Este miércoles, 5 de mayo, televisiones, radios y prensa centran sus espacios políticos a analizar lo que ocurrió en la Comunidad de Madrid este martes. Tras el inesperado anuncio de adelanto electoral que Isabel Díaz Ayuso hizo público el pasado 10 de marzo, este martes se celebraba la jornada electoral: tal como marca la legislación, 54 días más tarde de su convocatoria tiene lugar la jornada electoral, y el quincuagésimo cuarto día tras el 10 de marzo era, precisamente, este martes, día 4 de mayo. El resultado habla por sí solo: 65 escaños para el PP de Isabel Díaz Ayuso, que quedó a tan solo 4 de la mayoría absoluta, y muy por encima del resto de formaciones que obtuvieron representación parlamentaria: 24 de Más Madrid, otros 24 del PSOE, 13 de Vox y 10 de Unidas Podemos.
Una victoria abrumadora de Ayuso
Ciertamente, Isabel Díaz Ayuso no va a tener problemas para revalidar la presidencia de la Comunidad de Madrid. El resultado conseguido es abrumador y Vox ya ha avanzado que va a facilitar su investidura. El resultado de la candidata popular, que consiguió más que doblar escaños —de 30 a 65— no deja margen a la especulación. No se entendería que Vox pusiera problemas a dejar gobernar a una Ayuso que ganó con muchísima claridad.
Pero la victoria de ayer de la candidata popular tiene, además de las consecuencias directas de representación que de ella se derivan —dominio casi absoluto de la Asamblea de Madrid y cómoda gobernabilidad hasta 2023 para el PP—, otro tipo de efectos de índole interna. Ayuso también es ganadora en la guerra de flancos registrada en las filas populares: su triunfo da alas al sector más derechista del partido e invita a su líder a nivel nacional, Pablo Casado, a dar un golpe de timón a la formación conservadora en relación a la estrategia imprimida en el partido hasta día de hoy.
Era el pasado mes de septiembre cuando Pablo Casado, incapaz de remontar la perspectiva electoral de los populares desde un tono contundente y escorado a la derecha, luchando en el cuerpo a cuerpo frente a Vox, decidía dar un cambio de rumbo al partido. Una estrategia nueva, en la que el PP recuperara su tono más moderado y su perfil más centrista. Ello se hizo patente sobre todo con dos decisiones: destituir como portavoz en el Congreso a Cayetana Álvarez de Toledo y poner en su lugar a Cuca Gamarra; y votar contra la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez, con un discurso muy duro de Pablo Casado contra Santiago Abascal.
Pero quien este martes ganó las elecciones no fue Casado ni ninguno de los representantes del PP moderado. Lo hizo Isabel Díaz Ayuso, la gran voz del flanco más abiertamente derechista del PP. Ayuso reprensenta la vertiente más conservadora del PP y un tono más abierto a la confrontación con el bloque progresista, algo que los populares habían moderado en los últimos meses a nivel nacional. Hace justamente unos días, la expresidenta del Senado y también expresidenta madrileña, Esperanza Aguirre, afeaba a Pablo Casado el nuevo rumbo del partido y elogiaba el 'modelo Ayuso'.
Un cambio de rumbo con tres grandes derrotados
La victoria de la presidenta madrileña invita ahora a Casado a tomar un nuevo rumbo y seguir el camino marcado por Ayuso, que este martes se demostró claramente ganador. Si Casado quiere aprovechar el punto de inflexión y montarse en la ola de la nueva dinámica, deberá dar un nuevo golpe de timón a su estrategia. Y ello deja, en otros rincones del Estado, a tres grandes derrotados. Los tres grandes adalides del PP centrista van a ver como la formación conservadora abandona de nuevo la moderación para situarse en posiciones que les incomodan.
Nos referimos al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla; y al presidente de la Junta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Tres voces del PP moderado que no han sabido imponer su estrategia en los últimos meses y que verán, ahora, como su partido protagoniza un nuevo viraje hacia posiciones más derechistas.