estas mismas y en la altura de ‘Mimi’.
Con estas dos incógnitas se resolvería si los agresores fueron uno o, por el contrario, dos. Por su parte, tanto la defensa como los propios investigadores de la Guardia Civil están totalmente seguros de que el único imputado es el culpable y no entienden que desde el pasado diciembre de 2019 esté en la calle, tras haber estado tan solo cuatro meses en prisión provisional. La juez ha admitido el desarrollo del estudio, lo que supone un nuevo impulso para la familia de la joven, entre otros.
Más datos sobre la investigación del asesinato de Miriam
Lo cierto es que la investigación del caso ha sido realmente ardua, tanto que se espera que esta última investigación y las pruebas que se van a llevar a cabo sean las definitivas antes de enviar el asunto a la Audiencia Provincial o archivar la pieza contra Sergio, el presunto autor de los hechos.
El resultado definitivo de la autopsia recogía que ‘Mimi’ murió asesinada tras recibir un total de 89 cuchilladas repartidas por todo el cuerpo, aunque las primeras las recibió por detrás, en la espalda y el abdomen. En este sentido, el forense testificó que las ocho puñaladas de los riñones fueron mortales, y que tiempo después el asesino se cebaría cuando la joven se situaba convaleciente en el suelo boca arriba. El estudio prueba que tenía heridas por todo el cuerpo a excepción del corazón. También las presentaba en el paladar y en la frente. Esta última fue tan fuerte que la propia punta del cuchillo utilizado para ello, quedó clavado en el cráneo.
Miriam tenía las manos repletas de lesiones de defensa y el tipo de muerte la calificaron como violenta y debida a un shock hipovulémico con pérdida masiva de sangre.
Tal y como recoge el sumario, aquel día la joven no asistió al gimnasio con su amiga y compañera de piso Celia, novia por aquel momento del presunto asesino, porque estaba resfriada.
Fue por la tarde cuando le dijo a Sergio que salía a pasear a los perros, algo que siempre lo hacía acompañada de su amiga, pero que esta vez, la amiga, se fue a hacer deporte y a tomar algo a un cumpleaños.
Miriam se desplazó al descampado con sus perros y allí fue asesinada. Un descampado situado apenas unos 400 metros del chalé donde vivía desde el octubre anterior con Sergio y Celia.
Momentos antes de lo sucedido, la joven iba chateando con uno de sus amigos sobre apuestas deportivas, hasta que finalizó la conversación. El asesinato se produjo entre las 20.42 y las 20.53, que es cuando una pareja la halló moribunda. En ese momento los jóvenes llamaban a emergencias y la pobre Miriam intentaba articular palabra, aunque sin éxito. De la misma manera, uno de sus perros se acercó a ella para darle cariño y cuando intentó acariciarlo, dio su último expiro.
El presunto asesino afirmó entre otras cosas, que en el momento del paseo él estaba jugando a la PSP3 en línea, algo que no sería cierto, ya que, en el análisis de la videoconsola, no había registro alguno por aquella hora.