En los bares de alrededor de la freiduría La Espuela no se habla de otra cosa: ¿Qué les pasó a Rubén y José Ángel? El dueño y un cliente habitual, amigo suyo, aparecieron muertos el martes por la tarde dentro del local. Habían fallecido el día anterior y tenían signos de muerte violenta con “gran ensañamiento”.
Todo sucedió en este local del barrio de Parla (Madrid), donde en las últimas horas no han dejado de correr todo tipo de teorías. Algunos vecinos sospechan que fue por un ajuste de cuentas, otros se aventuran a decir que hubo una pelea y acabó mal. Lo que sí ha quedado descartado es que hubiera una explosión en la cocina.
La Policía no descarta por ahora ninguna hipótesis, pero se inclinan a pensar en un doble crimen perpetrado por una tercera persona. Los investigadores aprietan el acelerador para esclarecer este extraño suceso que tiene al barrio patas arriba. Mientras, los vecinos recuerdan a las dos víctima, Rubén y José Ángel.
Las dos víctimas: Rubén y El Maño
Rubén Molero Rodríguez tenía 62 años y era el propietario de la freiduría La Espuela. Era viudo desde hacía cinco años y tenía una relación sentimental con una mujer de mediana edad. Era muy aficionado al flamenco y llegó a tocar la guitarra junto a Camarón, con quien tiene una foto dentro de su local.
José Ángel, apodado El Maño y de 59 años, era un cliente habitual y amigo de Rubén. No era tan conocido como el hostelero, y nadie sabe aportar mucha más información sobre él. Solo aseguran que era un buen hombre, y que llevaba mucho tiempo en el barrio.
David, el camarero del bar Donde Kiko enfrente de la freiduría, fue quien encontró los dos cuerpos sin vida. Eran las 16:03 de la tarde y avisó a los servicios de emergencia, que llegaron en apenas unos minutos. Inicialmente se habló de una explosión de gas, pero nadie escuchó nada, y los cuerpos tenían signos de muerte violenta.
Las dos hipótesis: robo o pelea
Tras las primeras pesquisas, la Policía trabaja con dos hipótesis posibles: que entraran a robar en el bar y les mataran, o que se pelearan entre ellos y la cosa acabara mal. Eso último explicaría por qué un cadáver está cosido a puñaladas y el otro sólo tiene golpes.
La Policía encontró los cuerpos en el suelo, rodeados de cristales rotos y restos de sangre. Uno de los fallecidos estaba detrás de la barra, mientras que el otro estaba en el cuelo a varios metros de distancia. El lugar donde ocurrió todo es un local pequeño, de apenas 50 metros cuadrados, con una puerta de entrada y una ventana.
Encima del local hay viviendas, y todos los inquilinos coinciden en que no escucharon nada. “Si hubiera habido una explosión lo hubiéramos escuchado”, afirman, y además añaden que el local no tenía ni gas. Las puertas y las ventanas están ahora precintadas por la Policía Judicial, que lleva la investigación.
Rubén no tenía ni un duro
Los vecinos elucubran qué puede haber sucedido, pero ninguna tiene una mínima idea ya que todo es muy extraño. Rubén era un buen tipo, conocido por todos, aunque a El Maño le conocían menos. Hay quien pone en cuestión la teoría del robo porque, según dicen, “Rubén no tenía ni un duro”.
La clave para resolver el misterioso caso es establecer la hora exacta en la que tuvo lugar el doble crimen. Según cuentan los vecinos, Rubén solía hacer pequeñas reuniones con los amigos del local, y muchas veces dormía ahí. No les extraña que la noche en que murieron estuviera ahí.
En el suelo, junto a los cadáveres, encontraron objetos punzantes como tijeras y puñales. Lo cual avalaría la teoría de que se enzarzaron en una pelea que acabó a golpes y cuchilladas. Pero tampoco descartan la teoría del atraco, y buscan la posible participación de una tercera persona en los asesinatos.
Un señor que no daba problemas
Según sus conocidos, Rubén era “un señor tranquilo, bajito, delgado y con media melena, aunque el pobre estaba ya algo fastidiado físicamente”. Cuando se tomaba unas cañas sacaba la guitarra y se ponía a cantar con sus amigos. “No daba problemas”, aseguran.
También desvelan que el bar no abría nunca aunque era punto de encuentro de Rubén y sus amigos. Según un vecino en declaraciones a El Español, “no tenía licencia ni proveedores, y con la caja del día anterior iba al súper a comprar las bebidas que creía que iba a vender”.
Esta persona dice que ya tenía el piso pagado y que el bar era para “sacarse algunas perras”. Esto pondría en cuestión la teoría del robo, ya que Rubén no solía tener grandes cantidades de dinero en la caja del bar. De momento, todo sigue siendo un gran misterio: la incógnita del doble crimen del bar de Parla.