La vacuna de AstraZeneca, la más repudiada por parte de las autoridades europeas, es la que presenta una mayor efectividad contra el COVID-19. Está previsto que deje de usarse en España tras rechazar la Comisión Europea prolongar el contrato con la farmacéutica.
Los continuos incumplimientos en los plazos de entrega tienen la culpa de esta decisión. Para compensar esto, la intención es incrementar el suministro de las de Pfizer y Moderna. Está previsto que se inoculen las terceras dosis con ellas.
La Agencia Europea del Medicamento avaló este pinchazo adicional hace unos días. Se recomienda sobre todo para aquellos que no consigan la correcta inmunidad pese a tener la pauta completa. Está comprobado por la comunidad científica que la vacuna pierde efectividad con el paso de los meses.
A ello se le suma también que no cuenta con tanta protección ante las nuevas variantes que van surgiendo, entre ellas la Delta. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Oxford desvela la elevada protección de AstraZeneca.
La inmunidad se mantiene más estable en el tiempo con esta vacuna. En el caso de Pfizer, su protección inicial contra la Delta es del 90%, cayendo al 78% después de tres meses. Con AstraZeneca, la inmunidad tras dos pinchazos es del 67%, llegando al 61% pasadas estas 12 semanas.
De ahí que la farmacéutica anglosueca descarte por ahora ensayar con una tercera inyección, como tiene previsto hacer Pfizer. En cualquier caso, sigue habiendo muchas dudas en torno a la vacuna de refuerzo. Según lo visto en Israel, este método no resulta todo eficiente.
A mediados de julio comenzaron a administrar esta tercera dosis en mayores de 60 años. En estos momentos están con las personas de 40 años, y el virus continúa golpeando con mucha virulencia. Están registrando cifras de contagios alarmantes, consiguiendo auténticos récords.
A diario contabilizan más de 11 000 casos. Y todo ello pese a ir un paso por delante en lo que se refiere a la vacunación si se compara con otros países. En su momento se habían presentado como uno de los territorios de referencia al contabilizar pocos casos de contagio.
Apuesta clara por una vacuna
En España hay una clara apuesta por continuar trabajando con Pfizer. Hay una mayor confianza en esta vacuna que en la de AstraZeneca, que siempre ha estado en el punto de mira de las autoridades. En un primer momento se había destinado para los trabajadores esenciales de menos de 55 años.
Esto fue así porque en un primer instante no habían incluido una muestra importante de mayores de 60 años en sus pruebas. A continuación, y ante los casos de trombos ocurridos en jóvenes de manera aislada, desde Sanidad volvieron a realizar cambios.
Desde ese momento apostaron por utilizar esta vacuna para los mayores de entre 60 y 70 años. Todo ello de una manera casi improvisada. Solo unos meses antes habían puesto en duda su eficacia en la población de más edad.
La situación generada con AstraZeneca fue un tanto ridícula. Muchos trabajadores considerados como esenciales habían quedado a medio vacunar, recibiendo solo una dosis. Desde la EMA aconsejaron completar la pauta con la misma vacuna.
El Ministerio de Sanidad optó por hacer caso omiso y encargó un informe al Instituto Carlos III para avalar la vacunación con Pfizer. Aquello obtuvo un resultado poco esperado. La mayoría de los trabajadores se decantó por AstraZeneca, rechazando la dosis de Pfizer.
De alguna manera, esta situación dejó en mal lugar al Gobierno español. Había apostado de una manera decidida por mezclar las vacunas, pero los pacientes optaron por continuar con la misma.