España se las prometía muy felices a finales de febrero de 2021, hace escasos dos meses. Tras la celebración de comicios al Parlamento de Cataluña, el calendario electoral parecía completamente despejado hasta las andaluzas, que tocan en diciembre de 2022: en total, pues, casi dos años de absoluta calma y sin la inestabilidad que genera la existencia de procesos electorales y sus respectivas campañas, factor inequívoco de desestabilización política. Un largo periodo de estabilidad aporta la oportunidad perfecta para que los gobiernos puedan aplicar sus políticas sin la presión propia de la proximidad electoral y contribuye, pues, a unas condiciones mucho mejores para la gobernanza.
Pero poco duró la previsión de tranquilidad: era el pasado 10 de marzo cuando, en una acción reactiva tras la presentación de una moción de censura en Murcia, Isabel Díaz Ayuso tomaba una decisión muy contundente: la disolución de la Asamblea, la expulsión de Ciudadanos del gobierno regional, y la convocatoria anticipada de elecciones en la Comunidad de Madrid por primera vez tras el ‘tamayazo’ del año 2003.
Nada más iniciar el supuesto periodo de paz electoral, Ayuso tiraba por los suelos las expectativas de estabilidad política. Madrid, una de las comunidades con más peso político de España, irá a las urnas el próximo 4 de mayo, algo que ha postergado la estabilidad en nuestro país hasta finales de primavera: cabe recordar que, tras la celebración de los comicios, y si no hay mayoría absoluta, se iniciará un nuevo culebrón hasta la formación de gobierno en la Comunidad de Madrid.
Elecciones andaluzas en otoño...
Será entonces cuando previsiblemente arranque el mencionado periodo de estabilidad política en España… aunque ya son varias las voces que apuntan que todo podría quedar, de nuevo, en agua de borrajas. ‘El Confidencial’ apunta hoy a la posibilidad del adelanto de otras elecciones autonómicas: en concreto, las de Andalucía. Juanma Moreno podría aprovechar la coyuntura para convocar a los andaluces a las urnas y revalidar un segundo mandato al frente de la Junta de Andalucía.
El panorama actual es favorable a los intereses del PP andaluz. Los populares gozan de cierta comodidad en las encuestas: la presidencia de Moreno cuenta con gran aceptación y hay satisfacción en la comunidad con la gestión de su ejecutivo autonómico. Además, el momento es muy complicado para Ciudadanos, que tendría muy difícil obtener representación en la cámara andaluza, de forma que el PP podría absorber buena parte de los votantes que, en 2018, optaron por Juan Marín. Tampoco Vox tiene una expectativa demasiado optimista de crecimiento: la formación de Santiago Abascal está internamente dividida y tiene pendiente la designación de un sucesor. Hay que recordar que su anterior candidato, Francisco Serrano, terminó expulsado del partido y abandonando su acta de diputado.
Con la coyuntura a su favor, Moreno tiene sobre la mesa la opción del adelanto, que será analizada con mucho detenimiento a partir del 4 de mayo. La Comunidad de Madrid y el resultado que obtenga Isabel Díaz Ayuso determinará el posible anticipo andaluz. Un buen resultado del PP situaría a Juanma Moreno en la línea de adelantar las elecciones y situarlas en el próximo otoño, más de un año antes de la caducidad de la actual legislatura. Pero, por el contrario, si el 4-M a Ayuso se le tuercen las cosas y una mayoría de izquierdas le arrebata la Real Casa de Correos, Moreno desactivaría esta posibilidad. Lo que está claro es que el presidente andaluz, que se caracteriza por su prudencia, no asumirá riesgos innecesarios.
... ¿y catalanas en verano?
Al posible adelanto electoral en Andalucía se le podría sumar otra convocatoria que alterara todavía más el escenario político en nuestro país. Se trata de las elecciones autonómicas en Cataluña. Fue el pasado 14 de febrero cuando esta comunidad fue a las urnas al expirar los plazos establecidos legalmente para encontrar un sustituto a Quim Torra, que fue inhabilitado el pasado 28 de septiembre de 2020. Ahora, tras la celebración de los comicios, todo apunta a que el candidato de ERC, Pere Aragonès, podría ser investido ‘president’.
Pero las semanas pasan y el acuerdo no llega. Dentro de exactamente un mes, el 26 de mayo, expira el plazo para investir a un nuevo jefe del ejecutivo catalán. De no ser así, habrá por primera vez en la historia repetición electoral en Cataluña. En 2016, Artur Mas ya salvó esta posibilidad renunciando a ser presidente y proponiendo para el cargo al entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont. Ahora, queda un mes de margen para llegar a un acuerdo o Cataluña va a volver a pasar por las urnas el próximo 20 de julio.
Si se cumplieran los pronósticos, pues, las elecciones catalanas tomarían el relevo a las madrileñas, y tras ellas serían los comicios andaluces los que podrían celebrarse en un año que, destinado a ser de paz electoral, terminaría siendo una constante de convocatorias a las urnas.