Casi al mismo tiempo que la pandemia del COVID-19 comenzaba a traspasar fronteras, laboratorios de todo el mundo iniciaron una carrera contra reloj para encontrar una vacuna que pueda contrarrestar los nuevos contagios.
A día de hoy, cientos de investigadores se encuentran trabajando en un total de 160 proyectos para tratar de conseguir una vacuna que extermine el coronavirus. Es importante resaltar que 23 proyectos se encuentran en fase avanzada, y nunca antes la comunidad científica internacional había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema.
¿Por qué es tan importante una vacuna contra el coronavirus? Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, el coronavirus SARS-COV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán expuestas al patógeno.
A pesar de las medidas que los gobiernos de todo el mundo han impuesto, el nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó. Es por ello, que el COVID-19 se ha propagado a lo largo y ancho del mundo de una manera singular.
La frenética carrera por encontrar una vacuna tiene ante sí un desafío titánico, ya que no habrá vacuna contra la covid-19 para todos desde el principio y el proceso puede alargarse durante varios años.
Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y miembro del consejo de dirección de Gavi, ha explicado al periódico 'El País' que, por ahora, la producción mundial es de 2.000 millones de dosis por año.
La población mundial se cifra en 7.500 millones de personas en «igualdad de riesgo», según el experto, aunque algunos países se vean más afectados por su situación económica. En el mejor de los casos, podríamos obtener 250 millones de dosis de vacunas si se aumenta la fabricación de la inmunización.
¿Qué pasará cuando la comunidad científica logre obtener la vacuna contra el COVID-19?
Una vez que se disponga de vacuna contra la pandemia del coronavirus, cada país recibirá el 20% de dosis correspondiente a su población, si se ciñe al sistema Covax que busca facilitar el acceso mundial a la dosis antes del mes de agosto, algo que a día de hoy parece más que imposible.
Cada país tendrá que pagar por adelantado ese 20% de la inmunización contra el COVID-19 y así promoverá la producción de la vacuna en función de sus recursos. El objetivo principal es que sea lo más equitativo posible para que cada país pueda ir protegiendo a su ciudadanía contra el SARS-COV-2.
¿Quiénes recibirán las primeras dosis de la vacuna?
Una vez que estén disponibles las primeras dosis de la vacuna contra el coronavirus, la labor inmediata de los gobiernos será determinar quiénes deben ser los primeros en recibirlas. Los expertos tienen serias dudas frente a este interrogante, pero parecen estar todos de acuerdo en que el primer eslabón de la cadena es el personal sanitario.
«Es como en la logística militar. Hay que asegurarse que nuestra primera línea de ataque está protegida y así podrán atender a los enfermos», ha comparado Vilasanjuan. No obstante, las discrepancias empiezan a surgir en la segunda etapa: los colectivos de riesgo.
Algunos expertos creen que lo mejor es vacunar a las personas mayores de 60 años o con patologías previas, como puede ser diabetes o problemas de corazón. Otros profesionales apuestan por los niños, ya que, si vuelven a los colegios el próximo curso escolar, su inmunización evitaría el contagio de sus mayores.
«Todo dependerá de la vacuna que esté disponible. Quizás unas tengan mayor impacto en una población que no sea las personas de tercera edad o generen diferentes tipos de inmunidad. Ahí, las estrategias divergen» subraya Rafael Vilasanjuan.
Para nuestro país, uno de los países más afectados del mundo por la epidemia, se necesitarían 47 millones de dosis. Sin embargo, vacunar a toda la población de una sola nación no erradica la pandemia en el resto de países. Eso significa que habrá que seguir realizando controles sanitarios de las fronteras porque no se habrá generado la tan ansiada inmunidad global.